Un pueblo informado no es manipulable. Me la trae al fresco la imagen que queráis dar de mi fuera de mi provincia de insultón, faltón, apocalíptico o grotesco. Habéis estado un año sin hacernos ni puto caso y vais tarde y mal. Ese fue vuestro grave error, previsible, porque unos cuantos no hacéis bien vuestro trabajo y no contrastáis la información. Como algunos médicos, políticos y funcionarios, vendéis vuestra decencia como profesionales al mejor postor.
Así que esos mensajes de desprestigio que lanzáis hacia mi a estas alturas a la orden de vuestros amos, solo os puedo decir que me la sudan y allá vosotros. También el pueblo tiene libertad de expresión. No sólo es vuestra.
Gracias Luis por este artículo impecable. Algunos periodistas tenían que aprender de ti. #yeah
http://www.eldemocrataliberal.com/2017/09/spiriman-y-el-cuarto-poder.html
A raíz del reciente artículo del periodista Teodoro León
Gross, publicado en el diario “El Mundo”, en el que se vertían algunas
opiniones sobre Spiriman y la Sanidad
andaluza basadas en informaciones no contrastadas, se ha desatado un debate
interesante sobre la labor de información de los medios de comunicación y de
los periodistas sobre lo que ocurre en Andalucía, debate que llega en un
momento muy oportuno. Y digo interesante porque está revelando lo que, a mi
juicio, es uno de los grandes déficits de nuestra malograda democracia: la
información.
Ayer mismo, una periodista de Onda Luz ha intentado menoscabar la figura de Spiriman –ni ella ni otras personas lo van a conseguir-, llamándola “caricatura grotesca y amante de insultar
a periodistas”. Si alguien pretende que haya un enfrentamiento entre la asociación
“Justicia
por la Sanidad”, que lidera Spiriman,
y los medios de comunicación y los periodistas, no vamos a caer en esa estúpida
estrategia. Ayer mismo le decía a Isabel Morillo, periodista de El
Confidencial, que en todas las profesiones hay buenos y malos periodistas, y
los conocemos por sus trayectorias. Yo soy funcionario de carrera, y he
reconocido públicamente que también hay buenos y malos funcionarios en la Junta
de Andalucía, y lo he justificado. Un ciego corporativismo no nos lleva a nada
bueno en ninguna situación.
Más de un
periodista sabe –y lo ha reconocido, porque lo ha
sufrido en empresas de medios de comunicación para las que ha trabajado-
que no
siempre se publica la información que a ellos les gustaría publicar,
porque no todos los medios publican y difunden la información
libremente. Negarlo es
de necios: existen muchos intereses en juego.
¿Sabían ustedes que aún sigue vigente la Ley 14/1966, de Prensa e Imprenta, que
regula en su capítulo primero “la libertad de prensa e imprenta”? Y aunque se
han derogado algunos artículos y capítulos, ahí sigue vigente, desde la época
franquista. Y eso por no hablar del Real
Decreto 2089/1984, de ayudas a Empresas periodísticas y Agencias Informativas,
que sigue sin modificarse desde entonces, cuyo contenido es vomitivo. Este dato
revela el gran interés que tienen los partidos políticos por la independencia
real de los medios de comunicación. Y después vendrán los partidos dando
lecciones de democracia...¡anda ya!
Volviendo al artículo del citado periodista -Sr. León Gross-,
decía: “... y al otro, en la estela de
Spiriman elevado a youtuber faltón
de la marea blanca, se percute con mensajes apocalípticos” (la negrilla es
mía). Al margen de referirse a unos posibles “extremistas” que siguen el rastro
del personaje, lo que está afirmando el periodista es que Spiriman presuntamente
ofende en sus vídeos. Pero, ¿a quiénes? ¿A los andaluces? ¿A los profesionales
sanitarios? ¿A los gestores y altos cargos del SAS y la Consejería de Salud? ¿A
los funcionarios? ¿A Susana Díaz como presidenta del Gobierno andaluz? ¿A todos
los ciudadanos?
Llamar “faltón” a una persona sin expresar de forma
manifiesta los motivos, sin explicar a quienes presuntamente ofende y si hay o
no motivos para que pudiera hacerlo, entra en el campo de la arbitrariedad,
algo parecido a lo que tanto criticamos de los actos de muchos políticos cuando
toman decisiones administrativas sin justificarlas. Si no se explican los
motivos, caben muchas interpretaciones: Spiriman ofende en sus vídeos a todos
los ciudadanos sin justificación, Spiriman ofende a un grupo determinado porque
los odia, Spiriman ofende a algunos aunque esté justificado, Spiriman ofende en
todo lo que dice y hace, etc.
Si le ha llamado "faltón" por decir palabrotas presuntamente
ofensivas a sus destinatarios, creo que no ha entendido la puesta en escena del
personaje en sus vídeos. Spiriman ha llegado al público y tiene tantos
seguidores precisamente por ser políticamente incorrecto, por hablar con un
lenguaje coloquial que muchos andaluces entienden, y lo más importante, porque está siempre respaldado con datos y hechos
contrastados, y esa es la causa principal por la que los
presuntamente "ofendidos" no se atreven a denunciarlo, no vaya a ser que
también un Tribunal declare que es verdad lo que se denuncia.
Y aquí es adonde quería llegar, porque estos datos y hechos sí que son realmente ofensivos para todos los
andaluces, como ha quedado demostrado públicamente multitud de veces. Yo no se
lo que sentirá cada andaluz, pero yo me siento ofendido, despreciado y
humillado con las palabras y acciones de muchos políticos andaluces, especialmente
por los que han ocupado cargos relevantes en el Gobierno y Administración,
empezando por la actual presidenta, Susana
Díaz, que es una faltona, inútil y mentirosa compulsiva, como demuestran sus palabras y
acciones políticas.
Sin embargo, todavía no he leído ese artículo periodístico
que tache de faltones a los autores de esos hechos ofensivos. ¡Claro, quién
se atreve a llamar faltón a un político por sus corrupciones, por ser
consentidor de las de otros o por su nefasta gestión!
A mi juicio, no creo que los corruptos y los que consienten
la corrupción se sientan precisamente muy ofendidos por las palabras de Spiriman. El respeto sólo lo merece quién se lo gana. El corrupto y sus
consentidores no se merecen ninguno, y miserable es el calificativo más suave
que los califica.
Me decía el citado periodista en Twitter que “la realidad no
es negra o blanca”, y que hay “gama de grises”, a lo que le contesté
que “quien conozca las entrañas del
régimen del PSOE andaluz sabe que la realidad es negra, sin grises, tono preferido
por los pusilánimes”.
Seguir la estela de Spiriman y percutir la Sanidad andaluza
con mensajes apocalípticos no es de
extremistas, como defendía el artículo. Aquí no caben juegos con el lenguaje para
lucirse en una columna de opinión, que el tema es de una gravedad absoluta. ¡Joder, que estamos hablando de salvar
vidas humanas!
Cuando hablamos de corrupción
del sistema político-administrativo, la
realidad sí es negra, Sr. León Gross. Decolorar la gravedad de lo que
ocurre –“en la gama de grises”- sólo
ayuda a que los corruptos hagan de su capa un sayo. La corrupción
institucionalizada en Andalucía es una realidad negra azabache. El propio TSJA
reconoció en una sentencia “el desprecio
al Estado de Derecho” pergeñado por políticos del PSOE en la Junta, y el
anterior Fiscal Superior del TSJA nos reconoció a Eduardo Maestre y a mí en su
despacho en 2013 que la corrupción política y económica en Andalucía es “crimen
organizado”, y que campa a sus anchas ante la falta de medios para
luchar contra la misma. Aquí no caben medias tintas, Sr. León Gross, porque si
no se reconoce la gravedad de la situación, jamás se adoptarán las medidas
necesarias para minimizar la corrupción.
Además, seguía diciendo el artículo que “Hace dos años nadie hubiera apostado a que la Sanidad sería un agujero
negro, pero ahí está, y ya no se puede neutralizar con el mantra de la joya de
la corona o invirtiendo en propaganda. Hay que empezar por explicar la verdad.”
¿Cómo un periodista puede afirmar que “hace dos años nadie hubiera apostado
a que la Sanidad sería un agujero negro”, si ha habido profesionales sanitarios
y sindicatos (especialmente SMA y SATSE) denunciando en los Tribunales desde
hace muchos años que estaban cometiéndose auténticas aberraciones
(profesionales que incluso han sido acosados por la Junta), si algunos
funcionarios llevamos muchos años demostrando que las Agencias Públicas
Empresariales son un nido de corrupción –y en la Junta hay 5 Agencias sanitarias-,
si algunos medios de comunicación ya habían publicado hace años diferentes
casos de corrupción en la Sanidad andaluza, si la Cámara de Cuentas en sus
Informes de fiscalización lleva años revelando lo que ocurre en la Sanidad
andaluza, si yo mismo denuncié en 2013 junto a Eduardo Maestre en la Fiscalía
Superior del TSJA los contratos verbales celebrados en la Sanidad andaluza –del
que se hizo eco El Mundo-, etcétera?
Supongo que los "dos años" será un grave error de cálculo de tiempo, ¿no?
¿Qué más pruebas necesita un periodista para manifestar la
realidad que vive la Sanidad andaluza desde hace muchos años? Con un mínimo de
investigación e interés por informarse antes de opinar, hubiera evitado decir
lo que dijo, salvo error manifiesto o que haya otros intereses que desconocemos.
La Sanidad andaluza era –y sigue siendo- un agujero negro,
como prácticamente ocurre en toda la Administración de la Junta de Andalucía. Ya
lo habíamos demostrado, y seguimos haciéndolo. Acaba de publicarse el último
informe de la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública
(FADSP), y Andalucía ha caído en picado en el ranking de las Comunidades
Autónomas. Sin embargo, algunos todavía no lo ven, y otros se resisten a verlo
o simplemente no tienen interés en reconocerlo.
Por ello, en un tuit he invitado públicamente al citado
periodista a tomar un café conmigo, para que tenga la oportunidad de escuchar con
detalle la realidad de la Junta de Andalucía, si tiene interés en conocerlo de
primera mano. Y sigue en pie la invitación. Rectificar es de sabios, y ahí lo
dejo.
Algunos osados defienden la Sanidad andaluza porque dicen
que hay unidades de referencia nacional. Pero si sometemos a un análisis
racional a estas unidades se descubre que la fama conseguida no es debida a la
gestión política de los responsables del SAS o de la Consejería de Salud, y
mucho menos del Gobierno andaluz, sino a la labor de un equipo de profesionales
sanitarios que han sido liderados por un buen profesional médico.
Creo que ya es hora de no perdernos en caminos estériles y de centrar el debate, que precisamente es lo que intentan evitar los
responsables del SAS y de la Consejería de Salud, y hasta el mismo Gobierno
andaluz, que son incapaces de rebatir un solo dato de los que hemos publicado.
El foco lo estamos poniendo algunos ciudadanos desde hace mucho tiempo en la
nefasta gestión de los recursos humanos y materiales en la Junta de Andalucía,
así como en la corrupción institucionalizada, de las que la Sanidad no escapa.
La asociación “Justicia por la Sanidad” que lidera el médico Jesús Candel
–Spiriman- está haciendo una labor que hasta ahora muy pocos se habían atrevido
a hacer individualmente con un coste personal elevadísimo. Luchar contra el
“crimen organizado” no es tarea fácil.
Como ya dije en las redes sociales, la puesta en escena de Spiriman
en sus vídeos parece deslumbrar a algunos periodistas, que ni siquiera observan
lo que ocurre en la tramoya. Con todo lo que hay en juego, parece humor negro
que haya algunos periodistas que en vez de investigar e informarse de la
realidad de la Sanidad andaluza –y del resto de la Administración andaluza- y
de la labor que se está haciendo en la asociación “Justicia por la Sanidad”, se
centren en oscurecer la figura de Spiriman por sus formas, desviando la atención
de lo importante, que es lo que lleva advirtiendo en todos sus vídeos
sobre los políticos y colaboradores del régimen. ¿Por qué no se centran en denunciar
las formas de mentir del régimen del PSOE andaluz, las formas de saquearnos a
todos, las formas de engañar y estafar a los andaluces con una vileza y un
cinismo propio de mafiosos?
Por último, no puedo terminar este artículo sin alabar la
brillante de labor de esos periodistas de investigación que se juegan el
pellejo literalmente con su trabajo, así como de los medios de comunicación que
anteponen el interés general a los suyos particulares publicando y denunciando los
casos de corrupción y demás abusos de los poderes públicos con datos y hechos
contrastados, sin importarles las consecuencias. En definitiva, de mantener a
la ciudadanía bien informada, ejerciendo su función democrática de control de los
poderes públicos. Por eso se les conoce como “cuarto poder”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario