La universidad es una isla de libertad, 
al menos la universidad pública. Porque el conocimiento, o es, o no es. 
Nada es incuestionable en la universidad, nada, colocar diques a la 
libertad de pensamiento y expresión es colocarlos a la libertad de 
cátedra y al avance del saber. A mí, Podemos no me convence ni IU 
tampoco y si hay elecciones nuevamente me volveré a abstener como hago 
desde hace bastante tiempo. Si Podemos e IU no se entienden ya no serán 
alternativas a ningún problema sino parte del problema mismo. Pero uno 
tiene sus principios -aunque sean personales e intransferibles- y no me 
va eso de estar aguantando durante años clarísimas campañas mediáticas 
de desprestigio contra Podemos e IU y estar callado, así como no me 
callo cuando al profesor doctor Pablo Iglesias –con un notable 
curriculum académico- le llaman una y otra vez “el Coleta”.
Aunque les pese a muchos, el profesor 
Iglesias –a quien no conozco salvo que hayamos coincidido en alguna 
reunión de la también demonizada fundación CEPS cuando yo pertenecía a 
ella, a mucha honra- es un representante de millones de personas y 
merece un respeto. Si tras su intervención en la universidad decide 
matizar sus palabras y aparecen Errejón y Echenique corrigiéndole la 
plana, allá él, Podemos y sus aliados habrán ofrecido otra muestra más 
de debilidad, inmadurez e incoherencia, motivos, entre otros, por los 
que no estoy de acuerdo con su proceder. Los experimentos se hacen con 
gaseosa, cuando salta uno a la arena pública hay que tener claras las 
bases fundamentales sobre las que actuar.
Es significativo que, en estos tiempos 
de pensamiento anémico derivado de lo postmoderno, cuando alguien se 
siente seguro de sus planteamientos –aunque las dudas supongo que van 
por dentro- lo llamen engreído, prepotente y calificativos parecidos, da
 la impresión de que se quiere empujar a cualquiera que sobresalga hacia
 el ejército de mediocridad política y social que envuelve a diversos 
países entre ellos el nuestro. Parece que parte de la clase política y 
mediática quiere echar abajo a quien destaca y siembra ilusiones en los 
demás debido a desaciertos y sumisión del bipartidismo a poderes a los 
que no se atreven a desafiar. Podemos es el efecto de ese hecho, no se 
olvide.
Era la universidad, no una rueda de prensa
El jueves 21 de abril de 2016 Pablo Iglesias presentó un libro en la Facultad de Filosofía de la Universidad Complutense, En defensa del populismo, de Carlos Fernández Liria. Allí, Iglesias mencionó a un periodista del diario El Mundo
 y en él personalizó/simbolizó los ataques y desinformaciones que muchos
 medios de comunicación (no todos, por fortuna) han perpetrado y siguen 
perpetrando contra la imagen de Podemos en general y de Iglesias en 
particular.
Que Pablo Iglesias tiene toda la razón 
en lo que dice no cabe duda, ¿o es que puede uno escribir lo que desee y
 como desee y esperar además que nunca le digan nada en público?, ¿desde
 cuándo el periodista y el periodismo no puede ser sometido a crítica 
libre y abiertamente mientras ellos se permiten enjuiciar a los demás?
Soy catedrático de periodismo y he 
ejercido la profesión durante quince años y mi manera de defenderla no 
es marchándome cuando me cuestionan sino explicar y escribir sobre las 
causas que existen para que la credibilidad del periodismo haya caído 
por los suelos. Hay colegas que afirman que los periodistas que estamos 
en la universidad somos los malos periodistas. No, nada de eso, somos 
los que nos viene estrecha la profesión, somos los que tenemos que 
valorar los curricula de los colegas víctimas de EREs o cansados de una 
profesión que –por regla general- se ha vuelto rutinaria y servil y por 
eso quieren acceder a la universidad y no pueden por falta de méritos 
académicos porque en la universidad no basta con contar “batallitas” 
profesionales, hay que poseer bastante más preparación ya que no se 
trata sólo de enseñar un oficio sino una profesión.
Denunciar con nombres y apellidos
Pertenezco a la Federación de 
Asociaciones de Periodistas de España (FAPE) y no estoy de acuerdo con 
defender a quienes manipulan interesadamente la información para servir a
 un poder al que Podemos inquieta, lo de menos aquí es el periodismo, lo
 importante es que el periodismo se convierte en propaganda, en 
servosistema, como diría el profesor Fernando Quirós, catedrático de la 
misma Universidad Complutense, y encima pretende que todos callemos.
Comprendo que la FAPE está en su papel 
de salir en pro de un periodista pero no es cierto que se le deba 
censurar a Iglesias la personalización en nombre de la deontología 
periodística y la ética política. Precisamente es al revés, hace 
bastantes años que la profesora Petra M. Secanella, en su libro de 
referencia, Periodismo de investigación, recogió el Decálogo de 
Sanford, elaborado en EEUU, un decálogo deontológico en cuyo punto 7 
puede leerse: “No difamar vagamente, si se quiere hacer, hacerlo, pero 
aceptando las responsabilidades”. Difamar es “decir en público o 
escribir cosas negativas en contra del buen nombre, la fama y el honor 
de una persona; en especial cuando lo dicho o escrito es falso”. Pues 
bien, el profesor Iglesias no ha difamado, ha denunciado con nombres y 
apellidos, no ha tirado la piedra y ha escondido la mano ni ha hablado 
en potencial (“Fulano podría” o “al parecer”) sino que lo ha hecho con 
concreción, como debe ser. Mi colega el profesor y periodista José 
Manuel de Pablos, catedrático de la Universidad de la Laguna, publicó en
 1997 un libro al que llamó Amarillo en prensadonde afirma que el periodismo no se escribe en potencial ni se especula con la actualidad.
Igual que le indican al señor Iglesias 
desde los medios que no denuncie en público sino que lo haga desde los 
juzgados o desde los propios medios de comunicación (en el primer caso 
la causa dura años y en el segundo las puertas están casi todas ellas 
cerradas), si el periodista aludido cree que ha sido difamado, cuenta 
igualmente con los tribunales de justicia porque del apoyo mediático ya 
goza. Tal vez en el juzgado salieran a relucir los numerosos trabajos de
 investigación que se han elaborado dentro y fuera de la universidad 
sobre las tergiversaciones que ha sufrido Podemos desde los medios de 
comunicación más masivos, cuando los mensajes de medios supuestamente 
progresistas han coincidido con otros de medios que se definen como de 
centro derecha, liberales o conservadores. Por ejemplo, El País, Abc y El Mundo
 coincidieron en 2014 en lanzar en primera página un único mensaje: que 
los ciudadanos temieran la presencia de Podemos porque estaba apoyando a
 ETA y porque el Bundesbank creía que era una amenaza para la 
estabilidad económica de España. Esta “información” tuvo un “efecto de 
arrastre” en otros medios.
Defender al periodismo desde el estudio
Mi indignación no es por el hecho que ha
 sucedido en sí, sino porque no poca prensa pretende hacer creer a la 
opinión pública algo así como que es inmune a las críticas desde la 
universidad cuando en la universidad ya tenemos clara esta campaña 
anti-Podemos y, como ya indiqué, se ha demostrado en no pocos trabajos 
de investigación elaborados sobre el fenómeno Podemos. ¿Creen los 
colegas periodistas que los profesores-periodistas que nos dedicamos a 
estudiar a diario sus mensajes no estamos defendiendo nuestra profesión?
 Ellos saben que numerosas indagaciones publicadas (y silenciadas) sobre
 el asunto están en lo cierto pero deben comer todos los días, ni 
siquiera entrevistan ni dan cancha a quienes hemos demostrado que el 
periodismo no es libre, no los dejan o ellos se autocensuran.
El propio Pablo Iglesias elaboró en 2014 el guión del conocido documental –a pesar del silencio de la prensa- Una mosca en una botella de Coca Cola
 –dirigido por Javier Couso- donde se exponen algunos de los intereses 
que ocultan los grupos mediáticos en España. Este documental puede ser 
completado por el libro Traficantes de información, de Pascual Serrano, y por otro documental, Sombras de libertad, emitido por La 2 en Documentos TV,
 si bien en esta ocasión se denuncian las censuras y choques de 
intereses en el ámbito de las corporaciones mediáticas en Estados 
Unidos, con un destacado papel del profesor McChesney, uno de los pocos 
investigadores de estos temas en aquel país, que está sufriendo las 
consecuencias de su línea de trabajo en forma de negación de 
subvenciones, por ejemplo. Ambos documentales pueden hallarse en 
Internet.
El verdadero poder
Es curioso que las organizaciones de 
periodistas nacionales e internacionales hayan denunciado reiteradamente
 la influencia de la propiedad de los medios en la libertad del 
periodista y ahora cuando Iglesias lo vuelve a expresar desde la 
universidad condenen su derecho y su deber a comunicárselo a una opinión
 pública que lo sabe pero que ignora hasta dónde llega esa influencia y 
esa presión contra el periodista y si se coacciona al periodista y al 
periodismo se le niega al ciudadano su derecho constitucional a una 
información veraz y, por tanto, se daña a la propia democracia.
Siempre digo que todo poder tiene el 
deber de ser poder y de mantenerse en el poder todo el tiempo que pueda.
 No me refiero al poder de la Moncloa ni al de Las Cortes sino a este 
otro que se desprende de unas palabras del ministro de asuntos 
exteriores en funciones, José Manuel García-Margallo, que, al referirse 
al problema catalán, pronunció en una entrevista concedida a Abc 
el 4 de agosto de 2013: «En esta época hay que tener muy claro que, 
frente al poder nacionalmente inabarcable de grupos multinacionales que 
con su capacidad de crear y destruir empleo, de crear y destruir 
felicidad, pueden poner de rodillas a muchos Estados soberanos, 
cualquier movimiento disgregador o separatista va contra el sentido de 
los tiempos. De ahí la importancia de integrarse en unidades cada vez 
más grandes, como la misma UE.».
El señor García-Margallo –un político al
 que creo competente- nos aclara quién manda aquí y se le agradece pero 
entonces, ¿qué poder tiene él y quienes le votan? Leyéndolo se comprende
 perfectamente la paranoia anti-Podemos que es especialmente grave 
porque tergiversa y miente, es cierto y está demostrado, negar eso es, a
 nivel científico, como negar la validez de los descubrimientos del Dr. 
Fleming, no podemos estar dudando siempre,El Mundo no es el El Mundo
 sino Fiat y los accionistas de Fiat (Mediobanca, etc.) y Fiat no sólo 
fabrica coches sino misiles antimisiles y otras herramientas.
¿Se desmorona Unedisa?
Es extraña la actitud de los periodistas
 en este caso aunque comprensible. El mismo día en que Iglesias 
proyectaba sus críticas se producía otro hecho, ignorado o casi por la 
opinión pública. Los periodistas de El Mundo estaban 
movilizándose por el ERE que prepara Unidad Editorial (Unedisa), la 
empresa editora. Hasta mi buzón de correo electrónico llegó un escrito 
de los propios periodistas donde pude leer:
El grupo Unidad Editorial pretende 
despedir a 224 personas aplicando directamente la ley (20 días de 
salario por año trabajado con un límite de 12 mensualidades) y sin 
presentar ningún plan de bajas incentivadas. Este ERE salvaje conlleva 
el despido de 39 trabajadores en el Corporativo (3 de ellos del centro 
de Meco de Logintegral) y 185 en redacciones con el siguiente reparto: 
58 en El Mundo Madrid, 32 en Delegaciones, 24 en Marca, 19 en Radio 
Marca, 16 en Expansión, 27 en Revistas, 5 en Ediservicios y 4 en Telva. 
Esto supondría el cierre de varias Delegaciones y algunas de las 
publicaciones del grupo. Los representantes de los trabajadores 
consideramos que esto significa un paso más en el progresivo 
desmantelamiento de Unidad Editorial como empresa informativa. El acta 
de constitución de la comisión negociadora incluye la exigencia por 
parte de la representación social de la paralización del ERE, al menos 
mientras dure la OPA presentada por Cairo Communications sobre RCS, 
empresa propietaria de Unidad Editorial. La próxima reunión con la 
empresa ha sido fijada para el próximo miércoles, 27 de abril, plazo en 
el que tenemos que estudiar los cinco tomos de documentación de los que 
la empresa no ha querido dar detalle alguno.
¿Por qué no se levantan y se van los 
periodistas de ningún acto como protesta por éste y los otros numerosos 
EREs que se van presentando paulatinamente en todos y cada uno de los 
grupos mediáticos españoles? ¿Por qué no se van cuando Mariano Rajoy o 
el PP los despacha con una rueda de prensa virtual o sin palabras? ¿Por 
qué cuentan los periodistas una cosa en público y a mí me dicen otras en
 privado que no voy a revelar para no perjudicar a nadie?
Por otra parte, ¿qué es Cairo 
Communications? A poco que se indague se descubre: un grupo cuyo 
accionista mayoritario ha trabajado para Berlusconi, para la empresa que
 actualmente respalda a Unedisa (es accionista de RCS) y que además es 
presidente del Torino CF: Urbano Roberto Cairo. ¿Qué pintan estos 
empresarios en los medios de comunicación?, ¿cómo se va a desarrollar 
así el periodismo que los ciudadanos demandan? Es cierto que aún se 
elabora un buen periodismo pero también lo es que se quedan fuera 
numerosos temas de interés y que la atención del periodista se desvía 
hacia el mundo público y político dejando a salvo –en gran medida- lo 
que se hace en el mundo privado que es en realidad donde se concentra 
más poder y para el que trabajan más ciudadanos.
Y es que hay que estar al pie de la 
realidad. Como la prensa –en general- no es un contra-poder sino que es 
un elemento del poder, todo le está permitido, basta que lo haga con glamour
 y que se sienta víctima de los demonios Pablo Iglesias, Evo Morales, 
Rafael Correa o Hugo Chávez a quien no dejan descansar en paz. Cuando 
aparece un disidente, a por él. Le ocurrió a Anguita con El País y
 otros medios, le ocurrió a Tsipras, le ocurre a Assange y a Snowden y 
le está ocurriendo a Iglesias, hay que matar al niño antes de que siga 
creciendo. Y lo lograrán (“Me llamarán, nos llamarán a todos”, escribió 
Blas de Otero) porque el Poder es implacable y hace lo que debe: 
defenderse de quienes lo cuestionan pero también estos están obligados a
 desarrollar su papel rebelde y díscolo, así es la Historia. Esperemos 
que el nuevo periodismo sea más sensato para poder darle del todo la 
razón al grito de Pascual Serrano: “La prensa ha muerto, ¡viva la 
prensa!”. Pero, ¿cómo cuestionar un sistema teniendo que vivir de él y 
en su interior?
El teatro mediático y de nuevo la universidad
Los papeles están repartidos, la SER 
promociona al PSOE con descaro y la COPE al PP sin disimulo, es lo que 
hay y bien que lo lamento porque no me gustan las manipulaciones ni 
contra Podemos ni contra nadie. El periodismo riguroso –si es que lo 
hubo- lo tiene muy difícil porque también los simpatizantes de Podemos y
 de IU desean oír lo que van buscando: que el capitalismo es el malo y 
que ellos son los buenos. Menudo maniqueísmo nos invade, sólo queda la 
universidad como isla de libertad, con todos sus defectos y, aún así, el
 Plan Bolonia y los futuros grados van a terminar poco a poco con el 
conocimiento al menos en ciencias sociales y humanidades. Y la libertad 
de cátedra está en peligro ante la revolución neoliberal que es la única
 que está en marcha.
Lo mejor que dijo Pablo Iglesias en la 
citada presentación del libro es que estaba en la universidad, no en una
 rueda de prensa. En efecto, estoy cansado de escuchar en la universidad
 a supuestas estrellas del periodismo que no hablan en clave 
universitaria sino publicitaria de sus empresas, no hablan para formar 
estudiantes ni para los docentes y los científicos sino para agradar a 
sus jefes y preservar el estatus o subir. Los periodistas de pro se 
ponen nerviosos en la universidad, es cierto, porque en la universidad 
no se depende de intereses de grupos mediáticos y puede haber en la sala
 quien se levante en un coloquio y plantee asuntos imprevistos y hasta 
desconocidos. Hay que tener valor para todo: para irse cuando no gustan 
las palabras de Pablo Iglesias pero también para largarse si en lugar de
 Pablo Iglesias se trata de un banquero o de los propietarios de una 
corporación cualquiera que, a su vez, es accionista y anunciante de los 
medios de comunicación en los que los protestones periodistas trabajan.
Pongamos un caso, para terminar. Todos 
los años se falla el Premio Planeta de novela. Días antes se suele 
filtrar el ganador. Al menos dos miembros que lo han sido del jurado de 
este galardón han hablado de sus circunstancias internas. Pero la prensa
 está allí, en masa, compartiendo mesa y mantel y hasta la Casa Real ha 
acompañado esta ceremonia. En esta ocasión, nadie se levanta y se marcha
 a desarrollar otros asuntos. Si Pablo Iglesias se convirtiera en un 
magnate con inversiones en medios de comunicación tal vez ya no sería un
 deslenguado sino un millonario excéntrico, acaso como Jeff Bezos, dueño
 de Amazon y de The Washington Post, el diario que destapó el Watergate, ¿se acuerdan?
 
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