De entre las recomendaciones de aquellos lugares de peregrinaje para todo diletante que opte por sumergirse en ese San Francisco alternativo, alejado del turismo de masas y apegado a la esencia de lo contracultural —“obligatorio visitar el epicentro del mundo hippie, geolocalizado en el cruce de Haight con Ashbury, Lombard Street, Telegraph Road, Peoples Park, la librería City Lights, donde se editó “Howl”, el poema más representativo de la generación beat, el Fillmore, el otrora contestatario Campus de Berkeley, Sausalito y Alcatraz”—, sobresalía la personalidad de un sujeto del que apenas habíamos tenido conocimiento en nuestro país hasta entonces y que, sin embargo, resultaba capital para comprender e interpretar, con un cierto grado de precisión, el desarrollo de la contracultura californiana de mediados de los años 60 e inicios de los 70. Lo que también tenía claro Germán Sánchez —a la sazón padrastro del realizador cinematográfico Luis Olano, cicerone y autor de esa peculiar guía del viajero no convencional — es que el personaje al que había que localizar y entrevistar era Ramón Sender Barayón, por su faceta de músico y gurú de la contracultura, pero también porque era hijo del que quizás había sido el escritor más relevante del exilio republicano, Ramón J. Sender.
Una espina clavada
De algún modo, la conexión con Ramón Sender Barayón, de cuyo padre Luis Olano era lector asiduo, venía a paliar la que el cineasta no había logrado establecer con sus propios antepasados, rastreando la trayectoria vital de aquellos que se vieron forzados al desarraigo para no ser sometidos a la persecución y el sometimiento de un régimen tirano y cruento como el que asoló nuestro país durante cuatro decenios. “Para mí, todo esto suponía quitarme la espina de no haber tenido la inteligencia de sentarme a grabar el testimonio de mi abuelo, Arturo Olano, un niño de la guerra exiliado a la Unión Soviética en 1937 para escapar de la represión franquista en Euskadi, antes de que lo impidiera el Alzheimer”, recuerda Luis Olano. Un carácter antagónico al de su abuelo, a tenor del primer encuentro que se produjo con el protagonista del largometraje documental Sender Barayón. Viaje hacia la luz (2019), disponible en Filmin o en sus presentaciones el 13 de marzo en el Instituto Cervantes de Burdeos, el 31 de marzo en el Cine Arenas de Arenas de San Pedro, el 18 de abril en el Cine Embajadores de Madrid y el 12 de mayo en el Centro Párraga de Murcia. “Conocimos a Ramón en su casa del privilegiado barrio Noe Valley, muy cerca de Castro y Mission. Nos recibió ataviado con una boina y muy contento de recibir a españoles en su casa. Le regalamos una pequeña insignia republicana que había comprado en los puestos de Tirso de Molina el domingo anterior. Él se la colocó orgulloso en la solapa: ¡qué bien, no tenía ninguna bandera española!”, cuenta Olano.
Vínculo difuso hacia España
La falta de vínculo de Ramón con su país de origen, en el que apenas residió antes de emprender el exilio norteamericano, del que apenas nada conoce, que ha visitado en contadas ocasiones y cuya lengua no es capaz de articular con fluidez —como podemos comprobar en el metraje de la película—, está en buena medida marcada por “una serie de ausencias: la de su madre biológica y la de la verdad sobre las circunstancias en que se produjo su muerte; la de un padre que nunca ejerció como tal; la de su país de nacimiento, su cultura y su lengua, que tan pronto olvidó… Quizás por ello su vida, y también la de su hermana Andrea, se va construyendo como una constante búsqueda de identidad y comunidad”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario