jueves, 25 de mayo de 2023

El Salto - El tropiezo ideológico de Macron

 Enric Bonet    7 MAY 2023

A pesar de haber impuesto su impopular reforma de las pensiones, el presidente francés sale debilitado del actual pulso y los sindicatos reforzados de cara a la opinión pública.

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Una victoria pírrica para Emmanuel Macron. Con su aprobación por decretazo en marzo y validación por el Consejo Constitucional el 14 de abril, el presidente francés sacó adelante su impopular reforma de las pensiones. Tres meses de una oleada de huelgas y manifestaciones —las más multitudinarias en Francia en este siglo XXI— no han evitado la subida de la edad mínima de jubilación de 62 a 64 años (con 43 años cotizados para recibir una pensión completa). Salvo un giro inesperado en este pulso entre el Gobierno y el bloque unitario sindical, empujado por una marea popular, Macron se ha salido con la suya. ¿Ha ganado la partida? Su rodillo neoliberal se ha impuesto, pero ha salido derrotado en la batalla de la opinión pública.

Las multitudinarias manifestaciones del 1 de mayo en Francia confirmaron esta victoria moral de las organizaciones de trabajadores. Han salido reforzadas de cara a la opinión pública. Entre 2,3 millones de personas, según los sindicatos, y 782.000, según la policía, participaron en las 300 protestas en el país vecino. Representó el Primero de Mayo con un mayor número de gente en la calle desde 2002. Aunque las cifras no llegaron a los picos de la actual oleada (19 y 31 de enero, 11 de febrero, 7 y 23 de marzo), las protestas masivas reflejaron que la indignación no ha decaído.

“Aunque la reforma de las pensiones fue aprobada —a través del polémico decreto 49.3— y validada por el Consejo Constitucional, no podemos hablar de una derrota de las organizaciones sindicales, ya que lograron liderar una movilización histórica”, explica a El Salto la politóloga Sophie Béroud, profesora en la Universidad Lumière Lyon-2. Según esta experta del mundo sindical, “la situación actual resulta muy distinta a la de Margaret Thatcher con la huelga de los mineros de 1985, cuando logró debilitar al movimiento obrero británico al imponerse ante esa movilización. Quizás Macron tenía la misma intención de debilitar a los sindicatos imponiendo su reforma de las pensiones. Pero no salen de este conflicto debilitados, más bien lo contrario”.

Ofensiva neoliberal

Históricamente en Francia, cuando un proyecto de ley suscitaba una amplia contestación, terminaba en la papelera de la historia. Así sucedió con medidas de todo tipo. Desde una ley sobre la selección en la universidad en 1986, un contrato de inserción profesional en 1993 o el “plan Juppé” —una reforma de las pensiones y la Seguridad Social— en 1995, hasta un contrato laboral especial y más precario para los jóvenes que fue retirado en 2006 a pesar de su promulgación. Esta tendencia histórica convirtió al país vecino en el Estado europeo que ofreció una mayor resistencia a la ofensiva neoliberal.

Sin embargo, esta situación cambió desde 2007 con la presidencia de Nicolas Sarkozy. El dirigente conservador aprobó una subida de la edad mínima de jubilación de 60 a 62 años, y de 65 a 67 años de la edad para recibir una pensión completa para aquellos que no hubieran cotizado 41 años. A pesar de una oleada de protestas —hasta la de este año había sido la más multitudinaria en el siglo XXI—, Sarkozy no cedió. Una tónica parecida se repitió con François Hollande. El dirigente socialista sacó adelante una contestada reforma laboral en 2016, a pesar de manifestaciones sindicales y de la Nuit Debout, un tímido intento para reproducir el movimiento de los indignados.

“Ha sido una de las pocas veces en la historia contemporánea de Francia en que el Gobierno se empeña en aplicar una medida a pesar de una opinión pública tan hostil”, explica el politólogo Christophe Bouillaud

(...)  La presidencia de Macron se caracteriza por la voluntad de acabar con esta excepción francesa.

“Crisis democrática”

Pero las distintas ofensivas neoliberales del dirigente centrista han chocado con la oposición de la calle. Como recuerda el periodista Romaric Godin en el interesante ensayo La guerre sociale en France: “Durante un tiempo, Macron pudo creer que se impondría gracias a su estrategia, teniendo en cuenta la división de sus adversarios políticos y la pasividad global de la opinión. Pero en el otoño de 2018 una chispa hizo estallar el polvorín y reveló la reprobación profunda de su reforma neoliberal”.

Entonces, fueron los chalecos amarillos que le obligaron a hacer una serie de concesiones sociales de 13.000 millones de euros, además de guardar en un cajón una disminución en 50.000 del número de funcionarios. Luego las protestas sindicales a finales de 2019 contra un primer intento para reformar el sistema de jubilación galo —el más avanzado de Europa—, al final abortado por el covid-19. Y ahora la actual oleada contra la subida de 62 a 64 años.

Por motivos diversos, la gran mayoría de los intelectuales franceses ha dado la espalda al presidente en este pulso social (...)

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