Enrique Díez Gutiérrez, profesor titular de la Facultad de Educación en la Universidad de León, asegura que se quedó atónito cuando llevó a sus alumnos de primero de carrera a ver el documental El silencio de otros. Y no tanto por lo que en él se cuenta, una pieza que navega por las historias de represaliados y represaliadas del franquismo y la lucha de las familias en la búsqueda de la verdad, la justicia y la reparación, sino por los comentarios tras el visionado. “Nadie nos había explicado nada de esto”, le comentaron a este profesor, que, movido por esta frase y el déficit palpable sobre memoria histórica con el que el alumnado llega a la universidad, se ha dedicado a hacer un repaso de los libros de texto de Historia.
Sara Plaza Casares 16/5/22
Y habla de un proceso de “desmemoria”, fraguado durante la Transición y plasmado en lo que se enseña en las aulas. “Un memoricidio”, remarca. “Lo que hemos comprobado es que los alumnos y alumnas saben más del nazismo que del franquismo; saben más del holocausto judío que del holocausto español. Carecen de una formación sólida sobre lo que supuso la dictadura y la lucha antifranquista y tenemos una deuda democrática con la Segunda República”, explica Díez a El Salto.
Este profesor, autor del libro La asignatura pendiente (Plaza y Valdés, 2020), resume que, en sus cinco años de análisis de libros de texto, en los que ha realizado 610 entrevistas a profesorado de Historia y 376 a alumnado, se ha dado cuenta de que hay un problema de invisibilización y de tergiversación de la memoria histórica. Así, por ejemplo, los materiales se centran en la guerra, mientras que la posguerra sigue en la sombra. “Además, los 44 años que transcurren entre la Segunda República, la guerra y el franquismo, que deberían ocupar cerca del 50% de los contenidos del siglo XX, por estricto tiempo cronológico, solo ocupan el 9%”, explica.
Por otro lado, y siempre según su investigación, ni la mitad de los libros de 4º de la ESO y pocos más en 2º de Bachillerato explican cómo el franquismo hacía leyes a su medida para llevar a cabo fusilamientos, coacciones, expolios… de los opositores y opositoras al régimen. Más allá de la violencia física de los “paseos” o los fusilamientos, no se explica nada sobre el exilio interior de los topos, el robo de bebés a mujeres humildes o los experimentos con las prisioneras para erradicarlas el llamado gen rojo. “Se dedica a los ‘paseos’ el mismo espacio que el dedicado a Mariquita Pérez, “el juguete más ansiado en los años 50”, ejemplifica.
En cuanto a la tergiversación, considera importante señalar el uso de palabras inadecuadas, como “alzamiento” en lugar de golpe de estado. Lo más grave, añade, es la teoría de la equidistancia. “Se insiste reiteradamente en que la guerra fue un enfrentamiento fratricida como si dos partes se hubieran enfrentado con las mismas condiciones, que todos fuimos culpables, una lucha entre hermanos, equiparando al torturador y a la víctima. Un torturador nunca es un bando”, concluye.
Una oportunidad perdida
Todos estos déficits se podrían haber subsanado en el nuevo currículo aprobado con la LOMLOE, la recién llegada norma educativa (...)
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