7/8/22
7 de agosto de 1993.
JOSÉ SARAMAGO.
DOS VERDADES COMO PUÑOS SOBRE LA EUROPA DE LOS MERCADERES Y DE LOS CONSUMIDORES.
El día 7 de agosto de 1993 aparecería en las páginas del periódico lisboeta "Expresso", una entrevista realizada a José Saramago por la periodista y escritora portuguesa María Clara Ferreira Alves.
Una entrevista que se realizaría en la residencia de José Saramago en su domicilio situado en la isla canaria de Lanzarote; y que ya había sido fijada anteriormente, donde María Clara Ferreira Alves -crítica literaria, editora y redactora principal del "Expresso", le preguntaría sobre la realidad de Europa, titulándose la revista como "Una cierta idea de Europa".
Entrevista que tendría lugar entre los días 21 y 22 de junio de 1993, habiendo llegado la entrevistadora a Lanzarote, el día anterior, 20 de junio de 1993.
De entre la serie de afirmación e ideas que manifestaría José Saramago, me gustará destacar dos de sus afirmaciones; para que sirvan de reflexión y análisis, a la vez que suponen un "puñetazo en pleno mentón" a la Europa de los "mercaderes" y de los "consumidores":
"Siempre se ha hablado de Europa como de un mercado con no sé cuantos millones de consumidores, nadie habla de la Europa de los ciudadanos que necesitan medicinas, pensiones de vejez dignas, asistencia hospitalaria, sistemas educativos modernos. Es dudoso que, en tantos años de construcción europea, nada en la Comunidad apunte en ese sentido .De lo que se habla es de reducir los beneficios sociales. Si se me permite hemos pasado del ideal del estado providencial al estado chulo,"
"No son los políticos los que gobiernan el mundo. Los lugares del poder, además de ser supranacionales, multinacionales, son invisibles."
Una entrevista que el propio José Saramago en su "diario personal" -en le fecha del 22 de junio de 1993-, calificaría de la siguiente manera. (Este diario personal se publicaría más tarde bajo el título de "Cuadernos de Lanzarote II (1993-1995)")
"(...) 22 de junio
Acabé la entrevista exhausto. Y con la desconfianza de que no haya valido la pena que Clara viniese desde tan lejos para llevarse de aquí este caldo recalentado de unas cuantas repetidas opiniones, tal vez sensatas, tal vez inteligentes (no digo siempre, digo que alguna vez), pero de cuya consistencia y adecuación a la realidad actual que yo mismo ya voy dudando. Mi escepticismo sobre la Europa comunitaria no se ha modificado, sin embrago no consigo dejar de pensar que la Europa de hoy ya poco tendrá que ver con aquella otra Europa que imaginé conocer y de la que me permito hablar. Seguramente existen dificultades infinitamente más graves de las que un simple escritor (éste) sería capaz de nombrar. ¿Cómo se puede, por ejemplo, creer en la buena fe de Delors, que ahora, en la cumbre de Copenhague, salió con una llamada a la solidaridad de los pueblos europeos para la resolución del problema del desempleo? ¿Fue la falta de solidaridad la que produjo en Europa dieciocho millones de desempleados, o ellos son solamente el efecto más visible de la crisis de un sistema para el cual las personas no pasan de productores en todo momento dispensables y de consumidores obligados a consumir más de lo que necesitan? Europa, estimulada a vivir en la irresponsabilidad, es un tren disparado, sin frenos, donde unos pasajeros se divierten y los restantes sueñan con eso. A lo largo de la vida van sucediéndose las señales de alarma, pero ninguno de los conductores preguntan a los otros y a sí mismo: "¿Adonde vamos?". (Fuente: José Saramago. ·Cuadernos de Lanzarote I (1993-1995)". Ebookelo. com. Páginas 50 y 51)-
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