BLOGS.PUBLICO.ES ANÍBAL MALVAR 16/6(21
Cada día tengo más fácil referirme a nuestros gobernantes. Por mucho que la edad ya erosione mi memoria. Si alguien me pregunta a quién quiero más, a mamá o a papá, yo siempre contesto lo mismo: al Señor X. No falla en España. Ahora los periódicos británicos, que son los que más se preocupan de España, nos dicen que a lo mejor o a lo peor hay un nuevo Señor X llamado, quizá, Felipe Sexto, que tal vez era consciente de que su papá, el Señor X sénior, le había hecho beneficiario de unas cuentas opacas en presuntos paraísos supuestamente fiscales, y en este plan. La verdad es que los periódicos británicos podían dejarse un poco de hacer el trabajo que tienen que hacer los nuestros. Tanto buscar corruptelas en países extranjeros tiene que ser maligno.
Aquí a los señores X les tenemos mucho cariño. Hay más señores X que Pérez en España. Es un poliamor histórico. Nuestro primer Señor X fue Adolfo Suárez, que por alguna razón que todos desconocemos dimitió a pocas calendas de que el general Alfonso Armada, preceptor y educólogo de Juan Carlos I, diera un golpe de Estado en el Congreso de los Diputados. Lo mismito que un rodea el Congreso, pero por dentro y con uniforme, que es más español, más torero y más gitano.
Aun siguen los historiadores españoles preguntándose que sucedió en aquellos días, y se conoce que los británicos, que son los que más saben de señores X españoles, andaban aquel febrero despistados y nos dejaron a nosotros la tarea de investigarlo. Los españoles estamos muy orgullosos de los agujeritos de bala que dejó Tejero en los techos de San Jerónimo, y se los enseñamos a los turistas como gran metáfora de nuestra democracia perfecta. Lo que ya no interesa, ni a nosotros ni a nuestros turistas, es el nombre del que le dijo a Tejero que tenía que empuñar un arma contra la democracia. Pelillos a la mar de la Historia.
Leopoldo Calvo Sotelo no gozó de tiempo (...)
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