lunes, 11 de octubre de 2021

Cuando la verdad es incómoda 11-S. Escuela de Arquitectura.es

fELIPE sAMARÁN

Donde todo el mundo piensa igual nadie piensa mucho”, sostenía el Neoyorkino graduado por Harvard y dos veces ganador del premio Pulitzer Walter Lippmann.  Cierto es que, como periodista, crítico de medios comentarista político, y filósofo, se refería a ese pensamiento que se genera alrededor de ideas y acontecimientos que no están sujetos a la comprobación científica de la ciencia.  Lippmann, apuntaba así, la necesaria autonomía social, valentía personal y esfuerzo intelectual que exige el pensar de manera distinta a lo que el entorno da por supuesto sin cuestionamiento alguno. Argumentaba que todos, periodistas incluidos, estamos más dispuestos a creer las imágenes mentales preexistentes (“the pictures in our heads”) que a llegar a un juicio por el pensamiento crítico. Entendió, rápidamente, que la verdad podía ser un “constructo elaborado por el mass media” y no necesariamente un reflejo de la realidad. Porque también sabía que “la masa del público lector” (no digamos ya el público que no lee) no está interesada en investigar y aprender. La gente está demasiado centrada en sí misma como para preocuparse de los asuntos públicos y políticos, salvo que le toquen directamente su bolsillo o su confort personal.

Un pensamiento independiente es un lugar solitario y ventoso. Esforzarte en pensar por ti misma puede llevarte a más de un error, pero ampararte en las ideas de un grupo no sólo no te salva de las equivocaciones, sino que además las pifias compartidas tienden a enquistarse y enconarse, de manera que los errores colectivos a menudo terminan convertidos en dogmas, y sus seguidores, en fanáticos. La unanimidad en el pensamiento es muy confortable, desde luego; pero se da la circunstancia de que cuanto más unánime es, menos reflexión permite”.[1]

Así apuntalaba Rosa Montero sin saberlo ni pretenderlo el pensamiento de Lippmann. Lo que une a ambos periodistas y escritores, separados medio siglo en tiempo, es su voluntad de enfrentarse a la narración crítica y analítica de la realidad buscando desvelar la verdad de esta, aunque el resultado de su estudio desemboque en conclusiones contra el pensamiento confortable y mayoritario.

“En tiempos de engaño global decir la verdad es un acto revolucionario” planteaba George Orwell, a lo que seguramente respondería Mark Twain que “es más fácil engañar a la gente que convencerlos de que han sido engañados”. Y es que “a veces la gente no quiere escuchar la verdad porque no quiere que sus ilusiones se vean destruidas”, y así lo verbalizó Nietzsche.

Uno de los mayores temores del ser humano es diferenciarse del resto por el temor a no ser aceptado. Así lo evidencia el interesantísimo experimento social que condujo a enunciar en 1951 el “Síndrome de Solomon[2] por el reconocido psicólogo estadounidense Solomon Asch.  “La conformidad es el proceso por medio del cual los miembros de un grupo social cambian sus pensamientos, decisiones y comportamientos para encajar con la opinión de la mayoría”.  Y, en este caso, da igual que la evidencia apunte indudablemente lo contrario.

Sorprende ver cuanta gente renuncia a su propia ciencia, aquella de la que es conocedor de un modo singular, para abrazar sin reparos un relato lleno de afirmaciones contrarias a la razón científica que uno domina, pero que es más cómodo de creer.

 

En la “construcción de la verdad” sobre el 11-S hay muchas piezas que científicamente son simplemente imposibles, pero desafiar y dudar de esa verdad colectiva resulta inquietante personalmente (porque nos deja frente a un mundo poco fiable), e incómodo socialmente (porque nos obliga a defender nuestra autonomía corriendo el riesgo de ser rechazados), incluso cuando esto ocurre tras asomarnos al suceso desde una mirada científica analítica, arquitectónica, o simplemente lógica para aprender de ella.

Para los “creyentes de la verdad oficial” poco importa que en el WTC de NY cayeran de idéntico modo “TRES” edificios, no solo las DOS torres gemelas, implosionando los tres perfectamente sobre su base, y que el tercero (WTC #7) lo hiciera sin haber recibido ningún impacto de avión, ni hubiera sufrido un “devastador incendio por el queroseno que fundiera su estructura metálica”.  Ni siquiera hubiera sido afectado por la caída de las otras dos torres.  Pocos lo saben y nadie se pregunta por qué se cayó este tercero.  Un colapso así es físicamente imposible por fallo local de la estructura.

Poco importa que la forma y tiempo de caída de las torres gemelas sea físicamente incompatible con la teoría del “pan-cake” sostenida por la verdad oficial y que coincida milimétricamente con el de una demolición controlada, muy evidente en el WTC #7 que implosiona simétricamente desde el centro[3]. Cuando la forma normal natural de colapso de un elemento vertical dañado parcialmente es una caída ladeada como la de la aguja de Notre Dame.

Poco importa que ingenieros del MIT demuestren que la teoría oficial de colapso no se sostiene científicamente[4].  Que la Sociedad Europea de Física (creada en 1968) desmienta la versión oficial y afirme que fue una demolición controlada[5],  o que haya todo tipo de fotos y evidencias en la Zona Cero de una demolición controlada que va desde la presencia de acero derretido durante semanas en sus sótanos (el acero no se derrite con el fuego de un incendio, solo pierde resistencia), hasta infinidad de pilares perfectamente seccionados y no doblados (que sería lo previsible en el tipo de colapso defendido por la verdad oficial).

Poco importa que no haya una sola evidencia de un avión llegando al pentágono (el edificio más vigilado del mundo), que no haya una sola foto ni video de ese avión, que el rastro del impacto sobre el edificio no coincida en absoluto con las medidas de un avión, que no quedaran restos de fuselaje en el lugar del accidente (único caso en la historia de la aviación) o que cualquier piloto defienda que es absolutamente imposible hacer un vuelo rasante de ese tipo con un avión comercial, y menos sin afectar al entorno físico (tendido eléctrico, luminarias, jardín previo…)

Poco importa que haya una asociación “Architects & engineers for 9/11 truth”[6] pidiendo una comisión de investigación independiente porque no creen nada de la versión oficial.  Y que esta esté avalada por más de 1.900 arquitectos e ingenieros, más de 220 Militares, servicio de inteligencia, cuerpos de seguridad, políticos y funcionarios, más de 250 Pilotos y profesionales de la aviación, más de 400 profesores universitarios, doctores y catedráticos, más de 300 supervivientes y parientes del atentado del 11S, más de 200 periodistas, divulgadores y artistas, más de 400 profesionales de la salud. Quizás son pocos, porque requiere mucho valor levantar la mano para llevar la contraria, pero basta con escuchar sus argumentos científicos, que son comprobables, y rebatirlos (si fuera es posible).

Poco importa que “la versión oficial” nos diga que bastantes pasajeros mantuvieron largas conversaciones con sus seres queridos y autoridades a más de 10.000m de altura y a 800Km de velocidad [7] explicando la situación, pidiendo ayuda y despidiéndose, cuando todos podemos comprobar con facilidad, que, en todo vuelo comercial, se pierde la cobertura de telefonía móvil a los pocos minutos del despegue incluso hoy en día que la tecnología ha mejorado notablemente.

Todo esto lo dice la arquitectura, las estructuras y la ciencia sin necesidad de creer a nadie.  Basta con saber y comprobar.

Y por último poco importa que militares norteamericanos de máximo rango y funcionarios del estado de primer nivel defiendan en público que la verdad oficial es imposible e incomprensible.  Como el Mayor General Albert Stubblebine[8], responsable de toda la inteligencia del ejército americano, que defiende que al pentágono lo impacto un misil.

El General Wesley Clark[9], comandante de todas las tropas americanas en 89 países de Europa, África y Oriente medio.  Y máximo responsable de tropas de la OTAN, que defiende abiertamente en público que las guerras siguientes al 11S carecían de fundamento militar ni estratégico que lo vinculara con el atentado.

Susan Lindauer[10] es periodista, y fue “Congressional Stafer” de 4 senadores diferentes del Senado de los Estados Unidos.  Autora del libro libro “Extreme Prejudice: The Terrifying Story of the Patriot Act and the Cover-Ups of 9/11 and Iraq”, donde defiende que no tiene sentido la versión de la historia que hoy se da por oficial.

Todos ellos sin NADA que ganar y MUCHO que perder, desde su trabajo hasta su vida.

Cualquier evidencia científica es inútil cuando uno NO quiere ver otra cosa que lo que le resulta cómodo creer.

La arquitectura y la física tienen mucho que decir en esto sin necesidad de tomar partido, ni tener necesariamente una respuesta al origen y motivación de las cosas.  Pero siempre preferimos pensar que hay un enemigo externo, a quien podemos echar las culpas, y contra quien podemos luchar, que pensar que el enemigo no es tan externo ni tan fácil de combatir.  Porque eso es muy inquietante.

¿Y tú eres de los que se conforman con la verdad fácil, tranquilizadora y colectiva o de los que investigan y construyen su propia opinión a partir de fuentes solventes, aunque eso suponga salirse de la manada?

 

[1] Montero, Rosa  artículo para El País ““Derechas e izquierdas” 14 de julio de 2019.  disponible en:  https://elpais.com/elpais/2019/07/08/eps/1562593439_875350.html?fbclid=IwAR3LUKTgQ95XiAh92CRmcnFTQBxV_4hRNuyED47B4iOD5SMMWYopDzmuD1U

[2] Síndrome de Solomon. Disponible en: https://elpais.com/elpais/2013/05/17/eps/1368793042_628150.html?fbclid=IwAR0X2k9UknfWWOkpiuFSJ41gGK35vQc0HmJlxPIdjpHAOqgP-97sN3O2dxo

[3] La teoría del colapso desmentida científicamente por expertos.  Disponible en:  https://www.youtube.com/watch?v=7ySUrEiVFIM

[4] MIT (Massachusets Institute of Technology) rebaten la teoría de colapso de las torres del 11S.  disponible en:
parte 1: https://www.youtube.com/watch?v=z8W-t57xnZg  y  Parte 2:  https://www.youtube.com/watch?v=qW81Cd7nNH8

[5] Sociedad Europea de física desmiente la versión oficial del 11S y afirma que fue una demolición controlada.  Disponible en:  https://mamvas.blogspot.com/2016/09/la-sociedad-europea-de-fisica-desmonta.html

[6] Architects & engineers for 9/11 truth    Disponible en: https://www.ae911truth.org/

[7] Llamadas de los pasajeros de los aviones secuestrados demostradamente imposible:  disponible en:

[8] Mayor General Albert Stubblebine, que afirma abiertamente que al pentágono lo impacto un misil:   disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=daNr_TrBw6E

[9] General Wesley Clark , comandante de todas las tropas americanas en 89 países de Europa, África y Oriente medio.  Y máximo responsable de tropas de la OTAN.   Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=GngpgCE5ubQ

[10] Susan Lindauer. periodista, y fue “Congressional Stafer”. entrevista Disponible en https://www.youtube.com/watch?v=S2Z62zWA120

 

Estudió arquitectura en la T.U. Darmstadt, (Alemania) y ETSAM (Madrid). Trabajó en cooperación, en Nicaragua del '95 al '97, y con Alberto Campo Baeza del '97 al '02 con quien fue coautor de la Caja General Ahorros de Granada. Participó en el plan estratégico de la Ciudad de las Telecomunicaciones de Telefónica en Madrid, entre otros proyectos. En ‘02 monta su estudio ARTEctura con obras tan variadas como el Edifico Minerva (c. del Amparo 103 junto a la Casa Encendida de Madrid), el Colegio Highlands los Fresnos (Boadilla del Monte), el plan de rehabilitación integral de la Ciudad de Aguarda (Pontevedra) “Cintura del Tecla”, o el Restaurante SOPA de Madrid entre otras. Formado en Coaching dialógico por el IDDI desde 2008 con especialización en desarrollo directivo y docente. Docente en proyectos en A.I. de la ETSAM, desde '02 y desde 2006 es profesor y director de la Escuela de Arquitectura de la UFV (Universidad Francisco de Vitoria).

ESCUELAARQUITECTURA.ES
Cuando la verdad es incómoda 11-

Donde todo el mundo piensa igual nadie piensa mucho”, sostenía el Neoyorkino graduado por Harvard y dos veces ganador del premio Pulitzer Walter Lippmann.  Cierto es que, como periodista, crítico de medios comentarista político, y filósofo, se refería a ese pensamiento que se genera alrededor de ideas y acontecimientos que no están sujetos a la comprobación científica de la ciencia.  Lippmann, apuntaba así, la necesaria autonomía social, valentía personal y esfuerzo intelectual que exige el pensar de manera distinta a lo que el entorno da por supuesto sin cuestionamiento alguno. Argumentaba que todos, periodistas incluidos, estamos más dispuestos a creer las imágenes mentales preexistentes (“the pictures in our heads”) que a llegar a un juicio por el pensamiento crítico. Entendió, rápidamente, que la verdad podía ser un “constructo elaborado por el mass media” y no necesariamente un reflejo de la realidad. Porque también sabía que “la masa del público lector” (no digamos ya el público que no lee) no está interesada en investigar y aprender. La gente está demasiado centrada en sí misma como para preocuparse de los asuntos públicos y políticos, salvo que le toquen directamente su bolsillo o su confort personal.

Un pensamiento independiente es un lugar solitario y ventoso. Esforzarte en pensar por ti misma puede llevarte a más de un error, pero ampararte en las ideas de un grupo no sólo no te salva de las equivocaciones, sino que además las pifias compartidas tienden a enquistarse y enconarse, de manera que los errores colectivos a menudo terminan convertidos en dogmas, y sus seguidores, en fanáticos. La unanimidad en el pensamiento es muy confortable, desde luego; pero se da la circunstancia de que cuanto más unánime es, menos reflexión permite”.[1]

Así apuntalaba Rosa Montero sin saberlo ni pretenderlo el pensamiento de Lippmann. Lo que une a ambos periodistas y escritores, separados medio siglo en tiempo, es su voluntad de enfrentarse a la narración crítica y analítica de la realidad buscando desvelar la verdad de esta, aunque el resultado de su estudio desemboque en conclusiones contra el pensamiento confortable y mayoritario.

“En tiempos de engaño global decir la verdad es un acto revolucionario” planteaba George Orwell, a lo que seguramente respondería Mark Twain que “es más fácil engañar a la gente que convencerlos de que han sido engañados”. Y es que “a veces la gente no quiere escuchar la verdad porque no quiere que sus ilusiones se vean destruidas”, y así lo verbalizó Nietzsche.

Uno de los mayores temores del ser humano es diferenciarse del resto por el temor a no ser aceptado. Así lo evidencia el interesantísimo experimento social que condujo a enunciar en 1951 el “Síndrome de Solomon[2] por el reconocido psicólogo estadounidense Solomon Asch.  “La conformidad es el proceso por medio del cual los miembros de un grupo social cambian sus pensamientos, decisiones y comportamientos para encajar con la opinión de la mayoría”.  Y, en este caso, da igual que la evidencia apunte indudablemente lo contrario.

Sorprende ver cuanta gente renuncia a su propia ciencia, aquella de la que es conocedor de un modo singular, para abrazar sin reparos un relato lleno de afirmaciones contrarias a la razón científica que uno domina, pero que es más cómodo de creer.

 

En la “construcción de la verdad” sobre el 11-S hay muchas piezas que científicamente son simplemente imposibles, pero desafiar y dudar de esa verdad colectiva resulta inquietante personalmente (porque nos deja frente a un mundo poco fiable), e incómodo socialmente (porque nos obliga a defender nuestra autonomía corriendo el riesgo de ser rechazados), incluso cuando esto ocurre tras asomarnos al suceso desde una mirada científica analítica, arquitectónica, o simplemente lógica para aprender de ella.

Para los “creyentes de la verdad oficial” poco importa que en el WTC de NY cayeran de idéntico modo “TRES” edificios, no solo las DOS torres gemelas, implosionando los tres perfectamente sobre su base, y que el tercero (WTC #7) lo hiciera sin haber recibido ningún impacto de avión, ni hubiera sufrido un “devastador incendio por el queroseno que fundiera su estructura metálica”.  Ni siquiera hubiera sido afectado por la caída de las otras dos torres.  Pocos lo saben y nadie se pregunta por qué se cayó este tercero.  Un colapso así es físicamente imposible por fallo local de la estructura.

Poco importa que la forma y tiempo de caída de las torres gemelas sea físicamente incompatible con la teoría del “pan-cake” sostenida por la verdad oficial y que coincida milimétricamente con el de una demolición controlada, muy evidente en el WTC #7 que implosiona simétricamente desde el centro[3]. Cuando la forma normal natural de colapso de un elemento vertical dañado parcialmente es una caída ladeada como la de la aguja de Notre Dame.

Poco importa que ingenieros del MIT demuestren que la teoría oficial de colapso no se sostiene científicamente[4].  Que la Sociedad Europea de Física (creada en 1968) desmienta la versión oficial y afirme que fue una demolición controlada[5],  o que haya todo tipo de fotos y evidencias en la Zona Cero de una demolición controlada que va desde la presencia de acero derretido durante semanas en sus sótanos (el acero no se derrite con el fuego de un incendio, solo pierde resistencia), hasta infinidad de pilares perfectamente seccionados y no doblados (que sería lo previsible en el tipo de colapso defendido por la verdad oficial).

Poco importa que no haya una sola evidencia de un avión llegando al pentágono (el edificio más vigilado del mundo), que no haya una sola foto ni video de ese avión, que el rastro del impacto sobre el edificio no coincida en absoluto con las medidas de un avión, que no quedaran restos de fuselaje en el lugar del accidente (único caso en la historia de la aviación) o que cualquier piloto defienda que es absolutamente imposible hacer un vuelo rasante de ese tipo con un avión comercial, y menos sin afectar al entorno físico (tendido eléctrico, luminarias, jardín previo…)

Poco importa que haya una asociación “Architects & engineers for 9/11 truth”[6] pidiendo una comisión de investigación independiente porque no creen nada de la versión oficial.  Y que esta esté avalada por más de 1.900 arquitectos e ingenieros, más de 220 Militares, servicio de inteligencia, cuerpos de seguridad, políticos y funcionarios, más de 250 Pilotos y profesionales de la aviación, más de 400 profesores universitarios, doctores y catedráticos, más de 300 supervivientes y parientes del atentado del 11S, más de 200 periodistas, divulgadores y artistas, más de 400 profesionales de la salud. Quizás son pocos, porque requiere mucho valor levantar la mano para llevar la contraria, pero basta con escuchar sus argumentos científicos, que son comprobables, y rebatirlos (si fuera es posible).

Poco importa que “la versión oficial” nos diga que bastantes pasajeros mantuvieron largas conversaciones con sus seres queridos y autoridades a más de 10.000m de altura y a 800Km de velocidad [7] explicando la situación, pidiendo ayuda y despidiéndose, cuando todos podemos comprobar con facilidad, que, en todo vuelo comercial, se pierde la cobertura de telefonía móvil a los pocos minutos del despegue incluso hoy en día que la tecnología ha mejorado notablemente.

Todo esto lo dice la arquitectura, las estructuras y la ciencia sin necesidad de creer a nadie.  Basta con saber y comprobar.

Y por último poco importa que militares norteamericanos de máximo rango y funcionarios del estado de primer nivel defiendan en público que la verdad oficial es imposible e incomprensible.  Como el Mayor General Albert Stubblebine[8], responsable de toda la inteligencia del ejército americano, que defiende que al pentágono lo impacto un misil.

El General Wesley Clark[9], comandante de todas las tropas americanas en 89 países de Europa, África y Oriente medio.  Y máximo responsable de tropas de la OTAN, que defiende abiertamente en público que las guerras siguientes al 11S carecían de fundamento militar ni estratégico que lo vinculara con el atentado.

Susan Lindauer[10] es periodista, y fue “Congressional Stafer” de 4 senadores diferentes del Senado de los Estados Unidos.  Autora del libro libro “Extreme Prejudice: The Terrifying Story of the Patriot Act and the Cover-Ups of 9/11 and Iraq”, donde defiende que no tiene sentido la versión de la historia que hoy se da por oficial.

Todos ellos sin NADA que ganar y MUCHO que perder, desde su trabajo hasta su vida.

Cualquier evidencia científica es inútil cuando uno NO quiere ver otra cosa que lo que le resulta cómodo creer.

La arquitectura y la física tienen mucho que decir en esto sin necesidad de tomar partido, ni tener necesariamente una respuesta al origen y motivación de las cosas.  Pero siempre preferimos pensar que hay un enemigo externo, a quien podemos echar las culpas, y contra quien podemos luchar, que pensar que el enemigo no es tan externo ni tan fácil de combatir.  Porque eso es muy inquietante.

¿Y tú eres de los que se conforman con la verdad fácil, tranquilizadora y colectiva o de los que investigan y construyen su propia opinión a partir de fuentes solventes, aunque eso suponga salirse de la manada?

 

[1] Montero, Rosa  artículo para El País ““Derechas e izquierdas” 14 de julio de 2019.  disponible en:  https://elpais.com/elpais/2019/07/08/eps/1562593439_875350.html?fbclid=IwAR3LUKTgQ95XiAh92CRmcnFTQBxV_4hRNuyED47B4iOD5SMMWYopDzmuD1U

[2] Síndrome de Solomon. Disponible en: https://elpais.com/elpais/2013/05/17/eps/1368793042_628150.html?fbclid=IwAR0X2k9UknfWWOkpiuFSJ41gGK35vQc0HmJlxPIdjpHAOqgP-97sN3O2dxo

[3] La teoría del colapso desmentida científicamente por expertos.  Disponible en:  https://www.youtube.com/watch?v=7ySUrEiVFIM

[4] MIT (Massachusets Institute of Technology) rebaten la teoría de colapso de las torres del 11S.  disponible en:
parte 1: https://www.youtube.com/watch?v=z8W-t57xnZg  y  Parte 2:  https://www.youtube.com/watch?v=qW81Cd7nNH8

[5] Sociedad Europea de física desmiente la versión oficial del 11S y afirma que fue una demolición controlada.  Disponible en:  https://mamvas.blogspot.com/2016/09/la-sociedad-europea-de-fisica-desmonta.html

[6] Architects & engineers for 9/11 truth    Disponible en: https://www.ae911truth.org/

[7] Llamadas de los pasajeros de los aviones secuestrados demostradamente imposible:  disponible en:

[8] Mayor General Albert Stubblebine, que afirma abiertamente que al pentágono lo impacto un misil:   disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=daNr_TrBw6E

[9] General Wesley Clark , comandante de todas las tropas americanas en 89 países de Europa, África y Oriente medio.  Y máximo responsable de tropas de la OTAN.   Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=GngpgCE5ubQ

[10] Susan Lindauer. periodista, y fue “Congressional Stafer”. entrevista Disponible en https://www.youtube.com/watch?v=S2Z62zWA120

 

Estudió arquitectura en la T.U. Darmstadt, (Alemania) y ETSAM (Madrid). Trabajó en cooperación, en Nicaragua del '95 al '97, y con Alberto Campo Baeza del '97 al '02 con quien fue coautor de la Caja General Ahorros de Granada. Participó en el plan estratégico de la Ciudad de las Telecomunicaciones de Telefónica en Madrid, entre otros proyectos. En ‘02 monta su estudio ARTEctura con obras tan variadas como el Edifico Minerva (c. del Amparo 103 junto a la Casa Encendida de Madrid), el Colegio Highlands los Fresnos (Boadilla del Monte), el plan de rehabilitación integral de la Ciudad de Aguarda (Pontevedra) “Cintura del Tecla”, o el Restaurante SOPA de Madrid entre otras. Formado en Coaching dialógico por el IDDI desde 2008 con especialización en desarrollo directivo y docente. Docente en proyectos en A.I. de la ETSAM, desde '02 y desde 2006 es profesor y director de la Escuela de Arquitectura de la UFV (Universidad Francisco de Vitoria).

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