lunes, 18 de marzo de 2024

¿Qué fue de los periodistas y políticos que alentaron la teoría de la conspiración del 11M?

 10/03/2024   MIGUEL MUÑOZ

Se cumplen 20 años de un atentado en el que la derecha mediática y política alimentó diferentes manipulaciones informativas. El PP sembró las dudas que existían sobre la autoría de los hechos con ayuda de diferentes medios. 


Acto de homenaje a la víctimas de los atentados de 2004 bajo el lema '11M Recuerdo Vivo', en la estación de Cercanías El Pozo, a 11 de marzo de 2023, en Madrid.  Diego Radamés / EUROPA PRESS

¿Qué fue de los periodistas y políticos que alentaron la ...



Hace 20 años la tragedia sacudió Madrid. El atentado del 11M en Atocha y otros puntos de la capital provocaron un dolor colectivo muy importante. También un shock a nivel político y unas reacciones mediáticas que dos décadas después todavía colean. Por aquel entonces no existían redes sociales así que las principales fake news y manipulaciones llegaron de los medios de comunicación tradicionales

Se generó lo que se conoció como teoría de la conspiración del 11M. Tuvo vasos comunicantes entre la esfera política, con el Gobierno del PP y José María Aznar al frente, y la mediática. El presidente llamó a directores de periódicos para adjudicar la autoría del atentado a ETA. Una versión que se trató de alargar en el tiempo y que tuvo protagonistas con nombre y apellidos. Veinte años después, la mayoría de ellos no solo no ha sido defenestrada, sino que, al contrario, sigue en puestos de relevancia. 

El medio de comunicación más relevante que impulsó estas teorías de la conspiración fue El Mundo. El director entonces era el periodista Pedro Jota Ramírez. En el recuerdo sus famosas portadas, especialmente desde el año 2006, cuando se acercaba la celebración de una comisión de investigación parlamentaria. Se difundieron noticias a todas luces falsas como la inexistente tarjeta del grupo empresarial vasco Mondragón, encontrada en una furgoneta implicada. En realidad era una cinta de cassette del grupo musical Orquesta Mondragón. 

Ramírez defendió durante años la conexión entre ETA y los atentados. Llegó a escribir un artículo en 2009, titulado "Yo acuso", en el que imputaba a policías y jueces ocultar pruebas. El periodista fue cesado como director de El Mundo en 2014. Al año siguiente decidió fundar un medio, El Español, que dirige desde entonces y hasta la actualidad. 

El sustituto de Ramírez fue Casimiro García Abadillo, que figuraba como adjunto a la dirección de El Mundo y que fue el encargado de firmar unas cuantas noticias conspirativas de las que se publicaron esos años. Su participación activa en relacionar a ETA con el 11M se reflejó también en un prólogo del libro Titadyn (La Esfera de los Libros, 2009). Salió de El Mundo en 2015 y fundó al año siguiente el medio El Independiente, activo en la actualidad.

Abadillo, en unas declaraciones recientes a El País, admitía algunos "errores" de su medio durante esos años. "En ese marasmo, en esa situación de confusión, de lío, de distintas fuentes, probablemente alguna vez tendríamos que haber sido más prudentes", destacó. 

El actual director de El Mundo, desde 2022, es el periodista Joaquín Manso. El periodista también fue el encargado de firmar algunas informaciones que alimentaban las teorías conspirativas, especialmente entre los años 2009 y 2010. 

Otro foco de especial atención fue TVE con su director general entonces, José Antonio Sánchez, a la cabeza. Varios periodistas de la casa han denunciado sus decisiones editoriales, directamente en connivencia con el Gobierno de Aznar. Una de las más recordadas es la prohibición de emitir una entrevista exclusiva con el presidente de EEUU, George W. Bush. La realizó Lorenzo Milá pocas horas después del atentado y en ella se cuestionaba la autoría de ETA. Nunca se emitió por completo, pero RTVE la ha recuperado este aniversario

Sánchez ha ido cambiando de puestos desde entonces. Pasó una etapa larga, hasta 2011, en Telefónica. Luego aterrizó en Telemadrid como director general y fue el encargado de ejecutar un ERE declarado ilegal años más tarde. El PP, gracias a su mayoría en el Congreso, lo volvió a llevar en 2014 a RTVE como presidente. Tras el cambio de Gobierno en 2018, salió de nuevo del ente público. Pero los populares no se olvidaron de él y en 2021, gracias a la mayoría absoluta de Isabel Díaz Ayuso, volvió a ser designado director general de Telemadrid. 

La cara más visible de la etapa de José Antonio Sánchez en TVE durante el 11M fue el periodista Alfredo Urdaci. Era el director de informativos del ente público, por tanto el encargado de decidir sobre qué se emitía y qué no, siempre en constante contacto con José Antonio Sánchez. También fue el encargado de presentar el especial informativo de la noche electoral del 14 de marzo.

Urdaci fue cesado de su puesto, luego pidió una excedencia y a comienzos de este año tuvo que ser readmitido en TVE tras un proceso judicial. Ejerce como redactor en el programa La Aventura del Saber desde el pasado enero. Entre medias ha sido colaborador en numerosas tertulias, formó una productora propia, fue jefe de prensa del polémico promotor inmobiliario Paco Hernando El Pocero y durante tres años fue director de informativos de Trece TV. 

Otro elemento mediático relevante para abonar las teorías conspirativas fue el comunicador Federico Jiménez Losantos. Entonces presentaba un programa matinal en la Cadena Cope y se hacía eco de las informaciones de El Mundo. También aprovechaba para atacar a algunos políticos del PP que trataron de separarse de la línea de su partido, como Alberto Ruiz Gallardón.

Atacó duramente al exdirector de ABC José Antonio Zarzalejos, que también se mostró contrario a la conspiración. Jiménez Losantos sigue en activo y no ha dejado de estarlo y ser influyente en la derecha española. Desde 2009 dirige su programa matinal en EsRadio y Libertad Digital, medio del que es propietario.

Durante aquellas fechas surgió un grupúsculo llamado Peones Negros, que alimentaron las teorías conspirativas y que proporcionaron información a El Mundo. Uno de sus cabecillas era Luis del Pino, colaborador de Losantos en Cope y luego trabajador de Libertad Digital. Desde 2009 y hasta hace unas semanas tenía su espacio propio radiofónico en EsRadio. Próximamente se incorporará al Grupo Intereconomía y El Toro TV. 

Juan Carlos Girauta también formaba parte de Peones Negros. El exdiputado de Ciudadanos en el Congreso siempre ha negado una vinculación estrecha a esa asociación salvo su presencia en manifestaciones y artículos en medios de comunicación que dan fe de que difundió sus teorías. Girauta fue eurodiputado de Cs y diputado en el Congreso hasta su salida del partido naranja en 2020. 

Los protagonistas políticos 

En la esfera política, el Gobierno del PP echó el resto en relacionar a ETA con el 11M. El presidente Aznar llamó personalmente a varios medios de comunicación. Él ya no se presentaba a las elecciones ese año. Desde su salida de Moncloa ha trabajado en varias empresas privadas, es presidente de honor del PP y de la Fundación FAES. Nunca se ha arrepentido de lo que transmitió su Gobierno esos días y rechaza las acusaciones de que mintieran. 

Eduardo Zaplana era el portavoz del Gobierno. Fue el encargado de realizar varias comparecencias ante los medios de comunicación defendiendo la versión de Moncloa. Tras la derrota electoral pasó a ser portavoz de los populares en el Congreso y no abandonó las preguntas parlamentarias sobre estas teorías conspirativas. Dejó la política en 2012 para incorporarse a Telefónica hasta su detención en 2018 acusado de corrupción durante su etapa como presidente de la Generalitat valenciana. Fue encarcelado ocho meses y medio y puesto en libertad posteriormente. 

Al frente del Ministerio de Interior estaba Ángel Acebes. "ETA buscaba una masacre en España y ha conseguido su objetivo", proclamó entonces en su primera comparecencia el mismo día del 11M. Siguió con esa línea los días siguientes, pese a que las informaciones que se fueron publicando posteriormente ya señalaban al terrorismo islamista. Tras salir de Moncloa continuó como diputado y fue nombrado secretario general del PP. Dejó la política en 2011 y desde entonces ha trabajado en empresas privadas, en Iberdrola entre otras (...) 

VIÑETA: Televisiones cómplices

 Mauro Entrialgo   28 DIC 2023


OTRA COSA:  Así castigó el PP a Pilar Manjón y a las víctimas de su asociación por haber perdido el gobierno tras el 11M, de Ana María Pascual  


La víctima 193, de Javier Gallego Carne Cruda

 11 de marzo de 2024 

El Mundo y Pedro Jota, con Luis del Pino y los Peones Negros, con el PP y sus mentiras.      

Todo empezó con Aznar que nos mintió para meternos en una guerra ilegal en Irak contra los deseos de la mayoría y nos mintió cuando se dio cuenta de que los atentados eran la respuesta de Al Qaeda y que eso les iba a hacer perder las elecciones. Todo empezó con el PP y sus satélites mediáticos que inventaron durante años teorías esperpénticas —cómicas si no fueran trágicas— para hacernos creer que el 11M había sido una gran conspiración de los socialistas con jueces, policías y etarras para ayudar a los yihadistas. Todo empezó con la persecución a Pilar Manjón y a las víctimas del 11M a las que se acosó por exigir verdad y justicia. Todo empezó con Aznar, el único responsable de la guerra de Irak que no ha pedido perdón, el mayor responsable de las mentiras del 11M por las que tampoco ha pedido disculpas, la mano que sigue agitando el avispero mientras sonríe con su siniestra mueca cuando le piden explicaciones. ¿De qué se ríe?, podríamos preguntarle, como le preguntó Manjón a Zaplana y Pujalte en su comparecencia parlamentaria (...) 

domingo, 17 de marzo de 2024

CTXT. Demasiados corruptos en la trama, de Gerardo Tecé

Gerardo Tecé 29/02/2024

 Este juego no solo va de sinvergüenzas metidos en política para enriquecerse, sino también de sinvergüenzas metidos a periodistas o jueces para lograr objetivos que nada tienen que ver con su oficio

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tps://ctxt.es/es/20240201/Firmas/45707/Gerardo-Tece-caso-koldo-abalos-psoe-corrupcion-jueces-periodistas-pp.htm

Después de toda una vida en política, José Luis Ábalos sabe bien cómo funciona este juego de peones obligados a proteger al rey. Si a un concejal de pueblo lo pillan conduciendo borracho, por muy buen gestor, vecino e incluso amante que sea el tipo, éste dimite para no dañar a su alcalde y su partido. Si un exministro y exsecretario de organización del PSOE se ve salpicado por el caso de corrupción que ha protagonizado su hombre de confianza, debe quitarse de en medio, aunque no esté oficialmente investigado. Se llama asumir responsabilidades políticas por haber tenido a un sinvergüenza a sueldo. Nada que Ábalos no sepa, aunque estos días se haga el nuevo por emisoras de radio y platós de televisión. En Onda Cero, junto a Carlos Alsina, se preguntaba el exministro con gran amargura por qué, cuando un escándalo de corrupción rodea al PP, no tiene que dimitir nadie, mientras que cuando esto mismo sucede en el PSOE, el partido opta por hacerse el harakiri. Ábalos El Nuevo también conoce la respuesta a esta pregunta: al votante del PSOE le preocupa mucho más la ética que al votante del PP. Con una inocencia impostada difícil de creer, Ábalos argumenta estos días que dejar su escaño de diputado hubiera sido presentarse ante la sociedad como culpable. Como si la sociedad fuese incapaz de entender un ‘me marcho por dignidad’. Como si a la sociedad no le mosquease ver a un político enrocarse en lo que tiene toda la apariencia de una toma de posición para que, si la investigación avanza, no lo pille a uno con estos pelos y sin aforar.

Décadas de experiencia en política corrupta nos permiten a todos saber bien de qué va este juego. Saber que, cuando la corrupción entra en la habitación de la política, es sano dudar de casi todo. Y de casi todos. Incluidos los medios de comunicación que narran la corrupción. El mismo diario El Mundo, que cerró filas en torno a Isabel Díaz Ayuso y sentenció a muerte a Pablo Casado cuando el entonces presidente del PP osó denunciar la trama del hermano de la presidenta madrileña, es esta semana adalid de la limpieza y la ética. Hoy, denunciando en exclusiva que Ábalos estuvo reunido con su mano derecha, Koldo García, un mes antes de saltar la noticia. Mañana o pasado, que nadie lo dude, nos contará en exclusiva El Mundo que existen fotos de Ábalos reunido con Pedro Sánchez. Miren, miren cómo de sonrientes y cómplices se mostraban durante aquel Consejo de Ministros. Todos y cada uno de los que callaron o dieron por bueno el archivo de las actuaciones judiciales contra el comisionista rey Juan Carlos muestran hoy su absoluta indignación por el caso Koldo. Desconfíen de quienes narran la corrupción porque hace tiempo que los grandes medios de este país dejaron de hacer periodismo partidista para hacer, directamente, política partidista. Hoy, con el nombre de Miguel Tellado sobre la mesa, actual portavoz del PP que, según la investigación de la Guardia Civil, pudo haber mantenido contactos con el empresario cabecilla de la trama con la intermediación de Koldo García, los titulares no acusan, ni ponen bajo sospecha, sino que desmienten. Desde el PP niegan rotundamente la información. Tellado se muestra indignado por las acusaciones. Feijóo –que no sabía con quién veraneaba él mismo– niega las relaciones de su portavoz. Así que, casi mejor, hablemos de la posible implicación de la socialista Francina Armengol.

¿Y qué decir de la Justicia? A quienes aborrecemos la corrupción, venga de donde venga, nos encantaría poder tener la certeza de que las actuaciones judiciales se realizan desde el respeto al oficio y la ley. Pero no podemos. No, cuando venimos de un capítulo anterior en el que el Tribunal Supremo que, llegado el caso, juzgaría a Ábalos y a los responsables políticos cuyos nombres apareciesen, no tenía dudas de que el infarto sufrido por un ciudadano francés en la Terminal 2 del Aeropuerto de Barcelona hace cuatro años era consecuencia de los actos terroristas cometidos por quienes se manifestaba en la Terminal 1. Todo ha sido demasiado burdo durante demasiado tiempo como para pedirle a nadie que confíe a ciegas del relato que se nos pondrá por delante. Este juego de la corrupción no sólo va de sinvergüenzas metidos en política para enriquecerse, sino también de sinvergüenzas metidos a periodistas o jueces para lograr objetivos que nada tienen que ver con su oficio. Más allá de sinvergüenzas como Koldo García y todos los que participasen de esta y otras tramas, la cobertura informativa del asunto no va de controlar las malas actuaciones del poder político o empresarial –ojalá–, va de controlar a los ciudadanos.

LA VIÑETA | No a la corrupción, de Manel Fontdevila

 Manel Fontdevila      

LA VIÑETA | No a la corrupción

 



CTXT. La gran tragedia, la gran mentira. El exdiputado del PP repasa los dos días posteriores al atentado del 11-M. Por Jesús López-Medel

  Jesús López-Medel 10/03/2024

El exdiputado del PP repasa los dos días posteriores al atentado del 11-M en los que la pena se mezcló rápidamente con la incredulidad al constatar que los dirigentes de su partido no contaban la verdad

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La mayor tragedia en nuestra democracia aconteció el 11 de marzo de 2004. Y esto se simultaneó sin escrúpulos con la mayor mentira pública desde la Constitución de 1978. La primera gran falsedad se había producido un año atrás, en febrero de 2003, para justificar la implicación de nuestro país en una guerra injusta, ilegal e inmoral. Dijo entonces José María Aznar: “El régimen iraquí tiene armas de destrucción masiva. Pueden estar seguros de que les estoy diciendo la verdad”. Él sabía que mentía ya entonces. Un año después, relacionados con esos hechos, se produjeron los atentados en Madrid. La manipulación y la mentira fueron entonces brutales. Ambos engaños fueron ejecutados por un presidente del Gobierno en retirada y más pendiente de sí mismo, su inmenso ego y sus intereses, que de la sociedad española. Nunca expresaría ni un mínimo arrepentimiento, solo soberbia.

La canción de Manolo García Dónde estabas entonces acude a mi memoria al recordar aquel día. Escuché la noticia de las bombas pasadas las siete y a las pocas horas intuí que el ataque había sido dirigido contra la implicación de Aznar en la guerra personal contra Irak.

Yo era candidato por el PP para el Congreso, precisamente por Madrid, para las elecciones generales que se celebrarían el domingo 14 de marzo. Había sido antes cabeza de lista por Cantabria, pero en esa ocasión era un “paracaidista” por la capital. El nuevo candidato, M. Rajoy, quiso llevarme en su lista. Lo que me merecía su antecesor está labrado en mi alma, entre otras cosas, por el hecho de que el año anterior había sido yo la única voz, tanto dentro del PP en el Congreso como fuera de él, que criticó la disparatada decisión de Aznar de apoyar esa locura de invasión de Irak.

Lo que siguió a eso se lo ahorro al lector, aunque alguna reflexión y testimonio quedó colgado de mi artículo publicado en CTXT Irak en la memoria y en el corazónAhí conté por vez primera cómo en un acto institucional en Colombia, apenas un mes antes del atentado, el todavía presidente del Gobierno español en funciones dejó a un conciudadano y además diputado, y de su mismo partido, con una mano colgada en el aire sin estrechar. 

Así pues, aquella mañana del 11 de marzo sentí lo que muchos españoles sentían, pero también algo más. Además de mi pensamiento puesto en las víctimas y sus familias, mi mente voló a lo acontecido un año antes, entre febrero y marzo de 2003, con ocasión de la decisión de José María Aznar de involucrar a España en una guerra absurda en la que no se nos había perdido nada salvo la dignidad.

Eran las siete y media de esa mañana tan atronadora en las radios y al tiempo enlosada en un profundo silencio. Enseguida se cancelaron los actos de la campaña electoral. Poco después, como candidato, yo tendría que haber mantenido un encuentro con pequeños comerciantes de Fuenlabrada. Estaba previsto que me acompañara Estanislao Rodríguez-Ponga, secretario de Estado de Hacienda, al que yo no conocía, y que resultaría tiempo después, en 2016, condenado por corrupción, y cumpliría condena en la prisión de Soto del Real. A esta gente de entonces parece que los elegían con lupa… ¡Y yo ahí, con esa panda!

Cancelada la campaña, decidí regresar a Santander, donde estaba mi familia. En ese viaje hacia el norte en furgoneta, en el que no encontré ningún control policial, escuchaba la radio mientras rumiaba tanto la información que iba publicándose como mis propias intuiciones. La rueda de prensa a la una y media de la tarde ofrecida por el ministro del Interior, Ángel Acebes (al que yo había rechazado en dos ocasiones ofrecimientos de mayor responsabilidad política), me pareció muy extraña. Me sorprendió tanta insistencia en hablar más de la autoría que de los hechos y de las víctimas. No entendí la contundencia y absolutísima convicción con la que hablaba sobre los autores del atentado. Parecía que reiterar quiénes habían sido los culpables era el eje de su intervención, como también le ocurría al portavoz del Gobierno en aquel momento, Eduardo Zaplana. Pero hubo un dato que se les escapó en relación al coche utilizado por los terroristas: se habían encontrado dentro unas cintas con versículos del Corán. Sin embargo, ellos no dejaron de hablar de ETA. Todavía no había llegado a Santander y ya me encontraba estupefacto.

Hay otro dato que quisiera aportar. Hasta la disolución de las Cortes, dos meses antes, yo había sido presidente de las comisiones de Interior y Justicia del Congreso, ambas muy activas. Se celebraban sesiones cada semana. Allí comparecían con muchísima frecuencia, entre otros, el ministro Acebes, el secretario de Estado Ignacio Astarloa (un moderado que se pasó al aznarismo integrista y que ahora es académico de Jurisprudencia y Legislación) y también la entonces subsecretaria del Ministerio, y luego política de largo recorrido, Dolores Cospedal (el de se lo puso después en el Registro Civil, lo cual se supone que ennoblece, como a Rodrigo de Rato). Así pues, yo conocía muy bien a los personajes de esa área tan singular, la de Seguridad Nacional, y también la propia materia, sobre la cual tenía cierta información.

Eso me ayudó a interpretar lo que estaba sucediendo, como el hecho de escuchar que el presidente del Gobierno había convocado y celebrado un comité de crisis en el que faltaban varias personas que debían formar parte de la Comisión de Seguridad Nacional, puesto que su composición se encuentra regulada por ley. Me resultó muy elocuente un dato: faltaba el secretario de Estado más importante, el director del CNI, quien poseía información sobre quiénes y cómo habían preparado y ejecutado la acción terrorista. Aznar no le convocó. No le interesaba para su estrategia de mentiras. Por el contrario, sobraba otro secretario de Estado, el de Comunicación, Alfredo Timermans, del clan de Valladolid, quien tomaría después la decisión de desaparecer. ¿Qué hacía ahí este último, por qué faltaba el primero, cuando lo que se había producido era una masacre de casi dos centenares de personas?

En Santander viví con desolación y sensación de tormenta interior aquellos dos días larguísimos. La intervención en los medios ese mismo día de Eduardo Zaplana, un político con nula credibilidad para mí, me confirmó el propio 11 de marzo que, frente a la tragedia, el Gobierno del PP estaba mintiendo gravemente. La rueda de prensa del ministro a las 20 horas refiriéndose a ETA y la nula mención a esta por el Rey solo media hora después, era otro dato.  Durante aquellos dos días, ni siquiera atender y jugar con mis hijos pequeños me distrajo ante la patraña brutal. Ese día 11 por la tarde me sentí invadido de dolor y zozobra. ¿Qué iba a hacer yo, candidato por un partido cuyo presidente mentía, y cuyo nuevo candidato se estaba poniendo de perfil? (...)

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OTRA COSA.  CTXT. Un 11 de marzo sin Aznar. Por Gerardo Tecé

sábado, 16 de marzo de 2024

CTXT. “No somos residentes, tampoco refugiados, ¿qué somos los palestinos?”

 Marta Maroto Bedawi (Líbano) , 5/03/2024

El genocidio israelí sobre Gaza pesa sobre los campos del Líbano, donde 240.000 personas viven en condiciones de precariedad y sin plenos derechos pese a llevar generaciones en el país

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Miembros de Al Fatah en la marcha anual que conmemora el 59 aniversario del partido en el campamento de refugiados de Badawi, en el Líbano. / M.M.

https://ctxt.es/es/20240301/Politica/45817/refugiados-palestinos-libano-gaza-reportaje.htm

El verde oscuro de los símbolos de Hamás nunca había sido tan abundante entre las callejuelas del campo de refugiados palestinos de Bedawi, en el norte del Líbano. En las cafeterías y comercios, el índice de Abu Obaida, líder de la milicia islámica, apunta amenazante a las banderas amarillas de la Organización para la Liberación de Palestina, ajadas por el viento y el desgaste de décadas de hegemonía. Es viernes de rezo musulmán, y el lamento del imán se escucha por los altavoces: “Dios, danos la victoria, ayúdanos a paralizar sus piernas y sus manos, permítenos regresar a nuestra tierra”.

Entre la costumbre y el agotamiento, el genocidio israelí sobre Gaza se vive con el corazón encogido en los campos de refugiados palestinos del Líbano, país en el que, de acuerdo con Naciones Unidas, viven 240.000 palestinos. “Ya no bailamos ni celebramos, hemos perdido la capacidad de expresar felicidad”, cuenta Abdelsalam, estudiante de enfermería de 21 años, que reconoce que aunque Palestina siempre estuvo muy presente en las oraciones, él se ha vuelto “más religioso solo para rezar por Gaza”.

El 7 de octubre, con cautela y asombro, el campamento salió a celebrar que el Ejército Israelí, tras 75 años de violenta ocupación y masacres, no era invencible. La causa palestina volvía a tener un lugar en el mapa tras décadas de silencio mediático y avance de procesos de normalización diplomática con los países del entorno.

Sin embargo, a medida que avanzaba el conteo de muertos y que se dibujaba el que sería uno de los genocidios más crueles de la historia, retransmitido por sus supervivientes en tiempo real, se instaló la pena y la pesadumbre. Aunque con lazos históricos y de sangre, las diferentes comunidades de refugiados palestinos en el mundo han crecido en contextos y luchas diferentes, y la respuesta más común en los campamentos, desde Ein el-Helwe, en el sur, a Shatila, en Beirut, es la de la impotencia, sentir que poco pueden hacer por los gazatíes.

Hoy hay doce campamentos de refugiados palestinos en el Líbano, que comenzaron como asentamientos de tiendas de campaña tras la ‘Nakba’ en 1948 y fueron transformándose en barrios de viviendas precarias, guetos a las afueras de las principales ciudades. La segunda oleada migratoria, tras la Guerra de los 6 Días en 1967, consolidó la presencia palestina en el país y provocó fuertes tensiones con las Fuerzas Armadas, explica Kris Attié, experto en política libanesa.

Bajo el auspicio del Egipto de Abdel Nasser, el por entonces líder palestino Yasir Arafat y el Estado libanés firmaron, en noviembre de 1969, el Acuerdo de el Cairo. El documento cedía la autonomía política y el control de la seguridad de los campamentos a los partidos palestinos, que desde entonces constituyen una suerte de realidad paralela al Estado libanés en la que rige el control de Al Fatah, la facción dominante que vertebra la Organización para la Liberación de Palestina (OLP).

La infraestructura organizativa de la OLP se nutre de la financiación producto de los Acuerdos de Oslo de 1993, y este es uno de los motivos por los que cada vez más voces en los campamentos de refugiados palestinos en el Líbano acusan al grupo de inmovilidad y corrupción. “El dinero no llega a la vida diaria de las personas”, explica Hatem Mokdade, activista palestino, y los problemas de cortes de electricidad, infraestructura, acceso a la educación o abastecimiento de agua llevan años en el mismo punto muerto.

La precariedad es resultado de la mala gestión interna de los campamentos, de las rivalidades por los fondos entre las diferentes facciones, pero también de las restricciones externas impuestas por el Estado libanés. La ley doméstica fuerza a la población palestina a una situación permanente de apartheid que impide a generaciones, nacidas incluso en el país, el acceso a derechos plenos. Los palestinos en el Líbano no pueden tener nacionalidad ni pasaporte, no pueden ser propietarios de su vivienda y tienen restringidas más de una veintena de profesiones como la medicina, la ingeniería o la abogacía (...)