En Burón se recordaba María de los Desamparados Blanco como una buena persona y una excelente maestra. «Tenía unas cualidades innatas para la enseñanza y todos aprendimos mucho con ella. Era muy especial a la hora de enseñarnos las cosas», contó una de sus alumnas. Su hijo, Laurentino Fernández Blanco, decía que “María era muy católica y no tenía grandes ideologías, era una maestra agradecida a la República por reconocer a los maestros con mejores sueldos”. Sus alumnas destacan su labor docente y su faceta musical, ya que tocaba el órgano de la iglesia todos los domingos y festivos en misa.
A partir de bre de 1936, las comisiones franquistas de depuración dictaminaban sobre la conducta profesional, religiosa, social, particular y política de los maestros con la ayuda de los informes solicitados a los alcaldes, falange, curas, guardia civil y padres de familia. Laurentino Fernández contó que: “..el jefe de la falange de Riaño ordenó matar a los maestros de Burón, pensando en el matrimonio de mi madre y mi padrastro, pero detuvieron por error a otro maestro, Eusebio de la Riva, que de política no sabía nada, lo mataran por error, pensando que era mi padrastro..”
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