Jose Sepúlveda Sepul | Anonymous Defensa Animal España | 23/08/2015
Como en muchas situaciones en la vida, hay que estar en un lado o en el otro.
Últimamente, el debate de “corridas de 
toros sí o no” está a la orden del día y tengo bien claro que me decanto
 totalmente por el NO y aquí os dejo una respuesta que ya di en su día a
 un artículo que hablaba sobre el tema y que ya he compartido con varios
 amigos, en sus muros de Facebook:
En mi caso, que me ha tocado llevar el 
sonido en alguna retransmisión, siempre he comentado que, si en lugar de
 la mezcla de sonido de la banda de música, aplausos, bravos, olessss y 
demás… el sonido fuera el que capta el Sennheiser 816 (micrófono que 
capta a gran distancia y buena calidad) a
 pie de ruedo, donde se escucha perfectamente el sonido de la 
banderillas al entrar en la piel, los mugidos de dolor que da el animal a
 cada tortura a la que se somete… y además lo acompañáramos de primeros 
planos de las heridas que lleva, de los coágulos como la palma de una 
mano, de la sangre que le brota acompasada al latir del corazón o la 
mirada que pone en animal antes de que le den la estocada final, creo 
que el 90% apagaría el televisor al presenciar semejante carnicería a 
ritmo de pasodoble.
Yo, 
personalmente pedí el dejar de hacer ese tipo de trabajo, precisamente 
un día que en Castellón me tocó estar en el callejón y me cabreé mucho 
al escuchar a un toro, al cual el torero falló cuatro veces con el 
estoque y harto de escuchar al pobre animal me quité los auriculares… No
 tuve bastante, que mientras agonizaba, escupía, se ahogaba en su 
sangre, se vino a morir justo pegado a mí, apoyado sobre las maderas 
mientras daba espasmos y su mirada ensangrentada y con lágrimas, sí 
lágrimas, sean o no sean de dolor, se cruzó con la mía y no nos la 
perdimos hasta que un inútil … falló dos veces con el descabello, al que
 le dije de todo.
Ahí acabó mi temporada torera de por vida.
Son 
sentimientos personales y lo mas probable es que a un amante de “la 
fiesta” le parezca ridículo, pero para mí, más ridículo es cuando 
después de semejante carnicería, giras la vista al público y los ves 
allí aplaudiendo, comiendo su bocata sin inmutarse, ni habiendo visto y 
oído lo que yo.
 
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