La
demografía calcula que el conflicto causó unos 540.000 muertos, pero su
perjuicio sobre la población española no se limitó a los fallecidos.
(...) Los historiadores llevan décadas precisando la cifra de víctimas del
conflicto. Para eso se han valido de recuentos, muchas veces locales y
dispersos, en los que se incluyen los caídos en combate y también los
represaliados fuera del campo de batalla. Pero el de la historia no es
el único enfoque posible para calcular el impacto sobre la población del
conflicto que enfrentó a unos españoles con otros durante tres crudos
años. La demografía, comparando la población que debería de haber tenido
España de no haber sufrido el conflicto con las cifras fehacientes de
los registros civiles, aporta también sus estimaciones.
La población de España crecía desde principios del siglo XX a buen
ritmo: un 1% cada año. La epidemia de gripe de 1918 frenó ese
incremento, pero enseguida se recuperó la tendencia al alza. Dos
demógrafos tuvieron en cuenta esa línea ascendiente para estimar el
impacto de la guerra sobre la población. Lo recogieron en un análisis de 2005 Javier
Silvestre, de la Universidad de Zaragoza, y José Antonio Ortega, de la
de Salamanca, con datos que hoy en día Ortega sigue actualizando. Ambos
compararon la población que según la tendencia histórica debía de tener
España cada año de la guerra y los tres primeros de posguerra con la que
luego, de hecho, registró el país durante aquel sexenio trágico.
Entienden los demógrafos que esa diferencia entre población prevista y población real equivale al "daño" que produjo el conflicto. Son los "muertos de más" (o, en términos más precisos, el exceso de mortalidad). Todos los que no deberían de haber muerto, en circunstancias normales. Y la cifra es enorme: 540.000 personas. En esos dígitos se contabilizan no solo los caídos en combate o en las represalias, sino también quienes perecieron por las malas condiciones de vida, la mala salud o la desnutrición; las víctimas en diferido del horror fratricida.
El número también comprende a los más jóvenes. La mortalidad infantil, según cálculos demográficos actualizados en 2016, aumentó durante la guerra en 18.000 muertes más sobre las esperables, y en 39.000 más si se extiende el cálculo hasta 1942.
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OTRA COSA: La temperatura en las ciudades españolas ha subido el doble que la media mundial en 50 años
Entienden los demógrafos que esa diferencia entre población prevista y población real equivale al "daño" que produjo el conflicto. Son los "muertos de más" (o, en términos más precisos, el exceso de mortalidad). Todos los que no deberían de haber muerto, en circunstancias normales. Y la cifra es enorme: 540.000 personas. En esos dígitos se contabilizan no solo los caídos en combate o en las represalias, sino también quienes perecieron por las malas condiciones de vida, la mala salud o la desnutrición; las víctimas en diferido del horror fratricida.
El número también comprende a los más jóvenes. La mortalidad infantil, según cálculos demográficos actualizados en 2016, aumentó durante la guerra en 18.000 muertes más sobre las esperables, y en 39.000 más si se extiende el cálculo hasta 1942.
Los niños que no nacieron
Con todo, el perjuicio demográfico de la guerra no se limita a los muertos. En su estimación, los investigadores tuvieron en cuenta otro daño añadido: los niños que dejaron de nacer a causa del conflicto y la posguerra. Fuera por la muerte de los posibles progenitores, porque se formaban menos parejas o porque las circunstancias dificultaban que se engendrasen hijos, la natalidad se resintió mucho. Hubo 395.000 nacimientos menos en los tres años de Guerra Civil que los que cabía esperar. Si se tiene en cuenta el periodo de 1939 a 1942, esa cifra asciende a 572.000 (...)....................................................
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