Enric Bonet 15/11/2023
El periodista franco-israelí Charles Enderlin, de 78 años, es un gran experto en el conflicto entre Israel y Palestina. Hace más de 50 años, lo movilizaron como ciudadano israelí para participar en la guerra del Yom Kippur en 1973, un conflicto comparado con la actual guerra de Gaza por sus similitudes cronológicas –empezó el 6 de octubre– y porque entonces también estuvo contra las cuerdas el Tsahal (ejército israelí). Tras haber ejercido durante décadas como director de la oficina de France Televisión (televisión pública) en Jerusalén, este corresponsal trabaja ahora como ensayista. Autor de más de una decena de libros sobre el interminable conflicto en Oriente Medio, ha publicado recientemente Israël. L’agonie d’une démocratie.
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Charles Enderlin. / Fotografía cedida por el entrevistado
“El integrismo mesiánico (judío) y el fundamentalismo islámico son aliados objetivos. Ambos se oponen a una negociación pacífica”, asegura Enderlin durante la entrevista. Periodista comprometido, se muestra muy crítico con el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y no pierde la esperanza de que, más tarde o más temprano, se impongan los partidarios de la paz en Israel y Palestina.
¿Cuál es la responsabilidad de Netanyahu en los atentados de Hamás del 7 de octubre y la escalada del conflicto palestino-israelí?
El principal responsable de la situación actual es Netanyahu. Tras su vuelta al poder en 2009, autorizó la financiación de Hamás. En marzo de 2019, lo explicó con estas palabras a los diputados del Likud. “Cualquier persona que esté en contra de la existencia de un Estado palestino debe apoyar el refuerzo de Hamás, la transferencia de fondos a Hamás. Mantener una separación entre la Autoridad Palestina en Cisjordana y Hamás en Gaza sirve para impedir la creación de un Estado palestino”. Esta posición de Netanyahu resultó uno de los motivos del reforzamiento militar de la organización islamista.
Que desembocó en el fracaso militar israelí del 7 de octubre…
Según un exrresponsable del Shin Bet (servicios de inteligencia interiores de Israel), Netanyahu se había opuesto en el pasado a operaciones puntuales para liquidar militarmente a los líderes de Hamás. El mensaje que se transmitía a las fuerzas de seguridad era el siguiente: los dirigentes no consideran a Hamás como una amenaza existencial. Eso distorsionó los análisis de los servicios de inteligencia israelíes. Antes del 7 de octubre, consideraban que el principal peligro no se encontraba en Gaza, sino en Cisjordania. El Estado Mayor desplegó sus fuerzas más importantes para garantizar la seguridad de los colonos israelíes.
La actual coalición gubernamental en Israel reconoce abiertamente sus voluntades anexionistas de los territorios palestinos, lo que acentúa aún más las tensiones en la zona. Después de su investidura a finales del año pasado, Netanyahu tuiteó las primeras líneas del acuerdo de gobierno: “El pueblo judío tiene un derecho exclusivo e inalienable sobre la tierra de Israel. Mi Gobierno desarrollará la implantación en todos lados, incluida en Judea-Samaria (Cisjordania)”.
¿Cómo llevaron a cabo Netanyahu y sus ministros esta política de refuerzo de Hamás en perjuicio de la Autoridad Palestina?
El líder del Likud ofreció a los colonos más radicales las llaves de la colonización y la seguridad. Aunque hasta hace dos años, Itamar Ben Gvir era considerado como un peligroso activista de ultraderecha, actualmente es el ministro de Seguridad Nacional y el responsable de la policía. Betzalel Smotrich, jefe de un partido sionista, religioso, homófobo y racista reconocido, ejerce como ministro de Finanzas y ministro adjunto de Defensa. Ese cargo le permite dirigir la administración civil de Cisjordania y lo utiliza para favorecer las colonias y al mismo tiempo menoscabar el desarrollo palestino. También pide la disolución de la Autoridad Palestina de Mahmoud Abás. El mismo Smotrich decía en 2015: “La Autoridad Palestina es un lastre, pero Hamás resulta una ventaja real para nosotros. Nadie los escucha en la escena internacional. No pueden llevarnos ante la Corte Penal Internacional o impulsar una denuncia en el Consejo de Seguridad de la ONU, como sí hizo Abás”. No obstante, esta apuesta de Netanyahu y Smotrich les estalló en la cara el 7 de octubre y ha llevado a Israel a su mayor crisis existencial desde su independencia, en 1948. Y, por este motivo, deberán rendir cuentas por ello.
En cierta manera, los sionistas más nacionalistas y conservadores y los islamistas de Hamás representan caras distintas de la misma moneda (de fanatismo religioso, negación del otro y perpetuación del conflicto).
Sí, tiene razón. El integrismo mesiánico sionista y el fundamentalismo islámico son aliados objetivos. Ambos se oponen a una resolución pacífica del conflicto. Los sionistas religiosos niegan la existencia de un Estado palestino en lo que llaman la Tierra de Israel, que, según ellos, Dios ofreció al pueblo judío, mientras que Hamás combate la existencia de un Estado judío en tierra del islam. El 25 de febrero de 1994, el terrorista judío Barukh Goldstein asesinó a 29 musulmanes que estaban rezando en la Tumba de los Patriarcas de Hebrón. Eso dio un pretexto a Hamás para desencadenar una campaña de atentados suicidas en Israel. El 4 de noviembre de 1995, Yigal Amir, un sionista religioso, asesinó al entonces primer ministro israelí Yitzak Rabin. Esta vez no me parece sorprendente que Hamás atacara los kibutz cercanos a Gaza. Sus habitantes son los más favorables a una solución con dos Estados (el israelí y el palestino), a la que se opone la organización islamista. Ante los integristas de ambos bandos, la comunidad internacional no apoya a los partidarios de la paz en Israel y Palestina. Y ha dejado que la región se convierta en un lugar infernal.
¿Netanyahu se encuentra debilitado por esta crisis? ¿O esta escalada puede servirle para avanzar en su proyecto de Israel como un Estado judío que abarque todos los territorios de la zona?
Sí, está muy debilitado. Según todos los sondeos, el Likud de Netanyahu y sus socios del sionismo mesiánico, probablemente también los ultraortodoxos, perderían con claridad las elecciones si éstas tuvieran lugar en estos momentos. Pero no están previstos nuevos comicios hasta dentro de tres años. Y el objetivo de los dirigentes actuales es hacer todo lo posible para mantenerse en el poder. Netanyahu y sus aliados disponen actualmente de una sólida mayoría parlamentaria, de 64 diputados sobre 120. Ahora ha quedado paralizado su proyecto para establecer en Israel un nuevo régimen político iliberal y autocrático. Pero esto no ha impedido a integrantes de su coalición adoptar en la Kneset leyes antidemocráticas, por ejemplo, una para que el Gobierno controle los medios de comunicación.
¿Cuál es la naturaleza de las acciones del ejército israelí? ¿Se trata de la lucha contra una organización terrorista? ¿Crímenes de guerra? ¿O una masacre con una dimensión genocida?
Los bombardeos aéreos en Gaza forman parte de la táctica israelí de neutralizar a Hamás. El argumento central de Tel Aviv es que ningún Estado en el mundo puede aceptar la presencia en su frontera de una organización capaz de masacrar a su población civil. Por consiguiente, considera que debe hacer todo lo posible para que desaparezca esta amenaza existencial. Pero estos bombardeos y acciones militares en Gaza tienen lugar en un territorio con una de las densidades de población más elevadas en el mundo. Y el ejército israelí no contempla otra forma para luchar contra Hamás que los bombardeos, que ya llevó a cabo en el pasado. Todo esto provoca horribles consecuencias humanitarias para los civiles gazatíes.
El ejército y los colonos israelíes también están llevando a cabo acciones en Cisjordania. ¿Cómo está afectando el conflicto actual a la ocupación de ese enclave palestino? ¿Los sionistas quieren aprovecharlo para culminar la Nakba?
Ningún país árabe aceptará a refugiados palestinos expulsados por Israel. Y la comunidad internacional no dejará al Gobierno israelí llevar a cabo una nueva Nakba (la expulsión de una parte de la población palestina en 1948). Pero lo que sucede actualmente en Cisjordania es la limpieza étnica de un sector muy preciso. Colonos armados, acompañados por soldados israelíes de unidades locales, están expulsando de sus tierras a los beduinos. Todo esto sucede ante la ausencia de las grandes unidades militares que antes del 7 de octubre mantenían un orden aparente. Las oenegés israelíes alertan constantemente sobre ello y la Administración Biden también ha exigido a Netanyahu que pare esas operaciones criminales (...)
¿Cómo ha afectado el conflicto actual al Israel laico y progresista que se manifestó de manera multitudinaria entre enero y septiembre de este año contra Netanyahu?
El 7 de octubre fue exactamente ese Israel laico y de izquierdas al que Hamás masacró. Los jóvenes del festival de música no eran religiosos. Los habitantes de los kibutz, el 20% o 30% de los cuales murieron o fueron secuestrados, eran de izquierdas y participaron de manera masiva en las manifestaciones contra el Gobierno de Netanyahu. Los milicianos islamistas también asesinaron o secuestraron a varios militantes defensores de los derechos humanos. Desde entonces, el movimiento prodemocracia interrumpió sus actividades. Pero no tengo ninguna duda de que regresará de manera multitudinaria a la calle para tumbar al Ejecutivo actual. Ya sea después de la guerra o incluso antes.
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