miércoles, 22 de diciembre de 2021

ALBERTO SOLIÑO MAZAS, músico, ASESINADO de un disparo en la cabeza por un guardia civil en Eibar, en 1976

 Tulio Riomesta   21/11/21  ACABEMOS CON EL RÉGIMEN MONÁRQUICO-FRANQUISTA DEL 78 !! ✊(ExS)

 El pistolero franquista golpeó a Alberto con la culata de la pistola, le fracturó el cráneo y le sacó los sesos. No se quedó contento y le dió un tiro de gracia. El criminal era un guardia civil, Luis Carpintero, sin embargo los franquistas ni siquiera le suspendieron de empleo. Un oficial del Ejército le dijo después a su mujer: “A usted no se le ocurra decir que fue un asesinato” bit.ly/3hM3gyw

Alberto Soliño, 33 años, y su mujer Maribel González, 24 años, tenían 3 hijos, el mayor de 5 años. El 12 de junio de 1976, Alberto, pasaitarra y músico, salió de casa a tocar la batería en la discoteca Jai Alai de Eibar, después de trabajar en la tienda de electrodomésticos que tenía en Pasaia. Le dijo a su mujer, que igual no volvería hasta las 3 de la mañana. Ella no sabía que esas eran las últimas palabras que escucharía de su marido.

Cuando Alberto Soliño salía del recinto después de la actuación, observó que uno de sus compañeros discutía con otra persona, porque el vehículo de esta última le impedía introducir los instrumentos musicales en el suyo. De repente, vio que esa persona colocaba en el vientre de su compañero una pistola. Alberto Soliño se dirigió a quien amenazaba a su compañero, intentando calmarle. “¿Qué pasa? Hablando se entienden las personas”, le dijo.

Entonces el pistolero golpeó a Alberto con la culata de la pistola y le fracturó el cráneo. Le sacó los sesos, pero no se quedó contento porque todavía le dio el tiro de gracia. El autor del crimen era un guardia civil de paisano: Luis Carpintero. El guardia Carpintero ni siquiera fue suspendido de empleo.

Maribel González se trasladó a Eibar y vio a su marido muerto. “Estaba, como encogido, en una caja”. Al verlo lo levanté, le cogí la cabeza y los sesos se me quedaron en la mano. Mi hermana me decía: ¡Déjale, déjale!». Un oficial del Ejército le dijo: “Usted no diga que fue un asesinato”. “En la esquela por el fallecimiento de Alberto nos obligaron a poner que fue un accidente”, recuerda. Maribel no tenía otros ingresos que los de su marido. Se fue a vivir, a sus 24 años y con sus 3 hijos, al domicilio de sus padres que, a su vez, tenían otros 3 hijos.

El asesinato de su marido le destrozó la vida: “Quedé rota. Estuve 2 años sin salir de casa. Me había casado muy joven. Tuve que sacar a mis hijos del Colegio Inglés y cambiar totalmente mi vida, porque no tenía ingresos”.

Alberto Soliño es una de las aproximadamente 60 víctimas mortales que se registraron entre 1968 y el 31 de diciembre de 1978 a manos de miembros de las fuerzas de seguridad del Estado en el País Vasco. Son víctimas mortales de manifestaciones, controles policiales y actuaciones individuales arbitrarias de policías y guardias civiles. Son víctimas que han quedado en “tierra de nadie”, sin ningún tipo de reconocimiento. Encajan en un nuevo modelo, el de víctimas de “sufrimientos injustos en un contexto de motivación política”.

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