Tulio Riomesta 3 September, 2020
En la madrugada del 16 de febrero de 1937, 5 cuerpos formaban uno de los conjuntos más macabros del terror falangista. Se trataba de Higinio Fernández, Manuel Vázquez Lamas, Antonio Alonso Comesaña, Antonio Cabaleiro Amoedo, y Emilia Cabaleiro Amoedo. Crímenes abominables en esa oscuridad traicionera e impune. Hoy recordamos sus nombres, recordamos a Emilia Cabaleiro Amoedo, una mujer solidaria, que no permitamos su desaparición final, la muerte última, el olvido. Un triste ejemplo de tantas mujeres gallegas torturadas, y asesinadas por la canalla franquista.
Emilia era natural y vivía en Cabeiro-Redondela, tenía 54 años, era madre soltera y trabajaba en el campo con su hijo, Antonio Cabaleiro Amoedo de 26 años. Trabajaron la tierra y fueron a vender los frutos a Vigo y Redondela. Emilia y Antonio tenían una casa humilde en el lugar de la Iglesia, pero la suya era una casa generosa, de la que compartían escasez y bondad.
Por eso Emilia Cabaleiro Amoedo buscó refugio en una cueva de Porto Cabeiro para cuatro hombres de Vigo y Lavadores. Eran los últimos meses de 1936, días de frío, humedad, voces bajas, al acecho y oscuridad. Días de miedo y coraje. Donde hay gente solidaria también hay denunciantes. En Porto Cabeiro también los hubo. Como aquel vecino al acecho, en lo alto del cerezo, siguiendo los pasos de madre e hijo por el Camino del Costal hasta la cabaña donde estaba la cueva.
El 13 de febrero de 1937 se decretó la caza humana. Un gran séquito de terroristas, guardias civiles, guardias cívicos, falangistas, rodeó el lugar. Llegaron de Vigo, Lavadores, Redondela, al mando del sargento de la guardia civil Miguel Marcos. Fueron a la casa de Emilia y Antonio, preguntaron quién estaba en la cueva, a quién le llevaron comida, tabaco y periódicos. Comenzaron tres días de martirio.
Fernando Castro, 25 años, barbero, natural de Cangas y vecino de Casablanca (Vigo) logró escapar, herido de gravedad; su cuerpo apareció ese mismo día en el monte Negros (...)