Hay un Chirbes preclaro antes de Crematorio y En la orilla, pero también de su estreno en la narrativa con Mimoun, cuando estaba a punto de cumplir cuarenta años. Podría sorprender que el impetuoso torrente de sus artículos de juventud, ahora recuperados por la editorial Altamarea en el libro Asentir o desestabilizar, no fuese acompañado de la publicación de sus tres novelas inéditas. Sin embargo, si nos atenemos a los textos escritos entre 1975 y 1980 para las revistas OzonoSaidaReseña o La Calle, intuimos una explicación a ese vacío.

Rafael Chirbes atenta contra la industria editorial, personificada en José Manuel Lara y su Grupo Planeta, en un rosario de dictámenes implacables sobre el abrazo entre la cultura y el vil metal, que de alguna manera domesticaba la fiereza de la intelectualidad antifranquista. "Impugna la sociedad de la transición, ejerce la crítica sin pensar en que le pueden cerrar las puertas y se mete con los peces gordos del establishment cultural, de Lara a Polanco, cuando él quería ser escritor", explica Álvaro Díaz Ventas, experto en la obra del valenciano.

El responsable de la edición de los textos y autor de la introducción de Asentir o desestabilizar recuerda que entra en la nómina de Anagrama cuando Carmen Martín Gaite intercede para hacerle llegar a Jorge Herralde Mimoum, que en 1988 sería finalista del premio que lleva el nombre del editor, responsable de la publicación de todas las novelas que vendrían después. Ese debut tardío quizás fue el precio que pagó por tomar partido, preservar su coherencia y mantenerse al margen, una postura que se refleja en la lucidez de sus opiniones. 

 "Ahí nace lo que sería el conflicto central de sus novelas", donde mostrará las costuras de una España del bum que era un bluf. "Chirbes percibe las transformaciones paralelas entre la política y la cultura para desactivar el movimiento antifranquista. Es decir, se da cuenta de que el pacto de la transición es una traición", añade Álvaro Díaz Ventas, docente e investigador en la Universidad Autónoma de Madrid. "Un desencanto que plasma en el libro, donde pasa de la disidencia militante con cierta esperanza de los primeros artículos al desengaño exacerbado de los últimos textos".  Su editor, además, aprecia su "valentía" como librero durante los años de plomo, un oficio de riesgo cuando la ultraderecha te podía reventar el local. También su exilio voluntario a Marruecos en 1979, decepcionado por la actitud de sus compañeros de generación "que se subieron al carro para colocarse" o, en palabras del propio Chirbes, que iniciaron "una feroz escalada en los puestos administrativos que poco tenía que ver con la voluntad política de transformación que había existido antes".

Rafael Chirbes y su "crónica contracultural de la transición"

En Asentir o desestabilizar hay entrevistas a Juan y Luis Goytisolo, a Ángel González o la propia Carmen Martín Gaite, así como numerosos artículos que conforman, como reza el subtítulo del libro, una "crónica contracultural de la transición", aunque procede acotar la batida para centrarnos en los textos donde arremete contra las vacas sagradas de la literatura y su industria, incluido Ramón Tamames, conciencia titubeante del PCE que terminaría estrechando la mano de Santiago Abascal, líder de Vox, que lo propuso para encabezar la moción de censura contra Pedro Sánchez.

Sobre Historia de Elio, finalista del Premio Planeta en 1976, Rafael Chirbes escribe: "En el libro, conviven la más ínfima calidad literaria —capaz de mantener al lector en el triple salto mortal de la carcajada, la indignación y la vergüenza ajena— y los presupuestos ideológicos de quien ha sido el peor enemigo de la organización a la que el señor Tamames pertenece: el fascismo". El novelista valenciano ​​censura "un elitismo que solo puede ser fruto de la propia ignorancia" del economista, quien "con suficiencia habla y dirige al proletariado militante y olé".

"Tamames, como tantos políticos de derecha, tiene un profundo deseo de gobernar, aunque, como demócrata que intenta ser, lo reprime parcialmente y espera gobernar no para siempre, sino solo durante una temporada: hasta que estemos todos maduros él llevará las riendas con firmeza e ilustración bien intencionada", prosigue Chirbes, quien lo acusa de haber tergiversado "una política de oposición hasta convertirla en siniestra caricatura de la política del propio poder".

Pese a que tras el éxito de Crematorio renegaba de su condición de visionario, porque entendía que era "una manera de desactivarlo políticamente", subraya Álvaro Díaz Ventas, no cabe duda de que en este y otros momentos fue un adelantado a su tiempo. El mérito es doble, pues los acerados textos fueron publicadas en tiempo presente —criticando el hoy, se querellaba contra el mañana—, "raíz de su proceso narrativo futuro", en los que "anticipa su condición de gran lector y novelista de calidad", destaca el responsable de recopilar "unos textos perdidos y casi inaccesibles".

Ramón Tamames y su obra "claramente fascista"

Más Chirbes, menos Tamames: "Ha demostrado de un modo casi pedagógico cómo la ideología fascista impregna sectores amplios de quienes, de algún modo, se creen rescatados de ella". La crítica ​​no puede ser más demoledora: "Su obra es uno de los productos más claramente fascistas que conozco en literatura castellana". Álvaro Díaz Ventas señala que en la reseña, titulada Historia de Elio: Autobiografía mística de don Ramón Tamames, "se ve cómo cala la figura del intelectual que desde la atalaya de un partido de izquierdas tiene en realidad una visión elitista".

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