domingo, 16 de octubre de 2016

Luisgé Martín: “Rajoy y Feijóo saldrán del armario”

'El amor del revés' el escritor deja la novela de lado para contar su homosexualidad y desvelar uno de los grandes tabúes de este país. 19.09.2016


Fueron dos décadas difíciles en la vida del novelista Luisgé Martín (Madrid, 1962): desde su primer amor, Miguel Ángel, en 1977, hasta Asier, en 1998, su pareja desde entonces. Veinte años de primera calidad literaria, donde la identidad de una persona trata de sobreponerse a la opresión de la sociedad. “Cuando fui gay, Franco ya había muerto”, dice en esta entrevista. Y a pesar de todo, no fue fácil. El amor del revés (Anagrama) es un testimonio autobiográfico a bocajarro de un adolescente que reconoce que el silencio es la mejor de las máscaras, hasta el hombre maduro que rompe con el mutismo y publica un grito contra los disfraces. Que este libro exista es para lanzar fuegos artificiales. Una primera persona valiente y descarada.
¿Por qué este libro, ahora?
Hace muchos años, la primera vez que me vino la idea de escribir este libro fue leyendo Rojo y negro (1830), de Stendhal. No me creía algunas de las cosas que ahí se contaban. Una construcción social que estaba muy alejada de nuestros días, inverosímil. Pensé que si contara a mis nietos mi batallitas dentro de 20 años les parecería raro de creer. En mi vida había un germen de personaje literario que podía servir para construir una forma de ser, absolutamente machacado y oprimido.
¿Su experiencia arranca con la Transición, pero debió ser muy duro ser homosexual en el franquismo?
Corremos el riesgo de que todo aquello se difumine, de pensar que tampoco ha sido para tanto. Yo no viví la persecución del franquismo, hubo mucha gente que se tuvo que casar para camuflarse. Cuando empecé a ser gay, Franco estaba muerto. Así que ni tan mal. Vivía en la España que se desperezaba, cuando hasta ser gay era cool.
Tras su vida aparece España, la historia de pequeños movimientos personales que han terminado desplazando a la sociedad. Salvo la Iglesia…
La Iglesia no ha claudicado, pero ha perdido influencia. Las barbaridades que se siguen diciendo desde los púlpitos es tremenda y muy parecidas a aquellos años. Pero la sociedad ya no les tiene en cuenta. En España llega un momento en el que la barrera de contención empieza a resquebrajarse hasta que ya no hay forma de pararlo. En ese momento la gente se cree que es posible tirar el muro de Berlín gay. Es en la segunda legislatura de Aznar cuando se empieza a hablar del matrimonio. Hace 25 años era inconcebible, porque esto es una cuestión universal que ha acabado en un reconocimiento universal del matrimonio igualitario.
Y no la Ley de pareja de hecho.
No, siempre me ha parecido una aberración jurídica y una estupidez y una puerta de atrás inventada para que los gays se callaran.
¿Es posible que declaraciones como las de las “peras” y las “manzanas” de Ana Botella terminaran ayudando a la conciencia?
La derecha ha sido y sigue siendo tan impresentable en todo esto, que sí, creo que ayuda. Te confieso que algún día me gustaría entender cómo es posible ser gay y del PP. Soy incapaz de entender esa contradicción, igual que lo de Pombo con el catolicismo. Puedo entender que creas en dios, pero que seas católico siendo maricón es algo que me desborda. Más allá de que Rajoy y Feijóo saldrán del armario alguna vez, nunca he llegado a entender cómo hay homosexuales que militen en el PP con la política que han llevado en contra.
Seguro que tiene alguna intuición al respecto.
Sí. Supongo que ser del PP y gay tiene que ver con he sido profundamente homófobo en alguna época de mi vida. Hay homosexuales profundamente homófobos que creen que no hay por qué reivindicar ni sacar banderas.
¿Tenemos que llamar a este libro novela?
No tiene ni un ápice de ficción, aunque habrá cosas de mi pasado que habré idealizado. Sólo hay un nombre que he cambiado, porque me lo pidió esa persona.
¿Cuando empezó a escribirlo tenía claro dónde quería llegar?
No, empecé a reconstruir ese camino. Partir del silencio a llegar a la normalidad y la reivindicación, todo ese trayecto era un material literario. Cuando me siento a escribir, la novela, perdón el libro, que creí que iba a salir es bastante distinto del que ha salido. Creía que la parte de la noche despendolada sería más amplia, con el ambiente, la noche, mis amantes. Hay una comedia humana muy atractiva, con cruces de personajes y amantes en los que descubres una cosa y otra y cambias de perfiles. Me parecía que eso era muy literario y que iba a ser nuclear. Pero resultó que no. Fui descubriendo hitos que son los que marcaron mi vida.
Este libro es importante para usted, ¿pero para los demás?
Que alguien, una cucaracha como yo, lo que haga es escribir un libro es una manera de decir: “Ya está”, hemos llegado a algún lado. Pero hay una serie de cosas pendientes por conquistar. Falta escuela, faltan leyes contra odio. Esto es una cuestión de generaciones, las que vienen viven de otra manera la homosexualidad.
¿Ha salido perjudicado por su clase social?
Creo que en esto de la aceptación de la identidad es mucho peor pertenecer a la clase social alta. El pertenecer a determinados ambientes puede ser muy negativo, pero nadie libró a los maricones pobres de la cárcel. Tienes que mantener un entorno y unos ingresos que si fallan por ser señalado, todo se viene abajo.
¿Ha fallado la comunidad homosexual en algo?
No lo creo. Los perseguidos no pueden fallar en nada, porque hacen supervivencia. La comunidad homosexual ha vivido al albur de los tiempos que corrían. En los tiempos más homófobos había manifestaciones de cuatro con tacones en la Puerta del Sol. A esa gente le estaré eternamente agradecido, porque dejaron el poso de lo que luego recogieron otros, como Zerolo, construyendo una reivindicación política y social.
Dice de La Movida que se puso de moda ser gay, pero era puro maquillaje.
Era cool, pero era mentira. Había una línea que no se cruzaba nunca. El gueto de la modernidad. Almodóvar cuando hacía una entrevista él siempre decía que “no”, que no era gay, que era una pose para provocar. Había una línea que nunca se cruzaba.
¿Por qué se habla de 'lobby' gay?
Me inquieta la capacidad que tiene la derecha y los medios conservadores, que es una redundancia a estas alturas, todos son conservadores, de construir y acuñar ideas que se vuelven en contra. Me inquieta la idea del lobby gay: no existe, pero puede hacer creer que sí. Ese homófobo agazapado que espera un argumento para atacar. Creo que cuando ocupas determinados cargos de influencia y liderazgo debes duplicar el celo para que no te pasen factura.
¿Hay que celebrar su libro?
Este tipo de causas en su triunfo está su muerte. El éxito verdadero es que desapareciera la reivindicación, que todo fuera normal. Espero que celebremos mi libro por razones literarias.
Pero es un libro, sobre todo, reivindicativo.
Si mi libro sirve para algo, la clave está en la sinceridad. Eso me ocurrió, no hay reconstrucción. El valor es que no hay ninguna reconstrucción: sólo es el testimonio de alguien oprimido por una puta mierda de sociedad. Es un libro autobiográfico, en primera persona, que no manipula los hechos.

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