4/6/22
Un viaje por la cultura negra que no recorre las bandas de música de Nueva Orleans o los clubs de Harlem ni siquiera muestra la industria del cine de Lagos o la moda de Nairobi, sino que atraviesa grises barriadas de París, Bruselas, Ámsterdam, Berlín, Estocolmo, Moscú, Marsella y Lisboa. Una reivindicación en toda regla de la identidad afroeuropea (que el autor llama ‘afropea’, por las resonancias coloniales de la palabra Europa)... Todo eso incluye Afropean (Capitán Swing), libro a caballo entre el ensayo y la crónica de viajes de Johny Pitts (Sheffield, 1987), músico, presentador y fotógrafo dispuesto a demostrar que, en Europa, ser negro no significa ser inmigrante.
Hijo de un músico de soul estadounidense y una administrativa inglesa blanca, explica que “tras la crisis financiera del 2008, el Reino Unido puso en cuestión la multiculturalidad, que había sido el estandarte en los años de Tony Blair. Sentí que las personas de piel oscura éramos culpadas del fracaso del sistema bancario, por las hipotecas que nos hacían contratar. Me pregunté dónde encajaba como europeo negro y emprendí un largo viaje para responderme, preguntándole eso a la gente que me encontraba por todas las ciudades”, explica por videoconferencia desde su casa de Londres. Su criterio era hablar con gente corriente, representativa de la mayoría de los 14 millones de afroeuropeos para romper con esos estereotipos que “nos representan como dandis retro, hipsters estilosos, supersexis, deportistas o gángsters”.
“Pero enseguida me di cuenta de que todo es más complicado, que lo afropeano está fragmentado en mil pedazos, el concepto como algo unitario fracasa, yo recompongo las piezas para mostrar el mosaico. En esta complejidad radica su hermosura. Funcionamos más allá de los nacionalismos. No podemos ser una única identidad, sino un club más abierto. Si fuera buen músico, habría hecho un disco en vez de un libro, mezclando todos esos ingredientes”.
De hecho, el término afropeo fue acuñado originalmente a principios de los 90 por el cantante David Byrne y la belga-congolesa Marie Daulne, vocalista del grupo Zap Mama, con quien Pitts ha hablado mucho y “que tomó la música orquestal europea, los ritmos de EE.UU., el afrobeat, la música polifónica pigmea... lo mezcló y convirtió en un solo sonido coherente, creando un paisaje sonoro que une a las personas y las ideas”. También cita al grupo Les Nubians (que funde el Chad con Francia), a Neneh Cherry (con raíces entre Suecia y Sierra Leona), a la cantante Joy Denalane (sudafricana y alemana), a la nigeriano-británica Sade o a Trace, la revista de Claude Grunitzky... (...)
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