lunes, 30 de marzo de 2020

Vuelve la peste, de Javier Durán

Graciela Caballero I. ·   Jose L. Dueñas Barraincua · lamarea.com Javier Durán   9 marzo 2020
Las ratas están saliendo de las cloacas hasta la superficie y campan a sus anchas por medio continente. Ya se han apoderado de lugares como la isla de Lesbos, en Grecia. Cientos de fascistas han viajado hasta la frontera de Europa con Turquía para hacer “turismo sexual”, para joder. Joder a los refugiados, a los periodistas, a los activistas que trabajan en las ONG. ¿Por qué? Porque pueden y, sobre todo, porque les dejan.

"Algo huele a podrido en Bruselas, en la sede del Parlamento Europeo, y su olor se extiende por todo el continente. El olor a indiferencia frente a las muertes, a incompetencia frente a la inmigración, a ilegalidad frente al derecho de asilo"…
Una de las consecuencias inesperadas de la aparición del coronavirus es que el libro La peste del escritor Albert Camus ha vuelto a la lista de los libros más vendidos.
Sus ventas se han triplicado no solo en Francia, también en otro de los países europeos más afectados por el virus, como Italia.
Supongo que muchos lo habrán comprado atraídos por un título tan impactante y actual. Sus lectores, nuevos o repetidores, van a disfrutar de una obra maestra de la literatura sobre una pandemia letal; pero además van a descubrir, por el mismo precio, una impagable metáfora del auge del fascismo.
La peste es una novela escrita hace más de 70 años, en plena postguerra mundial, en 1947, pero tan actual que podría haberse escrito perfectamente en este 2020.
Porque las ratas han vuelto.
Como escribió el propio Camus: “La peste reaparece cuando nadie ya la esperaba, porque el bacilo de la peste nunca muere o desaparece, puede permanecer dormido durante décadas, en los muebles o en las camas, aguardando pacientemente en los dormitorios, los sótanos, los cajones, los pañuelos y los papeles viejos, y quizás un día, sólo para enseñarles a los hombres una lección y volverlos desdichados, la peste despertará a sus ratas” (...)
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OTRA COSA:  Ójala tuviéramos ahora las camas que quitó y el personal médico que despidió el PP



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