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“Un silencio solo roto por las voces de los más pequeños pidiendo un trozo de pan que llevarse a la boca. Simplemente un trozo de pan. Ese era el menú diario en muchos hogares, una rebanada de pan con escabeche, con sardinas o con tocino. Pero nada de lo prometido llegaba. En las despensas solo había espacio para el lamento. En las estanterías, una cartilla de racionamiento que de nada servía.”
Este es uno de los desgarradores fragmentos del libro de Abel Aparicio, “¿Dónde está nuestro pan?”, donde, con una prosa fluida y dramática, recorre los escenarios de los tiempos en los que la represión franquista, esa represión que golpeó con fuerza durante todo el régimen a las clases trabajadoras, no dudó en utilizar todas sus armas para someterlas, con sueldos de miseria, en las fábricas y en las minas, con los uniformes verdes de la guardia civil y las sotanas negras de los curas, con la depuración, la muerte y el exilio de miles de profesores e intelectuales, y, por si esto fuera poco, también con el hambre. Esa España de las cartillas de razonamiento, de los maquis resistiendo en la montaña, de las heroicas mujeres que desafiaban a la dictadura pidiendo pan para sus hijos, o que lo procuraban trabajando en las minas, aparece muy bien reflejado en los tres relatos que forman este libro, que el escritor fue fraguando a ritmo de pedal. Fue su pasión por la bicicleta de montaña la que lo llevó a descubrir el Valle de Tremor, y otros lugares de las comarcas de la Cepeda y el Bierzo, donde escuchó las historias que le fueron dictando las montañas y los pequeños pueblos dónde, durante demasiado tiempo, todo fue hambre y silencio (...)
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