Nepotismo: "Trato de favor hacia familiares o amigos, a los que se otorgan cargos o empleos públicos por el mero hecho de serlo, sin tener en cuenta otros méritos". Chapuza: "Trabajo hecho sin técnica ni cuidado o con un acabado deficiente".
Dos definiciones en dos líneas escasas que definen perfectamente el nuevo "caso Soria", un personaje singular propio de países subdesarrollados con Presidentes de Gobierno que confunden lo público con lo privado.
La sensación que dan los responsables del PP es la de no haber superado aún un régimen autoritario, aquel en el que la autoridad no tiene que dar explicaciones a la ciudadanía porque ejercen sobre ella un control político y policial absolutos. Y, desde luego, lo que no han superado es la ya inexistente mayoría absoluta parlamentaria, de tal manera que cuando el máximo responsable toma una decisión chapucera tanto él como su corte de palmeros se enredan en unas explicciones tan torpes como la decisión inicial. Mienten porque no saben que decir.
"En España hay más de 2.000 de funcionarios de élite con experiencia económica que podrían haber optado para el cargo. Por ejemplo, alguno de los 1.400 inspectores de Hacienda, o de los 484 técnicos comerciales y economistas del Estado o de los más de 300 interventores del Estado", señala el diario Público. Es decir que las explicaciones de que se trataba de una convocatoria concursal para funcionarios de alto rango resultó ser falsa. El cargo al que accede el exministro es de libre designación del Gobierno y no un concurso de méritos. El señor Soria, cuyo curriculum presentado en Davos en 2014 era una página en inmaculado blanco, exactamente igual que el curriculum de la otra lince de la política conservadora española, Ana Botella, que también acudió a tan distinguido conciliábulo con similar bagaje intelectual, tiene en su haber varios méritos: por ejemplo veranear en un hotel ilegal de un amigo suyo en Lanzarote o compartir con su santa esposa cuatro noches en una suite presidencial en Punta Cana, también en un hotel de su amigo, por la que pagó 70 euros la noche cuando el precio superaba los 1.300 euros.
Otra de la estúpidas explicaciones sobre el nombramiento del exministro es la de que lo había decidido una comisión técnica, que no era una decisión del Gobierno. Como sería el despropósito del argumento que hasta La Razón de Marhuenda informó que dicha comisión técnica estaba formada por Íñigo Fernández de Mesa, secretario de Estado de Economía; Jaime García Legaz, secretario de Estado de Comercio; Rosa Sánchez-Yebra, secretaria General del Tesoro; Jorge Dajani González, director general de Análisis Macroeconómico y Rodrigo Madrazo García de Lomana, Director General de Política Económica, es decir, altos cargos del Gobierno. Y todo esto sin necesidad de sacar a colación las mentirosas y torpes explicaciones que dio el propio exministro cuando le cogieron con el carrito del helado de los papeles de Panamá y que le obligó a dimitir del ministerio de Industria, del Congreso de los Diputados y de la presidencia del PP canario.
Lo dicho: no es que mientan y se enreden con sus propias mentiras, es que no están habituados a tener que dar explicaciones. España es su cortijo y ¡hasta ahí podríamos llegar!
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