jueves, 30 de noviembre de 2023

CTXT. Bestias, payasos y equilibristas: Ferraz o el circo de tres pistas, de rene Zugasti

 Irene Zugasti 20/11/2023

El rearme reaccionario va a ser tremendo, y el antifascismo –el de verdad, el que se lleva las hostias, las denuncias y la precariedad a su casa– será, como siempre, el primer dique de contención y el único fiable

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Manifestación durante las Jornadas Antifascistas celebradas este mes en Madrid. / Álvaro Minguito


Bestias, payasos y equilibristas: Ferraz o el circo de tres ...


Yo también me he pasado estos días a echar un vistazo por Ferraz. Y seguro que muchas habéis tenido la misma idea. No se trataba de vocación periodística ni de ganas de ser testigo, como diría Estefania Molina, de la Historia de España, ni mucho menos. Surgió como exótico entretenimiento de domingo para una amiga que me visitaba desde Barcelona y merecía una full experience madrileña.

Tampoco había tanto que ver allí, salvo el desfile de bestias y payasos habituales. Y es que en este circo de tres pistas, la primera, Ferraz, ha dejado de tener gracia hace bastantes días, de hecho, casi desde el primero. Observar esa mezcla de fauna y flora jugando a ser la caricatura de sí mismos ha pillado a muchos sin conocer su propio país: si hubieran escuchado antes a los y las antifascistas sabrían que las bestias, como el dinosaurio, siempre y todavía han estado aquí. Están cada 20N haciendo su función Cuelgamuros, y puedes encontrarlos en la previa al partido pululando cerquita del Bernabéu y el Metropolitano. Son los que terminan las bodas y monterías mamados y cantando el Cara al sol, o los que aprobaron las oposiciones a Municipal en Madrid y escribían “Heil Hitler” y “el fascismo es alegría” en el grupo de whatsapp de los compañeros de comisaría. Un caso que, por cierto, fue archivado por la justicia y el Ayuntamiento de Madrid. También son esas pititas tontainas que aspiran a codearse con María Pombo y Victoria Federica mientras se graban bailando el himno nacional en TikTok y las señoronas que acuden a Ferraz con el astracán y las zapatillas de la clase de pilates que después les limpiará su mucama filipina.

También podéis encontrarles, puntuales cada inicio del curso, gritando desde las ventanas del Colegio Mayor Elías Ahúja, y ayer mismo, por la mañana, estaban rebuscando entre su propia y carísima basura en eso que las viejas derechosas llaman el Rastrillo Nuevo Futuro, un acto de beneficencia patrocinado, cómo no, por la alcaldía de Madrid. Últimamente algunos han dejado la madriguera youtuber y se prodigan también por la prensa y la tele, y hasta se suben a la Nave del Misterio. Aunque, para versiones más lumpen, aún quedan por allí los escombros de productos como el Hogar Social Madrid, neonazis chandaleros de alta cuna y de baja cama que intentaron capitalizar la crisis repartiendo bocadillos “sólo para españoles” por los barrios de Madrid. Acabaron felizmente expulsados de casi todos ellos, limitando su beneficencia a cocinar un par de sandwiches para exlegionarios desdentados. Y, si todavía no les ubicáis, recordemos que estuvieron también apostados durante meses en Galapagar, frente a la casa de Montero e Iglesias, o delante de la vivienda de Mónica Oltra agitando banderas de España 2000. Los más espabilados, sin embargo, se codean con otra derecha extrema y dura, la de Little Caracas, que tiene más capital riesgo y más gracia que los carcamales locales, qué duda cabe.

Lo dicho, que no hacía falta concentrarles a todos en Ferraz ni hacerles la cobertura mediática y opinadora propia de un “momento histórico” de esos de Molina. Pero no habría función sin payasos ni fieras, y eso nos lleva a la segunda de las pistas, la de los medios de comunicación. El inusitado interés por cubrir estas protestas con directos eternos en el 24 horas de TVE, horas y horas de debate en La Sexta –y hasta “El Intermedio” de Wyoming emitiendo directos con periodistas pertrechados como si estuvieran en Sarajevo 1992– ha convertido a los payasos en lucrativos “memes” y ha dado oxígeno a las bestias, deseosas de salir en pantalla, jugando cada día a ser más grotescas para disfrute de todos, amigos y enemigos: hasta Ok Diario ha sacado un pingüe beneficio de estos días, optimizando en redes sociales sus vídeos como si de un catálogo de freak show se tratase, un circo de engendros del que nadie piensa ahora responsabilizarse.

Si alguien cree que la mejor forma de exponer al fascismo, a los ultras y a los radicales es darles horas de pantalla, reírles las gracias o usarlos como epítome de un villano extremo y caricaturizado, sepa que hace un flaco favor a las democracias. Al fascismo se le combate con denuncia, sí, pero no así. ¿Estarán también los medios cubriendo por tierra, mar y aire la próxima vez que alguno de estos elementos le pegue una paliza a una pareja de bolleras o acose un centro social y persiga a sus activistas? ¿Denunciarán en sus canales cada atropello a la Memoria Democrática y a sus víctimas? ¿Se quedarán a grabar la violencia policial que sucede al final de las manis o dentro de los furgones, donde nadie mira? ¿Apostarán las cámaras en las puertas de los juzgados cuando las antifascistas tengan que tragarse una nueva multa gracias a la Ley Mordaza? ¿Van a señalar en algún programa de investigación los nombres y estructuras de quienes ejercen la violencia política digital en redes, foros y agujeros de la “manosfera” contra las feministas? ¿Quedarán atentos los medios a qué apellidos se licencian en la próxima promoción de ICADE o en los nombramientos del BOE, cuando las niñas y niños con abrigos Helly Hansen se aburran de Ferraz y vuelvan al cole, se gradúen y hereden la butaca del consejo de administración de su padre, los contratos públicos, las fundaciones, el escaño del partido?


Israel redobla su ofensiva contra el Gobierno español por señalar su matanza en Gaza, de José Enrique Monrosi - Andrés Gil

 José Enrique Monrosi / Andrés Gil

Rafah / Madrid —

Los niños de Gaza y la vergüenza del PP , de José María Izquierdo

 27 de noviembre de 2023 José María Izquierdo

Este pedazo párrafo, resumido, se lo plantó Pedro Sánchez a Benjamín Netanyahu en plena jeta: “La respuesta al terrorismo de Hamás, que condenamos total y absolutamente, no debe implicar la muerte de gente inocente en Gaza, incluidos miles de niños”. Ya en Madrid vino a repetir el mismo concepto con otras palabras: “Condenar los viles atentados de Hamás y condenar la matanza indiscriminada de civiles en Gaza es una cuestión de humanidad”. Y en uno y otro lado abogó por la vía negociadora entre ambas partes, quizá con la convocatoria de una gran Cumbre internacional, para insistir en la necesidad de implantar la teoría de los dos Estados, universalmente reconocida. Furioso, Netanyahu, esa fiera corrupia que gobierna con los más ultras del lugar, pero piel de bebé, llamó a consultas al embajador español. Para regañar a un Estado soberano. Por cantarle las verdades del barquero y decirle basta a una salvaje matanza. 

¿Cómo respondió el Partido Popular, a su frente Núñez Feijóo? Lo mismo pensaban ustedes que iba a apoyar al presidente de su país. Qué inocencia. Se alineó inmediatamente con el líder israelí. Faltaría más. Así que habrá que suponer que a Núñez y demás dirigentes del partido, una piña, dicen sin ruborizarse, les importan un pito los miles de niños que mueren bombardeados, enterrados en escombros o brutalmente quemados por el fuego de los soldados israelís. No vuelvan con la matraca de condenar previamente a Hamás, que lo hemos hecho todos, incluido Sánchez, por supuesto, una y mil veces. No se puede caer más bajo. O sí, que de esta derecha, siamesa con la ultraderecha, sólo puede esperarse que una ignominia supere a la anterior. 

miércoles, 29 de noviembre de 2023

CTXT . Israel: Epicentro, de Franco ‘Bifo’ Berardi

 Franco ‘Bifo’ Berardi 19/11/2023

El precio que Israel pagará por el genocidio es la desintegración moral. Su clase dominante está impregnada de cinismo y arrogancia

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Manifestación en solidaridad con Palestina en Londres el 29 de octubre de 2023. / Alisdare Hickson 

Moshe Dayan dijo en 1967 que Israel debe actuar como un perro rabioso, para que sus enemigos sepan que sus acciones hostiles recibirán una respuesta inconmensurable. Una estrategia que amplía infinitamente el bíblico “ojo por ojo”.

Golpear escuelas, destruir hospitales, matar, matar, matar. De acuerdo, lo hemos entendido, pero no sé si los líderes de Israel se dan cuenta del tsunami de horror que están desatando en la psicoesfera global. Un mes de horror ininterrumpido que, en primer lugar, borró de la psique colectiva el horror del 7 de octubre, y luego produjo las condiciones para una mutación monstruosa en la percepción de Israel por parte de la mente planetaria.

Desde una perspectiva clínica, la gran mayoría de los israelíes hoy aparecen como psicópatas que han perdido toda inhibición moral y, por lo tanto, son peligrosos para los demás pero también para ellos mismos y para cualquiera que confíe en ellos, para cualquiera que de alguna manera les haya entregado su destino.

Todo Occidente, por razones que no tienen nada de nobles (el sentimiento de culpa vinculado al Holocausto que se ha transformado en una identidad negativa de Europa), ha entregado su destino a Israel. El presidente Biden ha entregado su destino a Israel.

Ha habido masacres en el pasado: las de Daesh y Bashir el Assad en Siria, las de Faluya bajo el fósforo blanco de los estadounidenses en 2005, etc. Pero ninguno de los innumerables estallidos de violencia se había transmitido en todas las pantallas del mundo de forma continua durante un mes o quién sabe cuánto tiempo más. Nadie había ocupado tan completamente la infosfera y, en consecuencia, la psicosfera de todo el planeta.

¿Qué consecuencias esperan los vengadores israelíes de este tsunami de horror, más allá de la improbable aniquilación de Hamás?

¿Se puede exponer el cuerpo torturado de toda una población sin pagar el precio?

Nadie sabe cómo evolucionará la situación político-militar, pero podemos suponer que los Estados árabes, mucho más atentos al bolsillo de las élites nacionalistas que a la solidaridad islámica, seguirán con sus condenas sin renunciar a los negocios y acuerdos con Israel. Éste no es el precio que Israel pagará. El establishment occidental y el establishment árabe no romperán con la entidad sionista.

El precio que Israel pagará es su desintegración moral. La clase dominante de Israel está impregnada de cinismo y arrogancia, no retrocederá ante ningún crimen para mantener el control de la situación, pero no podrá mantener ese control por mucho tiempo, porque la catástrofe de los palestinos es la catástrofe moral de los israelíes. La memoria judía no puede coexistir por mucho tiempo con la responsabilidad por un genocidio. La comunidad judía estadounidense ocupó los pasillos del Capitolio y la Estatua de la Libertad para decir: “No en mi nombre”, para rechazar la identificación con los exterminadores de Israel.

Israel ya no es (si alguna vez lo fue) una representación del judaísmo; es su vergüenza, su imagen invertida.

Lo que el sionismo ha identificado incorrecta y peligrosamente como el Estado de los judíos no podrá sobrevivir en medio del odio que el genocidio israelí está despertando en poblaciones que tienen recuerdos de la humillación colonial. Y, sobre todo, el Estado de Israel está hoy aislado en las nuevas generaciones que se identifican con los palestinos de todo el mundo, no tanto por razonamientos históricos y políticos, sino por la percepción de una común condición claustrofóbica, de una común ausencia de futuro y de caminos de salida. Esta percepción  convierte a los palestinos en la vanguardia de la última generación global.

Hay algo horrible en la forma en que los europeos dan la espalda cuando se está produciendo un genocidio a poca distancia de ellos, tal como lo hicieron en las décadas de 1930 y 1940, cuando se estaba produciendo un genocidio en su territorio, pero no ante sus ojos mediatizados (...)

El castañazo del PP en Estrasburgo ha sido de los que se oyen en toda Europa, de Iñigo Sáenz de Ugarte

 25 de noviembre de 2023 Iñigo Sáenz de Ugarte


Cómo una jornada laboral más corta puede beneficiar nuestro bienestar y rendimiento, de Darío Pescador

 Darío Pescador  29 de octubre de 2023 



Hablar de la conciliación entre la vida laboral y personal parece el principio de un mal chiste en España. Según datos de la OCDE, en España se trabajaban 1.644 horas anuales por empleado, una media de 37,70 horas por semana. Aunque está ligeramente por debajo de la media de la OCDE (1.752 horas), superan con creces las 1.341 horas al año de Alemania, las 1.427 de los Países Bajos o las 1.511 de Francia. 



Estos datos parecen contradecir la leyenda negra de los españoles perezosos y sesteadores, pero no cuentan toda la historia. En realidad, el número de horas que los españoles pasan en el trabajo es muy superior debido a los horarios partidos, los desplazamientos a este, y las horas extra, en muchos casos no contabilizadas ni compensadas. Esas jornadas largas y diseminadas hacen que los trabajadores en España lleguen a casa mucho más tarde que otros europeos, algo que dificulta la vida familiar, el desarrollo personal y 

tiene graves consecuencias para la salud mental y física

  


Lo más triste es que, también con datos de la OCDE, a pesar de las largas horas en el trabajo, la productividad en España, medida como PIB dividido por las horas trabajadas, es de las más bajas. Con datos de 2022, por cada hora trabajada en España se producen 101 dólares (empleando esta moneda para poder comparar con el resto de los países). El valor es el mismo que en Francia, pero allí se alcanza con muchas menos horas trabajadas. En Portugal, donde se trabaja casi el mismo número de horas que en España, cada una de ellas produce nada menos que 110 dólares. En Alemania, cada hora produce 107 dólares, por encima de la media, con el menor número de horas trabajadas. ¿Qué está pasando?

Más horas no significa más productividad

Todos nos acordamos de aquel problema de matemáticas el colegio. Si un obrero levanta un muro de tres metros en una hora, ¿cuánto tardará en levantar un muro de nueve metros? Puesto así, las matemáticas no fallan: trabajando más horas, la productividad es mayor. 

Lo que ocurre es, aplicándolo a la vida real, las cuentas no salen exactamente así. La productividad en economía se define como el dinero o trabajo producido por hora. Con algunas excepciones como Estados Unidos (muchas horas y mucha productividad), en la mayoría de los países de la OCDE se cumple que, en general, cuantas más horas se trabaja, más baja es la productividad 

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Los resultados finales de la encuesta revelaron que el 45% de las personas trabajan realmente cuatro horas al día, y algunos incluso menos. Un estudio similar realizado por el sitio web de empleo Zippia corroboró estos datos, resultando que, durante una jornada laboral de ocho horas, el trabajador medio sólo pasa cuatro horas y 12 minutos trabajando activamente. La investigación descubrió que el 47% de los trabajadores navega por Internet durante su horario de trabajo y el 78% afirma que no necesita ocho horas para completar su trabajo diario. 

Todo esto no es un fallo, sino una característica del cerebro humano. Para empezar, a las personas no nos resulta fácil mantener la atención en una tarea. Se calcula que los adultos se distraen a los 20 minutos de estar enfocados en algo. Además, cuando nos interrumpen, nos cuesta hasta media hora volvernos a concentrar en lo que estábamos haciendo. 

Esto también explica por qué en las oficinas la productividad es tan baja, donde las interrupciones son constantes y las reuniones –muchas veces innecesarias– trocean la jornada hasta el punto de que es imposible trabajar ininterrumpidamente. Según Harvard Business Review, los datos verifican una mayor productividad para las personas que teletrabajan en la economía del conocimiento (trabajos de oficina).

Si la cultura de tu empresa o de tu país es presencialista y te obliga a estar en la oficina 10 o 12 horas, es más fácil que te distraigas durante ese tiempo y lo emplees para hacer la compra en Internet, gestiones personales o mirar redes sociales en el móvil (...)









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