lunes, 20 de noviembre de 2023

Familias de los 170 españoles atrapados en Gaza lanzan un SOS al Gobierno español, de Olga Rodríguez

 Olga Rodríguez  8 de noviembre de 2023

Desde hace una semana están saliendo a diario desde Gaza –por el paso de Rafah hacia Egipto– entre cien y doscientas personas con pasaporte extranjero que estaban atrapadas a causa del bloqueo. Sus nombres son previamente incluidos en las listas de evacuación que negocian Israel, Egipto y terceros países. Entre ellos hay estadounidenses, alemanes, británicos, italianos, franceses, indonesios, filipinos, ucranianos, moldavos, canadienses, rumanos, húngaros o croatas, entre otros.

El primer día lograron salir dos españoles trabajadores de organizaciones humanitarias, pero desde entonces no ha habido en esas listas ningún otro nombre de nacionalidad española. El ministerio de Defensa español calcula que hay entre 170 y 190 españoles atrapados en Gaza, ochenta de ellos menores.

Desde España sus familiares llevan más de un mes conteniendo el aliento. Cada bombardeo, cada recuento de víctimas, cada corte de luz en la Franja les mantiene en vilo. Desde hace una semana las listas diarias de evacuados, vacías de nombres españoles, les provoca una desazón añadida.

“No entendemos bien por qué hay países más pequeños que España que están logrando sacar a decenas de sus ciudadanos. Todos llamamos a diario al cónsul español en Israel, pero solo nos dicen que tenemos que esperar, sin más explicaciones”, lamenta Nisrin Krayen Domínguez, que tiene a su padre, dos hermanos y tres sobrinos en Gaza. Todos son españoles.

Tamer Handam, médico español de origen palestino afincado en Valencia, telefonea a diario al consulado y, al igual que Nisrin, vive pendiente de las listas de evacuación. “Pedimos al Gobierno español que haga todo lo que esté en sus manos. Están saliendo ciudadanos de países sin casi relevancia internacional”, indica Tamer.

“Nos dicen que hay que esperar y tener paciencia, como si no estuvieran bajo bombardeos o bajo riesgo de muerte inminente. Mi familia solo come pasta. Ahora han encontrado un saco de harina y hacen pan con leña que buscan por ahí”.

Una familia española con su casa destruida

“Mi padre ha vivido en España más de la mitad de la vida, aquí trabajó, aquí se casó. No es un español de segunda, todos somos iguales ante la ley”, señala Nisrin. Su hermano, también de nacionalidad española, es informático en Gaza. Su vivienda ha quedado destruida por un ataque israelí:

“Afortunadamente ni él ni su esposa ni los niños estaban dentro cuando su casa fue bombardeada. Al quedarse sin hogar, cuando Israel empezó a lanzar las octavillas [pidiendo el desplazamiento de la población hacia el sur], se fueron hacia el sur. Pero allí casi les alcanza otro bombardeo que afectó al camión que circulaba delante de ellos, murieron decenas de personas, el coche de mi hermano chocó por la onda expansiva y tuvieron que buscar refugio”.

(...) El ministro español de Exteriores en funciones, José Manuel Albares, ha señalado este miércoles que la operación para la evacuación de los españoles en Gaza es “especialmente compleja” y que no dará ningún detalles de la misma “hasta que no termine”. Ha añadido que todos los nacionales españoles atrapados en Gaza están “perfectamente identificados” y que “en el mismo momento en el que se pueda” se procederá a evacuarlos.

Entre los españoles en la Franja hay también varias personas mayores. Nisrin conoce a una de ellas: “Es una mujer española que está enferma, necesita oxígeno y no lo encuentra, tiene que salir ya. No sé el tiempo que van a aguantar, muchos necesitan alimentos, no tienen suficiente”.

“Mi hermano y toda la familia los fines de semana iban a la playa o al campo con los niños. ¿Qué quedará ahora? Solo miseria, hambruna y destrucción. No hay anestesia para operar, nos cuentan que ven un montón de niños pequeños deambulando solos por la calle que no se sabe de quién son. Esto debería haber removido a todos los gobiernos europeos, tendrían que haber impuesto embargos. En cambio, juegan al pasapalabra, a cambiar las palabras, a no querer nombrar lo que está pasando”, lamenta Nisrin (...)

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