3/3/23
Ferrovial no se va, Ferrovial nunca ha estado. Ferrovial tiene todo el derecho a "irse" porque esa es la Unión Europea efectiva y legalmente constituida y la que garantiza una marcha que no es tal. Ferrovial no tiene patria, no la ha tenido nunca. El capital no conoce de identidades, como mucho distrae con su enunciación a la mano de obra así disciplinada. Ferrovial no es española, Ferrovial es de sus dueños y su fortuna fruto del trabajo de cientos de miles de personas que han entregado sus completas existencias a cambio de la peor parte de un pastel que creían respondía a un espacio físico, geográfico. El santo Amancio Ortega es del país de Amancio, Florentino Pérez defiende el castillo de Florentino; Iberdrola, Endesa, el BBVA, son tan españoles como la Antártida. Conforman, junto a tantos y tantos, un archipiélago de islas unidas por aquello que las separa: el mar del dinero, de la financiarización de nuestra vida. Lo poseen casi todo. Ni ellos ni las mercancías conocen de fronteras. Estas solo existen para quienes padecen sus más crueles políticas y determinaciones. Esos y esas nadies tienen como destino manifiesto tres cartografías para tres espacios reales, tangibles: la del fondo del mar, la de la guerra o la de la pobreza.
Recoger las banderas, inútiles, y poneros a jugar sobre ellas a la baraja. "A por ellos", decían aquellos mendrugos hace unos años.
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