Carlos Enrique Bayo 22 Agosto 2017 http://blogs.publico.es/eltableroglobal/mas-ideologia-que-inteligencia-en-la-estrategia-antiterrorista-del-pp/1716
Ya nos lo habían demostrado tras la matanza del 11-M, pero no parecen haber escarmentado. Los estrategas
del PP han vuelto a exhibir sus prejuicios y su soberbia, anteponiendo
sus objetivos políticos a la seguridad de los ciudadanos. Al tiempo que
se llenaban la boca con peroratas grandilocuentes que no correspondían
en absoluto a la verdad. Y es que la validez de la gestión política y
ejecutiva sólo se legitima a través de sus resultados. Veámoslo.
En dos ocasiones ha salido ya el ministro del Interior, Juan Ignacio
Zoido, a lanzar brindis al sol de la “unidad” y la “absoluta
cooperación” en la lucha antiterrorista, sólo días después de que sus
propios actos lo desmintiesen: nada más confirmarse que la masacre de
las Ramblas se debía a un atentado terrorista, la cúpula del Ejecutivo
–con Mariano Rajoy y Soraya Sáenz de Santamaría a la cabeza– se trasladó
a Barcelona… pero no para integrarse en el gabinete de emergencia
creado allí por la Generalitat, sino para formar su propio gabinete de
crisis y atribuirse así el mando político de las operaciones policiales
contra el comando asesino. Tan clara era esa intención, que ni
esa noche ni a la mañana siguiente se invitó a esas reuniones a
representante ninguno de la Generalitat, ni siquiera de los Mossos
d’Esquadra que estaban persiguiendo sobre el terreno a los yihadistas. Como se puede apreciar en esta imagen de la segunda reunión:
Pero esa actuación
ejecutiva de ninguneo de las autoridades de Catalunya y de boicot a los
Mossos no era en absoluto nueva, sino que se había instaurado durante
el mandato del ministro del Interior Jorge Fernández Díaz
(2011-2016) como política gubernamental de clara represalia contra la
Generalitat por su orientación soberanista. Actitud que continuó con la
llegada de Zoido a Interior y que era más que patente en las semanas
anteriores al atentado, cuando el ministro se negó a permitir que los
Mossos incorporasen a 500 agentes más, pese a que sus mandos estaban
denunciando no eran capaces de “garantizar la seguridad” porque la falta
de efectivos hacía que no pudieran cumplir con el número de horas de servicio que se requieren para la lucha antiterrorista. La portavoz del sindicato mayoritario del cuerpo (SAP-Fepol), Imma Viudes, declaró a Público que se les estaba “usando como arma política”… y tenía razón.
Así que, tres días después del sangriento atentado de las Ramblas,
Zoido compareció por fin ante la prensa para negar toda esa
realidad –obviando, por supuesto, que él mismo había aducido en el
Congreso “la tasa de reposición fijada” para dejar en sólo 50 el número
de nuevos mossos a incorporar– y clamar que la coordinación y
colaboración del Ejecutivo con la Generalitat en la lucha antiterrorista
era “total y absoluta”. En realidad, el ministro hizo un discurso, tras
la reunión del Pacto Antiterrorista, con el que pretendía desmentir
esas anteriores informaciones de Público, sin aportar argumento ni prueba ninguna para sostener su arenga. Más bien al contrario: fue
precisamente en esa sesión del Pacto Antiyihadista, a la que por
primera vez asistieron como oyentes los partidos nacionalistas, donde
Zoido por fin prometió que los Mossos tendrían acceso a toda la
información de Europol… a partir de septiembre.
Es decir, que en las investigaciones aún en curso sobre el comando
que pretendía perpetrar varias matanzas masivas con furgonetas bomba
–planes que se frustraron y reemplazaron por otros más modestos tras la
explosión fortuita de su arsenal en Alcanar (Tarragona)– los Mossos seguirán sin tener acceso directo en este mes al sistema de alerta temprana y de información policial europea de Europol (SIENA y SIRENE).
A pesar de que ellos lograron contener el atentado de Cambrils,
impidiendo que se transformara en otra masacre, y han dado muerte a seis
de los terroristas, incluido el conductor de la furgoneta que causó la
carnicería en las Ramblas. Y pese a que diversas pistas a seguir
conducen directamente a Europa, como que el imán de Ripoll y cerebro de
los atentados, Abdelbaki Es Satty, tratase de instalarse a principios de
2016 en la localidad más islamista de Bélgica, Vilvoorde junto a
Bruselas, y viajase también a Francia y Marruecos.
Es más que probable que el imán Es Satty contactase en esos viajes
con grupúsculos yihadistas que le aleccionaron sobre la fabricación de
bombas –al parecer, él fue quien cometió el error de manejo de
sustancias explosivas que llevó a la detonación del polvorín de Alcanar,
puesto que su cuerpo fue el que quedó totalmente destrozado. Pero durante
todos esos años, en los que se estaban fraguando el comando y los
planes para sembrar el terror en Barcelona, los Mossos carecían de
acceso a la red de información policial de Interpol… porque así lo
decidió el Gobierno de Rajoy, que desoyó una y otra vez las
reiteradas peticiones de la Generalitat y del propio Parlament de
Catalunya para que el cuerpo policial catalán pudiera consultar las
bases de datos internacionales sobre los yihadistas.
Pero los Mossos no sólo están desconectados de las redes
internacionales de información antiterrorista, sino que incluso se les
ha negado acceso a la del propio Centro de Inteligencia contra el
Terrorismo y el Crimen Organizado (CITCO), creado por Fernández Díaz en
enero de 2015, mediante la fusión de los dos centros (CNCA y CICO) que
coordinaban las tareas policiales contra esas dos lacras. Más aún, fuentes policiales subrayan Público
que ha sido precisamente el director del CITCO, José Luis Olivera
Serrano, quien ha diseñado esa estrategia de negar información clave a
los Mossos, incluidos los avisos de centros de inteligencia de
otros países. Como la advertencia de la Agencia Central de Inteligencia
(CIA) de EEUU de que Barcelona era un blanco de los yihadistas y, por
supuesto, su punto más vulnerable estaba en las Ramblas.
Se llegó a publicar que la CIA alertó de ello directamente a los
Mossos, pero tanto la Generalitat como el propio president Carles
Puigdemont lo han negado rotundamente. Está claro que “las policías
tienen relaciones con otras policías y las agencias de inteligencia
tienen relación con otras agencias de inteligencia”, como le explicó
Puigdemont a Ana Pastor en la entrevista en El Objetivo del pasado domingo. “A una
policía como los Mossos d’Esquadra ya nos gustaría tener relación
directa con la CIA, pero evidentemente eso no ha ocurrido”, agregó el president.
Fuentes cercanas al Centro Nacional de Inteligencia (CNI) han admitido a Público
que de vez en cuando han comunicado a los Mossos datos de inteligencia
que les llegaban de otros servicios secretos, precisamente por saber que
la policía catalana estaba aislada de las redes internacionales, igual
que tendrá que hacer el CNI ahora que está llegando mucha información de
otros países sobre las relaciones que pudiera tener el comando, a
traves de foros de Internet, con los grupos que han cometido atentados
en el norte de Europa.
Pero cuando Ana Pastor le preguntó directamente a Olivera si se había
transmitido alguna alerta de atentado, procedente de servicios secretos
extranjeros, a los Mossos sobre una amenaza yihadista contra Barcelona,
el director del CITCO se enredó en naderías para no responder:
“Mire… Tanto el CITCO y los distintos servicios de información de
Guardia Civil, Policía, y el CNI, mantienen múltiples contactos con
centros homólogos, con agencias de inteligencia y de información, y hay
un feedback continuo tanto de información como de inteligencia.
Entre estas diversas agencias se comunican distintos sucesos o
distintos comunicados que pueden ser interesantes para todos los
servicios. Y… estas informaciones, como usted puede comprender yo no las
puedo revelar en este momento y usted me debe permitir que mantenga
esta discreción”.
Aunque lo peor fue el tono y la forma en la que lo hizo, con una
falta de capacidad dialéctica, de agilidad intelectual y de soltura que
hacen dudar a cualquier espectador (pueden verlo con sus propios ojos a partir del minuto 1:04:00 en este enlace)
de su capacidad al frente del mando único de inteligencia
antiterrorista al que confiamos nuestra seguridad. Nada sorprendente
para los conocedores de la carrera de Olivera, que accedió a tan alto puesto gracias a sus maniobras en la brigada política de Interior cuando dirigía la Unidad de Delincuencia Económica y Fiscal (UDEF), y sin que en su trayectoria se hubiera especializado en lucha antiterrorista y mucho menos en yihadismo.
Quizá lo más sangrante de todo esto es que desde Interior se
alentaran polémicas como la que se desencadenó contra la alcaldesa de
Barcelona, Ada Colau, sobre la no colocación de bolardos en las Ramblas
tras una recomendación de Interior, en diciembre de 2016 y con motivo
del atentado contra un mercadillo navideño en Berlín, cuando la realidad
es que eso se debatió entre los servicios de seguridad del Ayuntamiento
y de la Generalitat, y así lo explicó Puigdemont: “Se analizaron
diversas opciones y se vio que era ineficaz porque pueden entrar por
unos metros más adentro. Y cerrar por completo Las Ramblas es
impracticable porque además es una zona en la que deben poder entrar los
vehículos de emergencias para atender a un accidente o un
incendio o cualquier otra emergencia. Por tanto, debe ser una zona a la
que debe ser relativamente fácil acceder a causa de la gran cantidad de
gente y de servicios que operan allí. Eso se valoró y se consideró que
lo mejor deberían ser los refuerzos policiales en algunas zonas que ya
existen desde hace tiempo en varios puntos de Barcelona, y no hubo
ningún tipo de discrepancia”.
Se sigue hablando una y otra vez de los bolardos, cuando en Madrid a
nadie se le ocurre pedir que se bloqueen con ellos, por ejemplo, los
accesos peatonales a Montera y Fuencarral desde Gran Vía. Igual que se
baraja una y otra vez en las tertulias que los Mossos fallaron en
Alcanar, al no ver en un primer momento que era un polvorín terrorista,
cuando la realidad es que el chalet quedó reducido a escombros y al
principio no se veían ni las más de cien bombonas de butano ni que había
más restos humanos entre las ruinas. Y, ¿si lo hubieran supuesto de
inmediato, habrían podido deducir que se iba a atentar en el centro de
Barcelona a 200 kilómetros de distancia? En cambio, poco se
debate sobre la clara posibilidad de que los Mossos hubieran podido
desarticular antes el comando si hubieran contado con las informaciones
de Europol y del CITCO.
Eso sí, Zoido trató de arrogarse méritos al anunciar antes de tiempo
que “el comando ha sido desarticulado”, cuando ni siquiera había sido
aún localizado el conductor de la furgoneta mortífera ni identificado el
cadáver del imán. Tuvo que ser corregido de inmediato por los Mossos,
pero eso no le cortó para posar con la foto del asesino como si la
operación de los Mossos que acabó con ese terrorista fuera mérito suyo:
Ni él ni Olivera –quienes aseveraron hace poco que el atentado de las Ramblas era imposible–
han demostrado mucha inteligencia en su gestión como máximos
responsables de la lucha antiterrorista en toda España. En cambio, cada
día está más claro que la ideología está cegando al PP en su obligación de garantizar la seguridad de toda la ciudadanía frente a la amenaza yihadista.
Y todavía hay dirigentes de ese partido, como el alcalde de Alcorcón,
que acusan a Colau de “allanar el recorrido de los asesinos”.
No se puede ser más miserable.
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