Pedro Águeda 28 de octubre de 2023
Jesús Prieto y su hija Amaia pasaron tres meses en prisión por liderar una banda de traficantes de armas con su negocio de coleccionismo militar, suministrador de atrezzo para películas; cinco años después un juez descartó “punto por punto las acusaciones” de los investigadores, que habían sido condecorados
Hemeroteca — El jefe antiterrorista de Policía cuela en una operación a su hija para el periódico de la facultad
- Las hazañas y las derrotas de tres siglos en el campo de batalla se hacen hueco con dificultad en las estanterías de un bajo de Getxo (Bizkaia). Entre condecoraciones de la División Azul emerge un banderín de ‘La Bruja’, como se conocía a la 127 brigada del Ejército republicano; los cascos de milicias internacionales se agrupan, casi amontonados, por bandos, por guerras mundiales… Cantábrico Militaria fue durante casi tres décadas el referente para mayoristas del coleccionismo militar y el principal abastecedor de armas antiguas del cine español. Hasta que la Policía convirtió en 2017 a sus dueños, Jesús Prieto y su hija Amaia, en supuestos cabecillas de una organización internacional de tráfico de armas. Cinco años después, la justicia determinó que el “colosal” despliegue de la Operación Portu se basó en acusaciones falsas: las armas no disparaban. Para entonces, el negocio había mudado en ruinoso y la familia era un manojo de nervios y rencor. El inspector jefe al frente de la investigación había sido condecorado con una medalla pensionada.
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