21/2/23
Juanma Luquer, vecino del bloque nº4 de Manresa. Propietario: Sareb
“Tuve una casa. Por ella pagaba una hipoteca, pero cuando llegó la crisis, la perdí. El banco se la quedó tras luchar por una dación en pago de la deuda. Nunca en mi vida me había planteado ocupar una vivienda. Pero en 2015 estaba recién separado, sin casa, sin trabajo y con dos hijos en régimen de visitas de fin de semana que necesitaban a un padre con un hogar. Mi situación era crítica y la asamblea de la PAHC Bages, donde luché por la condonación de la deuda de la hipoteca, decidió que podría vivir en una de las viviendas de los bloques de la Sareb que habíamos ocupado. Desde entonces, vivo aquí. Y aquí ha nacido mi tercer hijo. Mi vida ha cambiado muchísimo, sobre todo la manera de pensar. Antes te metían en la cabeza que había que comprar una vivienda, que si no nunca sería tuya, ahora desconfío del sistema, de los bancos y de los contratos que te hacen firmar. No me gusta estar a la espera de que un día nos puedan echar. Queremos un alquiler social que podamos pagar, porque los precios están imposibles. No hay más alternativa que luchar todos juntos para que dejen de especular con la vivienda, porque si las cosas se pelean, se ganan, pero hay que lucharlas. A mi hija mayor, de 17 años, la veo pensando de una forma muy justa, está concienciada de que todas las personas somos iguales y que el sistema nos ahoga. En el Bloque 4 vivimos con cierta incertidumbre, pero sabiendo que hay gente que se pondrá delante de la puerta para parar un desahucio, y eso no hay oro que lo compre”.
KIKE RINCÓN
“Los fondos lo tienen claro: los edificios son un activo, nada más”
Josep Torrent, vecino de la Casa Orsola de Barcelona. Propietario: Lioness Inversiones S.L.
“Llevo 20 años viviendo de alquiler en la Casa Orsola. En este barrio tengo mi vida hecha. El contrato venció el 1 de mayo de 2022, desde entonces consigno el alquiler en una cuenta judicial. Se supone que me tengo que buscar otra cosa, lo cual es complicado porque requiere de una mudanza que no me había planteado para buscar un piso por el que ya no me pedirán los 700 euros que pago aquí, sino aún más dinero. Soy profesor de matemáticas en un instituto. Antes de que un fondo buitre tratara de echarme de mi barrio era consciente de la crisis habitacional que padece Barcelona. Lo que nos ha ocurrido solo ha reforzado mi opinión y me ha hecho conocer de primera mano que hay movimientos en defensa de la vivienda y activistas que luchan contra la especulación. Los abracé enseguida. Llamamos a distintas puertas, pero el Sindicat de Llogateres y la Xarxa d’Habitatge de l’Esquerra de l’Eixample fueron los únicos que han estado a nuestro lado. El piso contiguo al mío fue uno de los primeros que se quedó vacío y Lioness lo alquila por 2.000 euros al mes como alquiler de temporada —máximo, once meses—, más honorarios y fianza de 4.000 euros. Esas cantidades, o te las paga la empresa o no sé yo quién puede asumirlas. Los vecinos temporales son gente de entre 30 y 40 años que viene a trabajar unos pocos meses. La vivienda les sirve para situarse en la ciudad en la que acaban de aterrizar y en la que pasarán poco tiempo. Una ciudad sin vecinas no es una ciudad. La gentrificación cambiará hasta los comercios, ante una ciudad sin gente capaz de echar raíces. Las consecuencias son variadas y negativas, no nos afecta solo a nosotros. Pero los fondos lo tienen muy claro: los edificios son un activo, nada más” (...)
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