En la tarde del viernes 23 de febrero de 2018, la redacción de Akhbar al-Youm, el último periódico independiente en Marruecos, estaba ya casi vacía tras haber cerrado la edición del fin de semana. En el despacho del director y fundador las luces seguían encendidas; Taoufik Bouachrine era el último en salir. Estaba guardando sus papeles y organizando sus citas de la semana siguiente cuando una multitud de hombres extraños irrumpió. El 'batallón, dirigido por agentes de la policía judicial, rodeó la sede, ocupó los ascensores y cerró la puerta del edificio, conocido como 'Torre Habous', en pleno centro de Casablanca. Esa repentina y masiva redada, llevada a cabo por cuarenta miembros de las fuerzas de seguridad y de la inteligencia interna, tenía como objetivo detener a Bouachrine.

Cuatro años más tarde se repitió la situación con el sucesor de Taoufik Bouachrine, Suleiman Raissouni, quien afrontó una difícil situación económica por el cierre de todas las puertas publicitarias y la suspensión de las subvenciones públicas. Raissouni pensaba abandonar el barco, no para eludir sus responsabilidades ni la difícil coyuntura financiera, sino con la esperanza de que al renunciar, con la consiguiente desaparición de su firma, se le diera un nuevo impulso a Akhbar Al-Youm.

Pero la noche del viernes 22 de mayo de 2020 aparcó su vehículo delante de su casa y 

los mismos hombres extraños, esta vez unos 15 miembros de la policía judicial y 

agentes de paisano, acordonaron la zona y cerraron las callejuelas cercanas con 

la orden de detenerlo y encarcelarlo.

Omar Radi, periodista independiente, era difícil encontrarle en la sede de un periódico y, por lo tanto, detenerle, porque era como un ave migratoria a la que no le gusta estar encerrada en una redacción. Radi amaba su trabajo como amaba la música y tocar la guitarra, siempre sonreía y, por eso, se burlaba de la idea de ser detenido a causa de sus artículos y sus ideas.

Como se atrae a las aves a una trampa, Radi fue gradualmente convocado a interrogatorios maratonianos por la Brigada Nacional de la Policía Criminal sobre su trabajo como periodista, y su teléfono fue intervenido por el programa israelí Pegasus. Después fue procesado con una lista de cargos, entre ellos "atentar contra la seguridad del Estado", comunicarse con "agentes de inteligencia de un país extranjero" y "violación". Finalmente fue detenido.

Souleiman Raissouni, Omar Radi y Taoufik Bouachrine son un símbolo: los últimos periodistas que ha conocido la prensa independiente de Marruecos en los veinte años más recientes. Otros comunicadores también fueron detenidos, partieron al exilio, cambiaron de profesión o se amurallaron voluntariamente en un prudente silencio. 

En las tres historias objeto de este análisis, la información y los datos se cruzan y se superponen, pero comparten un hilo conductor basado en tres preguntas que estructuran el contexto de la investigación: ¿Por qué los periodistas independientes de Marruecos son objeto de acusaciones penales? ¿Quién está detrás? ¿Cuál es el objetivo final de silenciar a los últimos periodistas independientes de Marruecos?

Aniquilamiento moral

El 25 de octubre de 2019, el Tribunal de Apelación de Casablanca condenó a Bouachrine 15 años de prisión, tras aumentar su pena en 12 años respecto a la anteriormente dictada por un tribunal de primera instancia en noviembre de 2018. Además, fue condenado a pagar dos millones y medio de dirhams (unos 250.000 euros) en concepto de multa e indemnizaciones para "las denunciantes" (...)