Guillem Martínez 7/09/2024
Hasta el primer martes después del primer lunes de noviembre, la derechas españolas serán ruido. Después, y pase lo que pase, más. Ese ruido es también el idioma de Junts
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-TIEMPOS MODERNOS. Lo que aquí sigue es un repaso de las coordenadas de este curso que empieza. No se trata del dibujo del destino, sino de su carretera, que vete a saber a dónde conduce. Es una descripción desde lo global hasta lo local, en la que, si se fijan, y en lo que es una metáfora, lo global ocupa más espacio. Por lo demás, es tan difícil adivinar el futuro como el pasado, al punto que Edgar Neville realizó una peli magnífica –La vida en un hilo, 1944– en la que ocurría eso, el prodigio de una pitonisa que adivinaba el pasado. Neville, por cierto, fue un miembro destacado de una gran generación –que debería haberse llamado Generación del 31 y haber integrado, además de a poetas, a novelistas, periodistas, dramaturgos y guionistas, pero a duras penas el Mandarinato permitió al pobre de Dámaso llamarla Generación del 27–. Neville participaba tanto y tan intensamente de la lógica de aquel grupo que, a principios de los 30, alcanzó el mayor y más codiciado premio de su generación: ser amigo íntimo de Charlie Chaplin, el gran mito viviente para todos ellos. En lo que es una prueba de que el futuro y el pasado son impredecibles, a finales de los 30 Chaplin sufragaba al bando republicano en la Guerra Civil, mientras que Neville lo apostaba todo –todo; hasta el alma–, por la carta del fascismo. Amiguitos, esto empieza, precisamente, aquí, con la barbarie contra Chaplin, otra vez esa tendencia imparable e imprevista.
2- El primer martes después del primer lunes de noviembre serán las elecciones USA, en las que competirá electoralmente el final de una época –nacida, a principios del XX, con Teddy Roosevelt y formulada en los 30 con Frankly. D. Roosevelt; la época del Estado corrector; la época de la política y del IRPF–, contra lo nuevo –un Estado que ya no es el Estado Corporativo de Chomsky, sino algo más desinhibido: un Estado-empresa, un Estado que no aspira a ser corrector, sino a la obtención de beneficios para su Consejo de Accionistas, como se vislumbra en el rol simbólico de Musk en el trumpismo, en la ¿gestión? de Milei en Argentina, en la de Ayuso en Madrid, pero también, y en diferentes grados e intensidades, en la gestión de cualquier gobierno de las antiguas democracias del bienestar desde los 80–. Se trata de un combate dramático, en el que parece que no está en juego el voto, pero sí la democracia –esto es, el respeto a las minorías, en serio peligro de ser expulsadas de la sociedad; la inmigración será, todo apunta a ello, el pupas–, incluso parece estar en riesgo la propia noción de ciudadanía y la revisión de todo lo vivido y consolidado desde el siglo XVIII, en beneficio de nacionalismos o/e identitarismos religiosos. Las elecciones USA serán la penúltima batalla. Una victoria republicana será interpretada por la extrema derecha planetaria como un mensaje, una autorización, el inicio de una época –las épocas, en fin, necesitan señales, incendios del Reichstag, para ser proclamadas–. Una derrota republicana sería un respiro en esta batalla que, como pasó en Constantinopla, ya transcurre en la muralla de la ciudad. ¿Por qué, y aún si ganan los demócratas, la batalla seguirá transcurriendo al filo de la muralla?
4- En su análisis sobre las elecciones en Turingia y Sajonia, RFA, Oriol Bartomeus aporta este dato iluminador sobre la época: el grueso de votos de la nueva extrema derecha proviene de la movilización de personas que no suelen votar, o que se incorporan al voto. “No es un voto de extrema derecha”, defiende, sino el voto de personas no tenidas en cuenta, el voto de las personas que han sido paulatinamente, lentamente, efectivamente olvidadas tras la crisis del 73 y el posterior inicio de la revolución neoliberal. Esos grupos olvidados, omitidos en la política y en la información “son la very special people que Trump ‘ama” (…), aquellos a los que Hillary llamó basket of deplorables”. Y aquellos a los que Hollande, la socialdemocracia de la Tercera Vía europea, más al turrón, llamó los sans-dents, los sin dientes. La nueva extrema derecha vela –es decir, habla de ellos en la noche, lo que es, literalmente, velar; poco más–, por ejemplo, por los antiguos ciudadanos de la RDA, primero sin futuro en la RDA y, luego, sin futuro en una RFA sin posibilidad ni interés alguno en la corrección de desigualdades. La nueva extrema derecha –alemana, americana, mundial– seguirá transcurriendo entre los olvidados y desagendados hasta una victoria electoral, alemana, americana, o de donde sea.
5- El carácter fascinante de las épocas es que son imparables, como era inevitable que Neville traicionara a su amigo Chaplin, aún a pesar de que ello le condujera a ser un minor, un artista local, prescindible, olvidado. La razón: hay un magnetismo en el abismo, que impide dejar de mirarlo. Es el magnetismo del abismo Milei, una personalidad desequilibrada, con grandes lagunas culturales, incluso en su disciplina, pero que fascina a lo que queda de una sociedad rota y desatendida: el votante. Es el magnetismo del abismo Trump, sustentado en sensaciones, en el lenguaje, en el fake, elementos gaseosos que pueden pesar más que las aportaciones de la administración Biden, reales o, al menos, nada desdeñables. Como lo ha sido el Plan de Rescate de 2021, una inyección de dinero –ojo: 1,9 billones de dólares– a la economía, a los Estados, a los Condados, a la sociedad, a las familias, con importantes y determinantes contrapartidas: por ejemplo, se potencia la reindustrialización, y en el trance de hacerlo, se obliga a las nuevas empresas a integrar a los sindicatos en su administración. Los demócratas no lo tienen seguro en las elecciones, y eso que hicieron algo más elaborado que en la UE. Tal vez su opuesto. Lo que nos lleva a la UE, ese continente a la espera, como todo el mundo, de las elecciones USA.
6- Ha trascendido la incidencia real del Fondo de Recuperación y Resiliencia de la UE. Los auditores del plan UE explican que, de los 800.000 millones de euros que contemplaba el plan, solo 213.000 han llegado a sus destinatarios. El plan concluye en agosto del 2026, por lo que, habiéndolas, hay pocas probabilidades de que la cosa se anime y adquiera su función prevista: paliar una crisis económica y social tras lo del covid, rentabilizada por las extremas derechas. El plan suponía la entrega de pasta a empresas –wala– y, en otras ocasiones, la entrega de pasta, en modo keynesiano, al Estado, para gasto, si bien a cambio de la aplicación de propuestas de la Comisión, por lo general neoliberales, antikeynesianas. Sí suena muy raro. Lo es. Lo que se te keynesea por un lado, puede ser deskeyneseado por el otro. Ha llegado a su destino, en todo caso, solo el 37% de la pasta asignada. Los sans-dents, el principal cliente de las nuevas extremas derechas, pueden no haber notado la existencia del Plan, como quien dice. Lo que puede llegar a ser un fracaso mayor que el fracaso del Plan: sería un costoso esfuerzo para no ir a ningún sitio ahora que el mundo, y el neoliberalismo, parecen cambiar y optar por ciertas intervenciones. La UE, esa maquinaria de hacer ruido, puede ser un objeto imparable –en su ruido– cuando acceda a ella la extrema derecha.
7- Por lo demás, sigue habiendo dos guerras. Las guerras son incendios del Reichstag. Una a) en Ucrania y otra b) en Israel –esta es una guerra con un solo ejército, algo posible en el siglo XXI, donde la guerra es algo sumamente dúctil–. Sobre a): ha trascendido oficialmente, como señaló en su día el periodista Seymoir Hersh, que el gasoducto Nord Stream fue atentado con tecnología aliada. Lo que explica esta guerra europea como algo completamente diferente a la anterior. Los aliados carecen, en esta emisión, de unidad, esto es, de inteligencia colectiva. Y de transparencia, una seña de identidad democrática. El otro bando, evidentemente, no es democrático en absoluto. Pero el nuestro, todo apunta a ello, tampoco se encuentra muy fino. El bloqueo económico a Rusia, lejos de colapsar aquella economía, está perjudicando la Occidental. Y ha creado algo improbable hasta esta guerra: comercio internacional a través de otra divisa, alejada del dólar: el yuan –otra vez la ausencia de inteligencia–. Otro éxito de la inteligencia europea que gestiona esa guerra es la progresiva desindustrialización de Alemania –facilitada aún más por la voladura del Nord Stream–. Y las repercusiones políticas de ello, como el auge de la extrema derecha alemana. Sobre b): la guerra ha sobrepasado barreras, y se ha adentrado, profundamente, en el crimen de guerra y en el crimen contra la humanidad. La guerra b) hasta ahora ha explicado una señal de la época: la importancia del Estado, que puede volver a hacer lo que quiera, sin contrapartidas, incluso ante la oposición de mayorías mundiales. En breve puede explicar más cosas: cómo un Estado puede llegar a ser un paria internacional –o un ausente en la política internacional, como Alemania, que incluso sufre en silencio la voladura de sus gasoductos–, tras adentrarse mucho, y mucho tiempo, y con mucha intensidad, en el crimen de Estado.
8- El mundo está suspendido hasta el primer martes después del primer lunes de noviembre. Aún así, en Europa ha dado de sí cuatro escenarios, modalidades, tendencias, para el artista anteriormente conocido como izquierda. En esos escenarios transcurrirá la disciplina, se supone. En a) UK existe el único gobierno de izquierdas soberano –relativamente; no existe la soberanía del Estado en los mercados internacionales–. Es importante seguir ese gobierno, en tanto es el único no supeditado a la Comisión. Y, a través de esa lógica, ha anunciado la construcción de vivienda pública, las nacionalizaciones de ferrocarriles, y un pesimismo valorativo impresionante, único en Europa, con el que se comunica con su sociedad. De Francia proviene el experimento b). El Nuevo Frente Popular, que obtuvo una victoria relativa en las pasadas elecciones, no la ha visto reconocida por Macron y ahora se enfrenta a un grave motivo de desgaste, el peor tras el desgaste que supone ser gobierno: no poderlo ser. A ver si resiste ese dolor sin romperse. De Alemania viene el modelo c). Una izquierda calada por los ejes y calentones de la guerra cultural, ese objeto ultraderechista. La gran noticia es que eso sucede en Alemania, y no en España, donde los nacionalismos siempre están a huevo, y donde hay izquierdas que tiran al palabro patria. La opción d) es España. Donde el PSOE gobierna en la dirección formalmente opuesta al Laborismo UK: a través de las indicaciones e hitos de la Comisión. Salvo en cuestiones locales y puntuales, como la vivienda. Y, claro, otros trazos y bromas culturales.
9- El trazo más sorprendente es que el Gobierno, tal y como comunicó Sánchez en una epístola, no está en modo “pnto y seguido”, sino en modo “punto y aparte”. Lo que no se está traduciendo en nada. Es decir, que la ocurrencia epistolar parece ya un pequeño fracaso comunicativo. Conviene recordar que el núcleo asesor de Sánchez, en su momento carta, estaba compuesto por Óscar López –en aquel momento Jefe de Gabinete–, Antonio Hernando, Paco Salazar y Diego Rubio. La toma de decisiones del Gobierno es sumamente vertical y reducida. Lo que no suele conducir a nada bueno, como se observa en la guerra de Ucrania. En defensa del PSOE, es preciso señalar que las nuevas izquierdas han sido tan, o aún más, verticales y poco colegiadas. Como asesores, los de Sánchez, en todo caso, confirman un grupo discreto y, me dicen, autocomplaciente. La prueba es lo de la carta aquella. En todo caso, el reciente paso de López a ministro puede explicar en qué momento político estamos, qué diablos es el punto y aparte de los XXXXXXX. Es un momento próximo, estéticamente y tradicionalmente, al final de un ciclo, en el que desde el poder se opta ya solo por los próximos, ante la total desconfianza hacia los no próximos. Para entendernos: es lo que hizo Macron con su anterior primer ministro, básicamente alguien que poseía el valor de ser círculo íntimo / de confianza, poco más. Los partidos, los grupos, que solo poseen la confianza como único valor, indican un reducido tráfico de ideas. Y me temo que así son todos los partidos en este final de época, ese momento en el que la confianza suple a la inteligencia.
10- En ese ciclo se ha anunciado un giro social, sustentado en el tema vivienda. No hay pruebas o indicios de que en esta ocasión el giro, tantas veces anunciado, se vaya a producir. La política es, progresivamente y desde los 70, fe. Por lo que está acabando en manos de los profesionales de la fe: populismos / extremas derechas. En todo caso, la temporada tiene más pinta de sustentarse, como siempre, en un fondo de armario clásico, funcional y atractivo: Catalunya, tema en el que transcurrirá la política, la información y el enfrentamiento con el Judicial, cada día más cercano al concepto prevaricación. La reencarnación de Catalunya en el todo será a través de un constructo sin forma, ni color, denominado Financiación Singular, del que nadie, en realidad, sabe nada. Tan solo que consistirá tal vez en su mínimo vital: que la Gene recaude todos los impuestos, no como un Estado, sino como la Gestoría Pérez. Veremos. Para adaptarse a ese tema, se ha avanzado el Congreso del PSOE. Un Congreso no suele ser un órgano de debate, sino de unificación de discurso cuando el Secretario de Organización –figura clave en el sistema español– falla. La Financiación, que puede ser una reforma tan simbólica y con aplicación tan discreta como la amnistía, será el centro de –iba a decir debate, perdón– berridos en esta temporada. Pero no como siempre. En esta ocasión, sectores de la izquierda española, que cuando se habla de Catalunya y de otras naciones peninsulares, están en modo pachamama y compran el relato, van a estar a la greña y en contra de un concepto con título federalista y aplicación, muy posiblemente, sumamente discreta y afederal, tal vez anecdótica. Ligada a la financiació, viene un otoño –e invierno, y primavera, y verano– con propensiones al nacionalismo ecuménico, es decir, igual de cabreado pero no solamente emitido por PP-Vox. Socorro. Supongo que se aprovechará la racha para darle para el pelo a la financiación vasca y navarra.
11- El Govern de la Gene tiene diversos ejes. Uno es recomponer la sociedad –algo difícil desde un Gobierno; desde un Gobierno siempre es más fácil, como ha quedado visto, descomponerla–. Recuperar el uso social del catalán –víctima de esa descomposición; de la expulsión de ciudadanos no lo suficientemente puros, de una escuela empobrecida, sin recursos, y de unos medios públicos y concertados poco atractivos y neutrales. Y rearmar el Estado de Bienestar –además, del pack sanidad y educación, esta vez con un plan de vivienda más espectacular del anunciado cada cuatro años desde el Pleistoceno, creo recordar–, algo complicado cuando la dinámica –de décadas– es la contraria. Para revertirla sería necesaria otra cultura –no sé si disponemos de ella– y una financiación que no está y, me temo, no se la espera. No obstante, el caballo de batalla será la financiación. Un innegociable, algo por lo que luchar, como antaño lo fue el Estatut de 2006 –en principio plasmaba también una financiación federal; y mira–. Lo que indica que, tal vez, hemos dado la vuelta al marcador y, tras fracasar en todo desde aquel Estatut, volvemos a ese punto de partida. Lo malo de los marcadores a cero es que nunca sabes si han dado la vuelta a cero.
12- Hasta el primer martes después del primer lunes de noviembre, la derechas españolas serán ruido. Después, y pase lo que pase, más. Ese ruido es también el idioma de Junts. Los nacionalismos –aquello que impide a la extrema derecha polaca participar de la extrema derecha rusa, tan sexy, supongo– son lo único que separa a algunas nuevas extremas derechas europeas. En el caso peninsular, no por mucho tiempo, parece. Ya han empezado las votaciones conjuntas PP-Vox-Junts en el Congreso. Seguirán. Pueden culminar con la defenestración de Sánchez, cuando se alineen los planetas. Sería una fantasía de esas tres derechas, que no pueden dejar de mirar su abismo. Un abismo es lo contrario de Chaplin.
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