jueves, 3 de julio de 2025

Los últimos payeses de Palma: «Los urbanitas nos están devorando»

 Pere Morell     Palma  

La visión de una muerte lenta y dolorosa del campo hastía y llena de pena y rabia a los pocos payeses que aguantan en las escasas zonas rurales que aún conserva la ciudad

«El Ayuntamiento nos tiene abandonados y a la gente le da igual si desaparecemos»     
Toni Feliu en Sa Garriga, en una de las fincas en donde trabaja como payés. / GUILLEM BOSCH

«Comemos porque aún existen países tercermundistas que cultivan nuestro alimento», no debe ser nada fácil tener el oficio más importante de la historia y a la vez ser humillado por ello. Toni Feliu es uno de los últimos payeses que conserva Palma. Él es parte de una profesión sin horario, sin fines de semana, sin vacaciones y con unos ingresos «tres veces inferiores a alguien que trabaja en la hostelería». Un sector primario mallorquín cuyos signos vitales palpitan cada vez a menor velocidad.

Hace 60 años había unas 40.000 explotaciones agrarias en Balears, y según una encuesta del Ministerio de Agricultura de 2016 en las islas había activas ese año 10.260. En Palma aún perduran unos cuantas zonas rurales que son explotadas: S’aranjassa, Sa Indioteria, Sant Jordi, Son Espanyol y Sa Garriga son algunos de los últimos bastiones que cuentan con campos que resisten al cemento que todo lo devora. Los últimos indios sioux ante el séptimo de caballería.

«La ciudad todo lo convierte en urbano, los urbanitas nos están devorando», asegura Toni Feliu. Natural de Sant Jordi, Feliu es un payés sin tierra y trabaja en varias fincas. «Ahora debo llevar unas 200 cuarteradas», asegura.

El hastío y la pena son visibles en su rostro en medio de la entrevista en una finca de Sa Garriga: «Ni la gente de la barriada nos conoce, eso lo dice todo». Toni Feliu carga contra el estereotipo de payés inculto que aún perdura en la ciudad: «Se piensan que los de fora vila somos imbéciles. Yo tengo estudios en agropecuaria y jardinería y me han servido para convertirme en un buen payés, no he estudiado para ser un funcionario más».

Autonomía alimentaria

El campo mallorquín da para alimentar entre cien y doscientas mil personas en la perspectiva más optimista. En el año 2004 el doctor en Geografía Ivan Murray calculó que «para abastecernos necesitaríamos 16 veces más el territorio cultivable que tenemos».

Sin embargo, la tendencia actual no persigue la autonomía alimentaria de Mallorca. En lugar de apostar por actividades agrícolas y ganaderas que puedan proveer a la población, la isla cubre de placas solares las tierras de cultivo. «Cada vez todo será menos agrario, con parques solares y fincas con edificaciones. Yo no sé qué comerá la gente cuando ya no estemos», razona Feliu.

El payés augura un futuro pesimista y asegura que si no se cambia la tendencia «Palma será una ciudad cosmopolita como Hong Kong» y los palmesanos «no tendrán comida autóctona». 

Feliu explica que en ese caso habrá dos opciones: o toda la comida «vendrá de fuera» o se inventará «algún producto sintético que nos pueda alimentar a los ciudadanos».

El globalismo siempre parece la panacea que todo lo puede curar. Eso es hasta que una pandemia, un temporalun apagón o una guerra nos recuerda la necesidad de contar con cierta autonomía para sobrevivir. Feliu explica que tras estos desastres el apoyo al sector primario crece entre la población. Sin embargo, esta simpatía dura muy poco tiempo.

«Vivimos a contracorriente. La gente ya no nos apoya y compra en grandes superficies productos de fuera porque son más baratos. Las personas siempre miran el precio de la comida y no el sabor o lo que hay detrás. El Ayuntamiento nos tiene abandonados y a la gente le da igual si desaparecemos», sentencia el payés.

«Demasiada burocracia».

Una de las cantinelas más típicas de cada año es que la temporada de los payeses y los hoteleros ha sido muy mala. Como el cuento de Pedrito y el lobo, ahora que las cosas van mal dadas de verdad, los hombres que trabajan en el campo se sienten abandonados por todas las autoridades.

«El gobierno hace todo lo posible para que nos vayamos, quieren acabar con el campo», explica Toni de Ca’n Rafel, el «único payés de Son Espanyol». El hombre es partidario de eliminar todas las subvenciones a cambio de un precio justo: «No podemos vivir de las ayudas». «Te hipotecas para comprar un tractor de 100.000 euros y luego las ayudas de la Conselleria solo llegan a los terratenientes», explica Toni.

No podemos vivir de las ayudas

El hombre recalca la importancia y la dureza de su trabajo: «Sin payeses no hay comida. Trabajamos muchas horas para sobrevivir, pero para eso tienes que llevar mucho terreno. Yo llevo unas 130 hectáreas».

Placas solares

Balears necesita consumir 3.500 hectáreas para colocar placas solares para así conseguir el autoconsumo energético y no depender de los combustibles fósiles. 

Esta meta lleva a fuertes tensiones con los payeses. Toni de Ca’n Rafel protesta contra lo que considera que es una competencia desleal:«A nosotros solo nos dan problemas, pero luego pueden poner un parque solar que destruya decenas de algarrobos centenarios y no pasa nada». «Hay normas para unos y para otros, y parece que los payeses molestamos», sentencia.

Según datos de la Conselleria de Agricultura en 2022 sobre la cadena alimentaria, la isla únicamente produce un 15% de lo que consume. Importa de la península el 85% de comida que abastece a la población.

«Queda poco producto típico de Palma, antes éramos muchos los que nos peleábamos para tener lo mejor», explica Catalina Caneyelles. Canyelles es una de las últimas payesas que trabajan en Sant Jordi: «Ahora nos pueden contar con los dedos de una mano, antes toda la zona era un huerto».

La payesa protesta contra la visión sesgada que se tiene con la gente que trabaja en el campo: «La gente se ríe de los payeses, es una profesión que no es respetada por casi nadie». 

Asimismo, Canyelles expone como en la escuela a su hijo «le proponen mil oficios», pero que nunca «va un payés a hacer una charla en los centros». Canyelles cree que en la pandemia «parecía que la gente se había concienciado», pero que al volver a la normalidad «todo el mundo ha vuelto a comprar en grandes superficies».

La payesa advierte: «Ni los huevos ni la leche provienen de los supermercados, hay gente que parece que no lo tiene claro». «Somos los olvidados del mundo, cuando los de nuestra edad se vayan todo se abandonará», sentencia Canyelles.

«Menjareu turistes» fue uno de los lemas de las tractoradas que colapsaron el centro de Palma. La payesía es un oficio esclavo y envejecido. Los terratenientes ya no alquilan su tierra a buen precio, pues poner un chalet o un parque de placas solares es más rentable. Los campos yacerán abandonados, porque: Qui vol llaurar podent ser ric?

Luis Chaves: "En Costa Rica hay un discurso de superioridad que es falso"

 Analía Llorente   BBC News   23 mayo 2025

"Vamos a tocar el agua" es el más reciente trabajo de Luis Chaves.




Luis Chaves (San José, 1969) es considerado uno de los poetas contemporáneos más importantes de Costa Rica y de Centroamérica, aunque él dice que no le gusta que lo llamen poeta. Porque aunque empezó con la poesía, luego sumó a su obra la crónica y con la narrativa. Y después todo se mezcló.

"Yo creo que escritor incluye todo", afirma.

Pero Chaves no siempre se dedicó a escribir. Primero estudió economía agrícola, aunque ya en el inicio de su carrera profesional se dio cuenta que la literatura era lo suyo.

Entre sus libros más conocidos están "La máquina de hacer niebla", "Los animales que imaginamos", ganador del Premio Sor Juana Inés de la Cruz, y Chan Marshall, que obtuvo Premio de Poesía Fray Luis de León.

Luis Chaves habló con BBC Mundo en el marco del Festival Centroamérica Cuenta.                                                                                                                                                                                          ¿Cómo ves la situación actual de Centroamérica?                                                             [Jorge Luis] Borges decía "tal persona vivió un contexto histórico complicado, como todo el mundo".                                                                                                                                                                    Entonces, diría que Centroamérica vive un momento complicado… Pero así ha sido siempre.                                                                                                                                                Ahora tenemos al presidente de El Salvador o al de Costa Rica que son muy similares al modelo de Bolsonaro, Milei y Trump, y tienen este discurso que enardece desde la desinformación.

La división de poderes está afectada, y este tipo de mandatarios, además de ostentar el poder político, es empleado del poder económico. Me parece preocupante.

Durante mucho tiempo, a Costa Rica la señalaban como el ejemplo de Centroamérica, le decían "la Suiza centroamericana". ¿Estás de acuerdo?

Yo no sé si los suizos estarán de acuerdo con eso.

Creo que tiene que ver con el hecho de que al abolir el ejército en 1948, se convirtió en un país sin ejército.

Imagínate cuánto gastan los gobiernos de países pobres que tienen ejército. Costa Rica eso se lo ahorraba y por mucho tiempo estuvo mejor distribuido el presupuesto nacional.

Aunque eso es algo que ha venido deteriorándose y ha generado muchas diferencias.

Al final los políticos determinan la historia de los países.

Entonces si comparamos lo que está haciendo [el presidente de El Salvador, Nayib] Bukele con lo que está haciendo [el presidente de Costa Rica, Rodrigo] Chaves, este quisiera tener el poder que tiene Bukele para meterse con el ejército a la Asamblea Legislativa, al Congreso.

Pero como en Costa Rica no hay ejército, entonces el debilitamiento ha venido más por un discurso.

Claro que si te comparas con países que tienen situaciones más graves, pues siempre vas a quedar un poco mejor.        

¿Cómo te sientes con esa imagen de Costa Rica?

Es como con la familia. Yo puedo criticar a mi familia, pero si vienes y me dices: "Tu papá es un hijo de p...", yo te digo: "Eso no". Yo lo puedo decir, tú no.

Igual con el país. Yo entiendo la imagen que tiene Costa Rica, pero yo vivo ahí. Cuando uno critica al país te dicen: "Si no te gusta, vete".

¡Es al revés! Si lo critico es porque me importa, porque estoy consciente de la historia que he tenido allí y hacia dónde parece que vamos.

Me importa muchísimo, es mi lugar, es mi país. Pero no puedo decir que es el país más feliz del mundo. Eso es un eslogan publicitario. Yo soy de ahí y puedo decir que eso no lo creo.

¿Cómo ves la relación de Costa Rica con sus vecinos?

Hay mucha migración de Nicaragua hacia Costa Rica, y el costarricense, además de estar enardecido por los discursos políticos, es xenófobo. Cree que es diferente al nicaragüense.

Empiezan a decir: "Ah, es que el seguro social está lleno de nicaragüenses indocumentados".

Es el mismo discurso en todos los países.

Creo que hay una cierta sensación alimentada por un discurso de superioridad que es falso.

Fuera de Centroamérica, un europeo no sabe quién es de Costa Rica y quién es de Nicaragua.

Pie de foto,Costa Rica ha experimentado la llegada masiva de migrantes que viajan a EE.UU.

En la reciente Feria del Libro de Buenos Aires afirmaste que "Costa Rica ha sido una traidora en muchas causas centroamericanas". ¿Por qué?

Sí, y tengo un ejemplo, yo no me lo invento.

Fue en la Guerra de Centroamérica y con la revolución sandinista, cuando era revolución sandinista real.

El presidente que gobernaba Costa Rica cuando empieza la revolución era Rodrigo Carazo (1978–1982), que apoyaba el derrocamiento de Anastasio Somoza.

Cuando llega el presidente posterior, Luis Alberto Monge (1982–1986), declara en las Naciones Unidas la neutralidad de Costa Rica, pero los contras de Ronald Reagan (1981-1989), que eran los que lucharon contra los que acababan de derrocar a Somoza, entrenaban y salían desde el norte de Costa Rica.

Eso me parece una traición, eso no se hace. Habían declarado la neutralidad, pero era mentira.

¿Cuáles crees que son los desafíos más importantes que Centroamérica enfrenta hoy para poder salir adelante?

El nivel de deterioro de la educación y la salud impactan como siempre, y en cualquier lugar, a la población más carenciada.

Existe una pobreza extrema en Centroamérica. Es un desafío que no veo que vaya a cambiar en el corto plazo.

Además, el presidente de Costa Rica puede ganar fácilmente las próximas elecciones y se puede perpetuar con este discurso de debilitamiento de la división del Estado.

Por otro lado, yo no soy salvadoreño y no voy a meterme a hablar de otra familia, pero un gran tema ahí es el problema de la violencia y la inseguridad por las maras. La manera en que Bukele las ataca es salvaje. Es cercar barrios enteros y toda la gente que está ahí va para la cárcel. Inocentes y culpables.

Tengo amigos que se tuvieron que ir porque están amenazados. Es tremendo.

¿Qué queda?

La gente.

El otro día hablaba de un escritor europeo al que le costaba entender muchas cosas de Centroamérica o de América Latina. Por ejemplo, que acá hablamos y nos tocamos o vamos a tomar algo a la casa del otro.

Es decir, esa forma de ser centroamericano y latino como una cuestión relajada y amorosa. Eso sigue estando, a pesar de todas las dificultades.

Yo creo que hay que apostar a eso, a luchar contra la atomización, contra la idea de que a ellos no les conviene que haya sindicatos, que no les conviene que la gente hable, que se organice.

Hay que pensar en el colectivo. Solos es imposible.

miércoles, 2 de julio de 2025

Doñana, "un vertedero de residuos": encuentran una narcolancha abandonada durante meses en el parque natural

 María Fernández   26/5/2025

El activista explica que en el Acantilado del Asperillo "hay toneladas de basura. Cada vez que hay borrasca, el mar escupe ahí todos los residuos y eso normalmente no lo limpia nadie. Lo hacemos los voluntarios. Llevamos haciéndolo 5 años

La asociación 'Quique Bolsitas' continúa con su batida de limpieza en las playas de Huelva



El activista Enrique Romero, más conocido como 'Quique bolsitas', en su objetivo por mantener las playas de Andalucía limpias y libres de residuos y desperdicios, recorría este fin de semana el espacio natural de Doñana para analizar la zona de cara a organizar una batida próximamente para limpiarla de cara al verano. Durante su visita a la playa de Cuesta Maneli se topaba con incontables restos de basura arrojada en la arena.

Botellas de plástico, bolsas, restos de papeles y multitud de desperdicios esparcidos por la zona, hicieron al promotor del movimiento -bautizado como clean walking- denunciar la situación a través de las redes sociales. "Doñana, un vertedero de residuos", comentaba junto a las imágenes de la basura en el entorno. A la publicación reacciobana un gran número de usuarios criticando la "falta de responsabilidad y de civismo" de la población, manchando un ecosistema que albergan una biodiversidad única en Europa.

"Y con El Rocío a la vuelta de la esquina el campo acabará exactamente igual", comentaba un onubense. "Qué triste ver estas imágenes…Gracias, Quique Bolsitas, por reflejar la cruda realidad a la que también está sometida una de las zonas más protegidas de toda Europa", señalaba otra seguidora en Instagram. Sin embargo, eso no fue lo más sorprendente. Quique Bolsitas también se encontraba una narcolancha que, decía, "llevaba alrededor de ocho meses abandonada y contaminando la zona", tal y como se podía observar por el color de la arena, ennegrecida y sucia. "Es una vergüenza que esto siga aquí", denunciaba.

Según explica a este periódico, "hace casi un año pasé por la zona, a tres kilómetros de Cuesta Maneli, y vi la narcolancha. Este domingo volví a ir y seguía allí. Una vez más decidí denunciarlo a través de las redes sociales para ver si alguien se dignaba a retirarla, pero hasta el momento ninguna autoridad se ha puesto en contacto conmigo".

El activista explica que en el Acantilado del Asperillo "hay toneladas de basura. Cada vez que hay borrasca, el mar escupe ahí todos los residuos y eso normalmente no lo limpia nadie. Lo hacemos los voluntarios. Llevamos haciéndolo 5 años. Lo limpiamos y luego sí es verdad que una vez está recogida toda esa basura, el Ayuntamiento de Almonte se la lleva", explica.

Quique Bolsitas tiene previsto realizar una batida en la zona entre los días 14, 22 ó 28 de junio, aunque aún tiene que ver los detalles, ya que acceder al lugar "no es sencillo y necesito ayuda para que me lleven", comenta.

Este docente apasionado de la naturaleza forma parte de Huelva Azul, "una asociación que hemos creado en Huelva", dice, además de colaborar con otras entidades sin ánimo de lucro.

Enrique Romero es profesor de Educación Física del Colegio Gerena, en Sevilla. Es popularmente conocido como 'Quique Bolsitas' porque lleva muchos años practicando lo que él bautizó como 'Clean walking', la recogida incansable a diario de residuos por toda Andalucía en bicicleta. Gran parte de esta actividad la lleva a cabo en la provincia de Huelva, en concreto en Mazagón.

Se dedica a recoger los restos que tira la gente para hacer de este un mundo un lugar más limpio. Es muy normal verle en agosto a las 16:00 de la tarde bolsa en mano recogiendo plásticos con sus alumnos en Gerena, Sevilla. Quique, que ha recibido reconocimientos como el Premio de Cadena 100 'Por un mundo mejor' en 2021, asegura que con este gesto solo pretende contribuir, dentro de sus posibilidades, a limpiar el planeta. "En una sola tarde he recogido junto a mis alumnos hasta 60 bolsas, dependiendo de la época del año. Es triste ver la realidad pero lo hacemos con energía positiva", cuenta.

Es el pequeño gran ejemplo de lo que hay que hacer: cuidar el planeta. Lleva 12 años haciendo esto de manera completamente desinteresada. Vio que la basura estaba ahí, que no cambiaba y decidió hacer su parte porque, dice, "no le gusta lo que ve".