domingo, 2 de octubre de 2022

La Guerra de Ucrana. El Otoño que nos viene. Conferencia 4 Octubre 19h. Pamplona. Por Gabriel Flores Sánchez

 1/10/22

 Mis amigos y amigas de Batzarre han organizado una conferencia (charla, debate, intercambio de dudas e interrogantes y discusión) sobre dos temas de gran entidad y múltiples repercusiones: en primer lugar, la guerra en Ucrania y sus fuertes impactos negativos sobre la situación social, económica y geopolítica mundial; en segundo lugar, la delicada situación económica global en la que ya estamos instalados, con el aumento de la inflación, la segura escasez energética en los próximos meses y una recesión que es ya una realidad presente en algunas grandes economías, además de una amenaza para el conjunto de la UE. Será en Pamplona, el próximo martes, 4 de octubre, y en ella tendré el placer de participar.

Los dos temas que se abordarán van a definir la situación en la que viviremos (o malviviremos) en la próxima o próximas décadas, porque de la acción política que se acierte a desarrollar y del resultado final de ambos acontecimientos dependerán los modelos de capitalismo, globalización y hegemonía mundial que acaben prevaleciendo y sustituyendo a los modelos neoliberales que han dominado el panorama internacional en las últimas tres décadas. Modelos neoliberales que se desarrollaron en los años 80 del pasado sigo y se consolidaron definitivamente tras el derrumbe del Muro de Berlín en 1989 y la feliz y pacífica implosión de los sistemas de tipo soviético en Europa.
Cabe pensar que las crisis presentes no terminen alumbrando modelos más justos, inclusivos o democráticos que sustituyan a los que han entrado manifiestamente en crisis a partir de la pandemia global de 2020. Y que, en lugar de propiciar la construcción de algo nuevo y mejor, asistamos a una larga decadencia de lo existente o, peor aún, a una escalada descontrolada de la guerra y los desastres asociados que podría desembocar en la peor versión del final de la historia: una confrontación nuclear (el régimen de Putin no se priva de amenazar al mundo con la utilización de su arsenal nuclear como última razón para imponer sus objetivos de anexión territorial) que tendría como consecuencia nuestra extinción como especie o como civilización. No son estos escenarios catastróficos los más probables, pero hay que reseñarlos y tomarlos en consideración, porque son posibles y porque su plasmación en el mundo real dependerá, al menos en parte, de la acción política que acierten a desarrollar las instituciones comunitarias y los poderes regionales y mundiales que confrontan sus diferentes intereses y expectativas en esta guerra y en la resolución de sus nefastos impactos económicos.
Más que apegarse a la propaganda, al relato justificativo que polariza y agria los debates o a hipotéticas certezas, hay que apostar por la reflexión analítica, por el cambio posible que está a nuestro alcance en defensa y protección de la mayoría social y por la coherencia entre los cambios que pueden lograrse a corto plazo y las grandes transformaciones a favor de la democracia y los derechos humanos, la transición energética o la modernización de estructuras y especializaciones productivas que requieren largos periodos de maduración, ingentes recursos públicos y privados y amplios acuerdos sociales, parlamentarios y gubernamentales.
Se trata de aprender a caminar entre penumbras y a seguir alimentando una acción política a favor de una paz justa y duradera en Ucrania, lo que implica el respeto de la legalidad internacional, y de un reparto equitativo de los costes de la inflación, tratando de impedir que las políticas económicas que se apliquen para reducirla desemboquen en una recesión descontrolada y destructiva que acabe pagando la mayoría social.
Más que nunca, hay que ser conscientes de la necesidad de amplios acuerdos de las fuerzas democráticas en las instituciones comunitarias para abordar las crisis presentes, porque desde la UE sí se puede influir en la búsqueda de soluciones favorables a la paz y al bienestar del conjunto de los Estados miembros y de las grandes mayorías sociales. No hay soluciones fáciles, sin costes, a corto plazo o que puedan resolver de un plumazo el gran desorden existente. No valen de nada las etiquetas o las consignas publicitarias que sirven para agitar, pero no para abordar los graves problemas que nos acompañarán en los próximos meses o años. Más que nunca, se necesitan la reflexión colectiva y la acción política cooperativa entre la ciudadanía, las fuerzas progresistas y de izquierdas y unas instituciones responsables que atiendan los requerimientos y necesidades de la mayoría social.

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