Guillermo Hormigo 20 de octubre de 2023
Los autores del libro colectivo 'Operación Chamartín: Una losa para Madrid' desentrañan “las vergüenzas del culebrón urbanístico cuyo desenlace, de momento, es un monumental pelotazo”
— La Operación Chamartín sortea su último escollo: 30 años del polémico macroproyecto urbanístico de Madrid
Así definían el proyecto urbanístico más longevo y ambicioso de la capital (ahora publicitado como Madrid Nuevo Norte) desde la web de Ecologistas en Acción al anunciar el acto de presentación del ensayo, que tuvo lugar el pasado jueves en el centro cultural Ateneo La Maliciosa. “Es la negación práctica del derecho a la ciudad, que ofrece un contraste escandaloso entre sus errores conceptuales, carencias técnicas y trampas legales y la apabullante dimensión de la maquinaria publicitaria, mediática y política a su servicio”, añadían.
En una sala abarrotada, pese a las inclemencias meteorológicas, la mesa redonda contó con la presencia de dos importantes figuras en la confección del libro: el arquitecto y miembro de Ecologistas en Acción Luis Suárez-Carreño y la inspectora de transportes e integrante de la Plataforma vecinal de la Zona Norte de Madrid Ana Iglesias. A ellos se unieron María Ángeles Nieto Mazarrón “Nines”, de Ecologistas, y el arquitecto Eduardo Mangada, exconsejero de Vivienda y Obras Públicas en los dos primeros Gobiernos de Joaquín Leguina al frente de la Comunidad de Madrid. Pero intervinieron muchas más personas del público, ligadas directa o indirectamente a un ensayo que analiza “las vergüenzas del culebrón urbanístico cuyo desenlace, de momento, es un monumental pelotazo”.
Un desenlace (ante el que cabe recurso en el Tribunal Supremo) avalado por el Tribunal Superior de Justicia de Madrid, que en febrero dio luz verde a la construcción de 10.500 viviendas y 348 edificios de oficinas en 2,4 millones de metros cuadrados en el entorno de la estación de Chamartín. Todo se remonta a un contrato firmado en 1993 entre el Ministerio de Fomento y Unitaria, empresa inmobiliaria del banco público Argentaria y la constructora San José que ganó el concurso convocado por Renfe (propietaria de las parcelas).
Muchas cosas han cambiado desde entonces: Fomento es ahora Transportes, Renfe desgajó la gestión de sus infraestructuars en Adif, Argentaria se integró en lo que es hoy BBVA y el banco y la constructora pasaron a agruparse en la promotora Distrito Castellana Norte, en 2022 renombrada Crea Madrid Nuevo Norte. Pero si algo se transformó, fueron las condiciones del acuerdo: la inversión en dotaciones públicas fue mermando mientras el espacio cedido aumentaba prácticamente con cada renovación efectuada entre el Ministerio y Distrito Castellana Norte a lo largo de las décadas, mientras cada vez más voces reclamaban que el contrato debía volver a salir a concurso ante la falta de ejecución.
No fue así, y diversas cláusulas favorables al Estado siguieron modificándose hasta convertir esa explotación conjunta en una venta de más de un millón de metros cuadrados (como muestra el gráfico que sigue a este párrafo). La propia cúpula de DCN reconoció estas “incuestionables ventajas” en un documento al que tuvo acceso elDiario.es. Mientras, sigue sin colocarse un solo ladrillo, algo que según Eduardo Mangada tiene todo el sentido dado el carácter de la Operación Chamartín: “Estamos ante un robo del patrimonio común. Se trata de especulación financiera, más que inmobiliaria. El chollo no está en construir, sino en hacer negocio con el gran capital financiero gracias a la transformación del suelo público en una mercancía. No es un desarrollo urbano, es un atropello urbano” (...)
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