El Gran Wyoming Publicada 07/09/2016
http://www.infolibre.es/noticias/opinion/2016/09/07/esta_realidad_legal_54372_1023.html#com
Me reincorporo a las tareas de personaje público tanto aquí como en la televisión.
Durante este tiempo he intentado desconectar de la realidad mediática, 
esa que nos cuenta lo que nos espera convirtiendo cada información en 
una amenaza porque nos pone enfrente a esos seres amorales que nos tienen en sus manos y disponen a su antojo de nuestras vidas, disolviendo nuestra fantasía de intentar un mundo donde la justicia prevalezca.
Ahora ha tocado el Banco Mundial, ese órgano que suena a entelequia 
sacada de 1984. Depende de las Naciones Unidas, tiene la sede en 
Washington y su misión es luchar contra la pobreza de los países en vías
 de desarrollo. 
La polémica saltó porque el gobierno en 
funciones decidió que la persona adecuada para ocupar una de las plazas 
de esa cosa con más de quince mil empleados era el ex ministro Soria,
 que fue apartado de su cargo porque no daba la talla de honradez que 
exige el PP para estar a la vista del público. Talla que en estos 
momentos se mide en milímetros. Bueno, eso dicen. 
Como sabemos, luego se encargan de rehabilitar el honor de sus presuntos y convictos,
 de procurarles un presente honroso y de blindarles un futuro. 
Transmiten la impresión de que todos participan de todo, son cómplices 
de ese todo y se reparten el todo entre todos.
Aunque pueda parecer paradójica la cuestión de proponer para el Banco 
Mundial a ese señor de dudosa catadura moral, cuestionada honradez y 
nula palabra, tiene cierta lógica si tenemos en cuenta que quien hace tal propuesta es un partido que está procesado como tal y que, además, tiene entre sus filas innumerables casos de corrupción, unos convictos y otros en proceso de investigación. 
Ya saben que suprimieron la palabra imputación como 
hacen los malos en las novelas de ciencia ficción que siempre la toman 
con las palabras y los libros. Casos de corrupción que, aunque masivos, 
ellos llaman aislados a pesar de que luego se acogen a una defensa 
única, colectiva, dirigida y pagada por el propio partido como ocurrió 
cuando Federico Trillo decidió tomar el timón del conjunto de afectados 
por la Gürtel, y por afectados no me refiero al pueblo español,
 ni a Baltasar Garzón, expulsado de la carrera judicial por intentar 
aplicar la ley a los amos, sino a la masa de políticos que 
participaban en esa trama que, como todas las que tocan a los señoritos,
 quedará en nada, como iremos viendo.  Es la ley. 
Decía que el embajador español en Reino Unido cobraba por llevar la 
defensa de los presuntos, como hacen las bandas de delincuentes, para 
que a ninguno se le ocurriera tirar por su lado para evitar comerse el 
marrón e irse de la mui. 
Aquí todos declararán lo que dicte la dirección del partido. En Italia 
lo llaman Omertá; aquí, asesoría jurídica, y es una mala noticia para 
los que pretenden hacer sinónimos democracia y Estado de Derecho, porque
 el encubrimiento, asesoramiento y falta de colaboración con la justicia
 por parte de aquellos que nos dictan e imponen la ley es una mala 
práctica desde el punto de vista de la pedagogía. Claro que poco puede 
esperarse de un país donde una abogada del Estado, en sede judicial, 
poniéndose de la otra parte, de la que está siendo juzgada por el Estado
 que ella representa, afirma que eso de que Hacienda somos todos es un eslogan publicitario sin el menor sentido,
 lo cual es cierto. Ya sabemos que las grandes empresas no pagan nada y 
que parte de nuestros impuestos van a sus cuentas de beneficios porque, a
 diferencia de los demás agentes tributarios, o sea los votantes, lejos 
de pagar, esas empresas transnacionales cobran del Ministerio de 
Hacienda. 
Echamos de menos al teleñeco Montoro, con su habitual 
desparpajo y chulería, dando alguna explicación sobre el particular. 
Pero está todavía enredado en su número cómico sobre las ventajas que 
trajo a las arcas de este país la amnistía fiscal que amparó a los 
delincuentes que tenía que perseguir. Bueno, mejor que no dé 
explicaciones porque se remitiría a las palabras de la abogada del 
Estado, pero con la consabida máxima que sirve para todo: “Es legal”. 
Es legal que sangren al ciudadano currante mientras los que obtienen 
millones de euros en beneficios sacan pasta de la caja que llena el que 
se sube al andamio. Ya saben, les sale negativo lo del Impuesto de Sociedades y hay que devolverles dinero. A esto que digo, que es verdad, se le llama demagogia y populismo que, dicho sea de paso, también es legal, de momento. 
Como legal es que despidan a periodistas por decir estas cosas en un Estado donde la Constitución avala la libertad de expresión, pero también el libre despido. No les echan por lo que dicen, sino porque les da la gana, que es un argumento mucho más genérico y no compromete. 
No le faltaba razón a la abogada del Estado en eso de que Hacienda son sólo algunos, lo sabemos todos, pero no es en el juzgado donde deben hacerse ese tipo de afirmaciones. A ella la pagamos para que diga lo contrario, no para que se realice en lo personal afirmando lo obvio. Es como si el rey se dedica a proclamar en sus discursos que la república es el mejor de los sistemas políticos.
 Hacen mala pedagogía porque se han instalado en el descaro que 
proporciona la impunidad. Lo que se conoce como recochineo. Nos 
restriegan que somos meros peones contributivos con derechos virtuales y
 obligaciones reales, punibles en su incumplimiento.
Así, aunque resulte cómica, la propuesta de Soria para el Banco Mundial,
 ése que lucha contra la pobreza, por lo visto, era legal. Esa es la legalidad vigente.
 Además, como desconozco quién integra ese organismo, a lo mejor este 
señor se habría encontrado en su salsa. Quién sabe si no era una 
propuesta (rechazada este martes por el propio Soria tras el escándalo provocado) para regenerar esa institución porque lo que hay dentro es todavía peor.
Al señor De Guindos le parecía Soria el más adecuado, y él sabe de lo 
que habla. Recordemos que antes de ministro de Economía y otros cargos 
públicos y consejerías, siempre saltando de lo público a lo privado (es 
legal, sin saberse bien a cuál de las dos partes sirve) fue el 
responsable en España y Portugal de Lehman Brothers, empresa que llevó a
 cabo la mayor estafa que se recuerda a nivel internacional, al
 punto que a esa fechoría se la considera uno de los banderazos de 
salida de la actual crisis mundial y que, lejos de pasarle factura, de 
pagar por ello junto a sus secuaces, le catapultó hacia la cima de la 
gestión económica, siempre dentro de la legalidad.
Es la legalidad, idiota. Por eso creyeron posible, a raíz del 
descubrimiento de la incompatibilidad de los negocios del señor Soria 
con la decencia en la gestión pública, activar el fulgurante despegue de
 una carrera imparable hacia la dirección de los órganos que controlan 
el mundo, que se mueven en la legalidad gobernados por gente que no es legal, y que ni siquiera se molesta en parecerlo.
Vuelvo a la realidad. Me hubiera gustado que me esperara Scarlett 
Johansson para decirme eso de: “te hemos echado tanto de menos”, pero me
 esperaba la realidad, cruda, dura, en su más pura esencia.
Ya saben, la realidad no imita a la ficción, imita a la mala literatura.
Aquí estamos.
 
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