Mar Merino Fernandez 10/11/21
Hace 500 años que se publicó en la ciudad de Lovaina un pequeño libro escrito por el inglés Tomás Moro (1478-1535) que llevaba como nombre Utopía (1516).
Pocos han leído el libro, pero el título se ha convertido en una palabra de uso común referida a un plan o un sistema deseable pero de muy difícil realización.
Tomás Moro adelantó ideas de una portentosa modernidad que luego fueron tomadas, sobre todo, por socialistas del siglo XIX.
Afirmaba que las desgracias de los hombres nacen fundamentalmente de los abusos del poder.
"El único medio de distribuir los bienes con equidad, justicia y de constituir la felicidad del género humano, es la abolición de la propiedad" (mucho más tarde Rousseau también insistiría en que la propiedad envilecía la condición humana).
"Si a alguien le disgusta que las gentes del pueblo, estén mal enseñadas y corrompidas desde la infancia, y si este alguien les castiga al llegar a la edad adulta por unos crímenes que, por así decirlo, han mamado desde la infancia ¿Qué otra cosa hace sino fabricar ladrones para luego castigarlos?".
En cuanto a la religión, decía que ésta debía ser propagada mediante la persuasión y jamás mediante el insulto o la violencia.
In search of Utopia se divide en cuatro grandes capítulos. El primero hace referencia al propio libro y a su autor.
Tomás Moro alcanzó gran relevancia pública en Inglaterra, fue parlamentario, logró la confianza de Enrique VIII y alcanzó el cargo de Lord Canciller.
Cuando se opuso a los deseos del monarca de refutar la supremacía del Papa, renunció a sus cargos, lo que no impidió que fuera juzgado, condenado y decapitado.
Más tarde sería reconocido por la Iglesia Católica como Santo Tomás Moro.
Su historia fue llevada al cine por Fred Zinnemann en "Un hombre para la eternidad", ganadora de seis premios Oscar en 1966.
La LIBERTAD (eso lo añado yo), también es una utopía. Pero... es una UTOPÍA ETERNAMENTE DESEABLE.
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