24/08/2022
La crisis es una mierda
En una situación de atomización laboral y desindicalización de la masa trabajadora, los incrementos de precios van a ser absorbidos en su práctica totalidad por la caída del nivel adquisitivo de la inmensa mayoría de los asalariados |
Por Emmanuel Rodríguez |
La vuelta del verano traerá una serie de confirmaciones largamente anunciadas: una inflación sostenida en el umbral del 10%, una caída de todos los indicadores relativos al crecimiento económico (PIB, índices de producción industrial, consumo doméstico, etc.) y la consecuente pérdida de empleos. Este último factor caerá como una losa sobre cualquier atisbo de movilización que apunte a corregir la inflación con subidas salariales. La subida del 10% de los precios será unilateral y forzosamente asumida por la población con una caída simétrica del 10% de su poder adquisitivo. El decrecimiento capitalista era esto.
Rupturas en las cadenas logísticas
Era el 20 de abril de 2020, el precio del petróleo de referencia en EE.UU., el West Texas, cayó por debajo de cero dólares. Al día siguiente, los mercados de futuros se hundieron con caídas que alcanzaron los 20 puntos negativos. Con los depósitos llenos en medio mundo, las empresas intermediarias estuvieron dispuestas, al menos durante unas horas, a pagar para que otros se hicieran cargo del petróleo en lugar de almacenarlo para su venta posterior. Por comparar con la situación actual, prácticamente durante todo el año 2020, el precio del petróleo se mantuvo por debajo de los 50 dólares. En abril de 2022, el precio medio del West Texas fue de casi 120 dólares el barril.
La pandemia de la covid-19 detuvo por unos meses el mundo. Y el mundo son las cadenas de suministros globales. La caída de demanda hundió los precios del petróleo, hizo disminuir severamente el comercio mundial y obligó a las empresas, primero a almacenar grandes cantidades de stock y luego a disminuir la producción. Una de las grandes debilidades estructurales de la llamada globalización económica radica, en efecto, en la complejidad logística. La fábrica global depende del movimiento continuo de una enorme cantidad de componentes que son fabricados por un número definido de empresas que en muchos casos presentan una fuerte concentración en áreas geográficas muy determinadas. Esto supone un volumen de tráfico gigantesco gestionado por un número indeterminado de empresas, pero que presentan también una fuerte tendencia a la concentración. De hecho, solo cuatro operadores globales (APM-Maersk, MSC, COSCO Group y CMA-CG M Group) distribuyen el 50% del comercio mundial. Por si esto fuera poco, la parte mayor de este tráfico se realiza también a partir de un pequeño grupo de hubs portuarios situados en el Extremo Oriente del planeta y en los grandes centros de consumo occidentales (...)
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