domingo, 22 de marzo de 2020

Unos presupuestos comunitarios para una Europa de ir tirando

Gabriel Flores Sánchez ·   nuevatribuna.es  Gabriel Flores    22/02/20
Acaba de celebrarse la cumbre extraordinaria del Consejo Europeo convocada para aprobar las líneas maestras de los presupuestos de la UE, el denominado Marco Financiero Plurianual (MFP) para el periodo 2021-2027. Ha terminado en desacuerdo y bloqueo. Mi análisis sobre ese fracaso y lo que nos estamos jugando con la decadencia del proyecto de unidad europea:
“La mecánica de la negociación presupuestaria va a seguir incentivando, en los próximos meses, los comportamientos egoístas y oportunistas de todos los gobiernos comunitarios. La insuficiencia de verdaderos recursos propios comunitarios, el creciente peso relativo de las contribuciones de los Estados miembros (en función del PIB y del IVA recaudado) y una grosera aproximación contable al cálculo de lo que cada socio aporta y recibe de las arcas comunitarias han consolidado la errónea apreciación de que las aportaciones nacionales son un desvío de fondos que debilita la capacidad presupuestaria de cada socio y deben ser compensadas mediante retornos de similar entidad.
Esa burda reconstrucción contable de lo que aporta y recibe cada socio impide la comprensión de los múltiples beneficios que se derivan de los procesos de integración económica, siempre que garanticen la existencia de una autoridad comunitaria legítima y democrática que vele para que esas potenciales ganancias alcancen a todos los socios de forma equitativa o, de no ser así, disponga de un presupuesto común de solidaridad, cohesión y reactivación económica que se pueda activar para compensar la desigual localización de tales beneficios o los choques externos asimétricos que afecten a una parte de los socios.
Europa no va hacia el desastre ni hacia un futuro luminoso. Simplemente, sigue deslizándose perezosamente hacia una lenta decadencia y una creciente inoperancia en la escena mundial. Y es en esos márgenes de previsible evolución en los que tendrán que actuar, pensar sus tareas y diseñar su acción política, sindical, social o cultural las fuerzas que quieran impulsar el cambio posible del proyecto de unidad europea y, por extensión, de un orden mundial globalizado. Huir de esa realidad e inventarse realidades paralelas, construcciones inviables o rupturas imposibles podrá contentar a doctrinarios e idealistas, pero no contribuirá en nada a cambiar los hechos, mejorar la vida, defender la democracia o reforzar derechos sociales y laborales de la mayoría social, que es de lo que se trata.”

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