La rápida expansión de plantaciones de eucalipto, vital para nutrir a la gran fábrica de pasta de papel de Galicia, centra el debate sobre las causas estructurales de los fuegos. El presidente fue declarado persona non grata tras su decisión. JUAN OLIVER 18/10/2017 A CORUÑA http://www.publico.es/sociedad/incendios-ponen-foco-celulosa-ence-pontevedra-compramos-madera-eucalipto.html
“Compramos madera de
eucalipto. Contacto directo. 900 100 125. Llamada gratuita”. ¿A que
parece un anuncio breve de los clásicos? Pues no lo es. Este texto
figura en lugar destacado en la página web de Ence, la empresa de
celulosas que posee una fábrica de pasta de papel ubicada en Pontevedra
y que desde hace años protagoniza una sonada polémica política en
Galicia. Por su culpa, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy fue declarado el año pasado persona non grata por el Ayuntamiento de su ciudad natal.
Ence es una de las pocas grandes industrias que
quedan en Galicia después de diez años de crisis. Su factoría
pontevedresa (tiene otra en Asturias), fue construida al borde del mar
en la desembocadura del río Lérez, en pleno auge industrializador del
franquismo, y fue durante años responsable de la contaminación de las aguas de la ría de Pontevedra con metales pesados,
especialmente mercurio. Da trabajo a 300 personas, aunque la compañía
afirma que su actividad genera 5.000 empleos directos. Muchos de ellos,
si no la mayoría, en el sector forestal.
El anuncio citado arriba continúa explicando por qué la empresa se ofrece directamente a comprar eucaliptos sin intermediarios,
pactando con los propietarios de los montes su tala y transporte:
“Ence, mayor gestor forestal privado de España, primer productor europeo
de celulosa de eucalipto y líder español en generación de energía
renovable con biomasa, apuesta por una relación directa con el
propietario del monte, que permita trasladar a éste una parte importante
de la generación de riqueza derivada de la gestión forestal”.
Galicia es el principal mercado en el que Ence se
aprovisiona de madera para producir celulosa. Y muchos la
responsabilizan de haber promovido la expansión de las plantaciones de
eucaliptos, una especie australiana introducida en España a través de
los montes gallegos a mediados del siglo XIX, y que hoy ha devorado el
paisaje autóctono. Según la Consellería de Medio Rural de la Xunta, hoy
hay en Galicia 425.000 hectáreas de eucaliptos, el equivalente a un 15% de su territorio
y algo así como más de la mitad de toda la Comunidad de Madrid. La
superficie de eucaliptales se ha duplicado en apenas 30 años, y
representa ya el doble de la previsión que los planes forestales de la
Xunta establecían para dentro de tres lustros.
Cada vez que hay incendios en Galicia
resurge el debate entre quienes advierten contra los intereses
económicos que rodean al eucalipto, como los de Ence, y los de quienes
subrayan que se trata de una falacia, porque los montes más cuidados y
vigilados, precisamente, son los que están plantados con esa especie.
Antón Masa, biólogo y presidente de la Asociación pola Defensa da Ría (APDR) de Pontevedra, está entre los primeros. “Si me preguntan si Ence provoca directamente los incendios, la respuesta, evidentemente, es que no. Pero si la cuestión es si existe una relación de causalidad entre los fuegos y una política forestal basada en el monocultivo de eucaliptos y si Ence es la que la promueve, entonces la respuesta es que sí”, indica.
Antón Masa, biólogo y presidente de la Asociación pola Defensa da Ría (APDR) de Pontevedra, está entre los primeros. “Si me preguntan si Ence provoca directamente los incendios, la respuesta, evidentemente, es que no. Pero si la cuestión es si existe una relación de causalidad entre los fuegos y una política forestal basada en el monocultivo de eucaliptos y si Ence es la que la promueve, entonces la respuesta es que sí”, indica.
Masa cree que la proliferación del eucalipto en
Galicia es una de las tres causas estructurales que explican la
frecuencia y la virulencia de los incendios, junto al abandono del
medio rural y el envejecimiento de la población ligada al sector
agrario, y la ausencia de políticas preventivas globales y adecuadas.
El eucalipto es una especie pirófila. Es
decir, de las que pueden aliarse con el fuego, al que resisten mucho
mejor que otras. Un ejemplar puede arder y rebrotar tras haberse librado
de otras especies competidoras, y, por su altura y flexibilidad (pueden
superar los treinta metros) y gracias al viento, lanzar sus semillas a
mucha distancia, lo que convierte al fuego en un aliado para su
reproducción. Pero también lanza lapas ardientes, es decir semillas y
trozos de madera y corteza en llamas que complican enormemente la
extinción del fuego. “En Galicia muchos incendios reaparecen con nuevos focos porque los eucaliptos funcionan como lanzaderas de esas lapas”, afirma Masa.
El biólogo cree que hablar sin pruebas de “terrorismo
incendiario”, como hizo estos días el presidente de la Xunta, Alberto
Núñez Feijóo, es un bulo destinado a tapar la ineficacia de su política
forestal. Pero matiza que se trata de un bulo útil porque resulta fácil
extenderlo entre una sociedad alarmada dispuesta a asumir la versión de
las autoridades de manera acrítica. Masa ni siquiera da veracidad a
quienes aseguran que a Ence podrían beneficiarle los incendios por la
posibilidad de comprar madera barata –“les resultaría mucho más caro
limpiarla”, insiste-, pero reitera que sí es cierta esa relación de
causalidad entre el fuego y la industria papelera: “La única razón de la expansión del eucalipto es la necesidad de alimentarla”.
No todos los que participan en el debate opinan como él. Es el caso de José Manuel Iglesias, presidente del Clúster da Madeira de Galicia, que asocia a casi medio centenar de empresas ligadas a toda la cadena de valor del sector forestal, y quien defiende que a los productores de madera no se les ocurriría quemar el monte,
como a ningún pequeño empresario se le ocurriría prender fuego a su
negocio. Al contrario: “Son esos héroes que han aparecido estos días,
luchando contra los incendios, sin dormir, arriesgando sus vidas y
prestando sus manos y su maquinaria gratis para apagarlos”, dice.
Iglesias se muestra dolido por las insinuaciones que
se han vertido sobre los propietarios de eucaliptales. “Es como sufrir
el asesinato de un ser querido y que te acusen de ser el asesino”,
narra. El presidente del Clúster conoce a productores que en apenas unas
horas han visto arder su futuro y el trabajo de toda una vida, y
recuerda que lejos de esa imagen de especuladores con que algunos tratan
de equipararlos, la inmensa mayoría son familias trabajadoras
que desarrollan una actividad beneficiosa para toda la sociedad: cuidan
el medio, protegen su sostenibilidad, promueven el desarrollo rural para
que la población ligada al campo pueda obtener rentas dignas, ayudan a
combatir el cambio climático porque su trabajo es plantar y cuidar
árboles que captan dióxido de carbono...
“Frente a los bosques abandonados, que son
verdaderas bombas de biomasa, las plantaciones de eucaliptos son las más
limpias, las más cuidadas y las más vigiladas. Entiendo que pueda haber
urbanitas bienintencionados que cuando ven una catástrofe como ésta
salgan a opinar y a dar soluciones, pero deberían escuchar a los
portavoces de Greenpeace, que ya han dicho que no se puede criminalizar a
una especie”, relata.
Para Iglesias, las plantaciones de eucalipto proliferan en Galicia porque son rentables.
Y, a su juicio, es ese criterio, el de la rentabilidad, el que debería
regir la política forestal a través del fomento de las certificaciones
forestales al uso en muchos países de Europa, donde el mercado exige que
la madera, sea cual sea su uso y destino final, proviene de bosques
gestionados con criterios de sostenibilidad reconocidos
internacionalmente. En cuanto a la fábrica de celulosa de Pontevedra,
relacionarla con los incendios es, para Iglesias, “una tontería”. “Si la
cerramos, se frotarán las manos en el norte de Europa, precisamente en
los países que tienen las mayores exigencias medioambientales”,
concluye.
Lores critica las puertas giratorias en Ence
La factoría pontevedresa de Ence se ubica en
terrenos públicos gracias a una concesión que expiraba en el 2018 y que
el Gobierno acaba de prorrogar hasta el 2073. Por esa razón, el
Ayuntamiento, gobernado desde 1999 por Miguel Anxo Fernández Lores,
del Bloque Nacionalista Galego, declaró hace un año persona non grata a
Rajoy. Lores explica que el consistorio ha recurrido la decisión ante
los tribunales de lo Contencioso-Administrativo, y añade que si es
preciso llegará al Tribunal de Justicia de la Unión Europea.
El alcalde es de los que piensan que existe una estrecha relación entre los incendios y los eucaliptales,
y pone como ejemplo los del fin de semana pasado, que afectaron a tres
áreas, la región Norte de Portugal, Galicia y Asturias, “invadidas de
eucaliptos y que cuentan cada una con una fábrica de celulosa”.
“¿Casualidad?”, se pregunta. La de Asturias también es propiedad de
Ence.
Lores recuerda que desde su plena privatización en
el año 2001 bajo el Gobierno de José María Aznar, la empresa siempre ha
tenido de su mano a las administraciones vinculadas al Partido Popular, a
las que critica por haber hecho que la riqueza económica y el valor
ambiental y paisajístico de la ría de Pontevedra se haya supeditado
desde hace años a la actividad de empresa privada. “Por esos beneficios
sufrimos la polución del aire y la contaminación del mar, y un impacto
ambiental y paisajístico aberrante. Y aún encima ha promovido un régimen forestal de monocultivo que amenaza a todo el país y que además es una de las causas de los incendios”, incide.
El regidor, además, relaciona la laxitud de las
administraciones con Ence con la composición de su Consejo de
Administración, buen ejemplo de cómo funcionan esas puertas giratorias
que trasladan algunos apellidos desde el sillón de un cargo público
hasta el despacho de una compañía privada. Como el de Isabel Tocino,
ex ministra de Medio Ambiente con Aznar, o el de Carlos del Álamo, que
fue el primer conselleiro de Medio Ambiente de Manuel Fraga tras ocupar
la Dirección Xeral de Montes de la Xunta.
En cualquier caso, Ence niega cualquier conexión entre el eucalipto y los incendios.
En una nota de prensa enviada el pasado lunes, lamenta las acusaciones
que los relacionan vertidas “de forma interesada e irresponsable desde
ciertos sectores”. Y se remite a los informes históricos del Ministerio
de Agricultura, “que demuestran que en el período 2000-2014 menos del 1%
de los eucaliptales gallegos son por término medio anualmente pasto de
las llamas, significando sólo el 7% de la superficie quemada”. También
cita las estadísticas de la Xunta, que recogen que sólo el 30% de las
áreas afectadas corresponde a zonas arboladas, y que el 70% es “monte
abandonado”.
“Estos datos muestran que los incendios afectan
principalmente a las zonas abandonadas, no a los eucaliptales,
especialmente si se gestionan. Es la acción criminal incendiaria la que,
aprovechando estas duras condiciones ambientales de sequía y viento,
está dando origen a estos terribles fuegos, y es la falta de gestión del monte, que resulta en abandono, un factor clave de su propagación”, concluye la empresa.*.................................................
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