LAVOZDELSUR.ES PACO SÁNCHEZ MÚGICA 6 NOV. 2018
En noviembre de 1937, 17 vecinas de Guillena, en Sevilla, fueron trasladas a la vecina Gerena para ser fusiladas. Sus cuerpos, que en aquel momento fueron arrojados a una fosa común, fueron recuperados y enterrados con honores en 2012; el asesinato múltiple sigue sin culpables
Los vecinos de Gerena, en Sevilla, tienen grabada la escena, los alaridos, las vejaciones, los cuerpos desparramados en el cementerio, el olor a sangre, las caras blancas y desencajadas, la infamia de aquellas mañanas de unos días de noviembre de hace 81 años. 17 vecinas del cercano pueblo de Guillena fueron fusiladas en 1937, en plena Guerra Civil y después de que las tropas golpistas arrasaran la zona casi sin oposición. Después de ser detenidas meses antes, estas mujeres, de entre 24 y 70 años, eran en su mayoría esposas de huidos del pueblo, participantes en el gobierno del Frente Popular o simpatizantes de movimientos de izquierda, anarquistas, obreros. Se negaban en muchos casos a revelar el paradero de sus maridos, y debían quedarse en el pueblo a cuidar a sus familias.Antes de subirlas al camión, torturadas, humilladas y rapadas, les dieron el paseíllo por su pueblo, donde había un campo de concentración que surtía de mano de obra al cortijo de Gambogaz, regalado por el franquismo al general Queipo de Llano ese mismo año, y que ahora pretende ser recuperado por las administraciones públicas bajo la presión de los movimientos memorialistas. Luego, horas, días más tarde, fueron asesinadas una a una sin piedad, arrojando sus cuerpos a la fosa común de la que décadas más tarde serían exhumados.
"Recuerda que desde donde estaban, desde la que es hoy ventana del despacho de la Alcaldía, podía verse el cementerio y todos ellos, aterrados, vieron los relampagones de las descargas de los fusiles una y otra vez. Aún no era de día cuando comenzó la matanza", rememoran desde la asociación memorialista 19 Mujeres de Guillena tras recopilar testimonios de testigos de la matanza.
Otras voces que vivieron aquel espanto relataron en su día a la asociación, como recogen en su página web, "una de ellas iba embarazada, con un barrigón así… Yo vi a aquellas mujeres. Yo no sabía que eran de Guillena. De eso me enteré al día siguiente (…). Eso pasó aquí… hicieron todo lo que quisieron (...) Yo escuchaba los chillidos que pegaban las mujeres allí. Había uno que se llamaba Moña, que las cogía y las arrastraba". En el libro Las víctimas de la represión militar en la provincia de Sevilla (1996-1963) José María García Márquez considera estos asesinatos "operaciones de limpieza", pues era la manera de cortar las ayudas y los vínculos entre estas sus mujeres y sus maridos, exiliados a Extremadura para seguir combatiendo en el frente republicano (...)
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