viernes, 8 de septiembre de 2017

La historia falseada, de Lidia Falcón

Por Lidia Falcón O'Neill - 18/06/2017 http://diario16.com/la-historia-falseada/

“El nacionalismo es un invento de la burguesía para dividir a los trabajadores. “
Carlos Marx

Leo los argumentos de la izquierda apoyando el “referéndum sobre la independencia” y la “autodeterminación” de Catalunya, y me entristezco. Además de pretender separar a los trabajadores y a las mujeres de los pueblos de España, enfrentándolos entre sí, además de haberse lanzado a ese proyecto para ocultar el latrocinio a que se han dedicado los próceres que han gobernado y gobiernan Cataluña, además de haber desmovilizado las protestas sociales que se desencadenaron cuando comenzó el gobierno de Artur Mas, han falseado la historia.
Comentaristas hay que, situándose en la izquierda, aseguran que la independencia de Cataluña no es una moda que surja de pronto sino que sus orígenes se sitúan en el siglo XVII, cuando el ejército español la ocupó.
Con estos mimbres- y otros más endebles todavía como la supuesta catalanofobia que padecen los “españoles” contra el pueblo catalán- hasta Izquierda Unida y la Junta Estatal Republicana aceptan el derecho de autodeterminación de los pueblos de España en sus manifiestos programáticos.
Miro los carteles del magnífico cartelista anarquista catalán Renau durante la Guerra Civil, donde se llama a la acción: “Per la Llibertad de Catalunya Ajudeu Madrid”, “Defensar Madrid es defensar Catalunya”.
Recuerdo la declaración de la Confederación Nacional de Trabajadores de que la única patria del proletariado es el sindicato, y oigo todavía las apasionadas palabras, sobre la unión de los proletarios, de mi abuela Regina de Lamo, anarquista, cuando en los años anteriores a la II República militaba con Lluís Companys en Barcelona –quien fue más tarde presidente de la Generalitat de Catalunya- , por el sindicalismo y el cooperativismo codo con codo con los obreros catalanes. Mi abuela era de Jaén.
Recuerdo la indignación que sentí cuando María Aurelia Campmany me espetó que todo el que hablaba castellano en Cataluña era fascista.
Esta perversión de lo que había sido la fraternal unión de las clases trabajadoras en España ha calado en los sectores de izquierda actuales que, presos del Síndrome de Estocolmo, están apoyando las demandas de la burguesía siempre esquilmadora del proletariado. Dividiéndolo entre catalanes y españoles, entre los de pura cepa y los charnegos, entre los españolistas y los catalanistas, los independentistas y los unionistas, los federalistas y los centralistas. Esos Mas y Puigdemont y Junqueras no se atreven a reclamar la pureza de su sangre como hacen los vascos, porque sería demasiado para un pueblo que se formó con iberos, fenicios, cartagineses, romanos, germanos, árabes, judíos, franceses, andaluces, aunque sería bueno que se leyera a Herribert Barrera.
Pero eso de la “identitat” y del “sentiment” que se airea para justificar el deseo de los catalanes de separarse de los demás españoles tiene ese tufillo. Al fin y al cabo ellos son diferentes, porque son mejores. Y todas las diferencias tienden al racismo.
En memoria de Regina de Lamo, de Buenaventura Durruti que murió en el frente de la Casa de Campo, de Federica Montseny que estará revolviéndose en su tumba al oír a los independentistas, de Renau y sus carteles llamando a los catalanes a defender Madrid, de todos los catalanes y las catalanas que lucharon por mantener la II República, que decía en su artículo 1º que “era una República de trabajadores de todas las clases”, escribo estas líneas que merecen más un libro, para desmontar la falsa historia que están contando los independentistas para apoyar sus demandas.
1.-   Cataluña es el nombre de un territorio, como tantos otros, no de una persona, y como tal no tiene derechos. Los derechos los poseemos los hombres y las mujeres del mundo. Y son iguales para todos –o deberían serlo.
2.- Los orígenes genéticos y raciales no diferencian a los seres humanos. El racismo es un invento de los más reaccionarios de las clases dominantes para sojuzgar a los esclavos y a los pueblos colonizados. Todos tenemos el mismo origen: la mona Lucy que se encontró en Etiopía. Y nuestro mapa genético es idéntico, y muy poco diferente del de los primates.
3.- Es falso que el pueblo catalán se enfrentara a Castilla y al rey Felipe V en 1714, reclamando la independencia. La Guerra de Sucesión, a la muerte de Carlos II sin heredero, fue una guerra dinástica como tantas de la época, para hacerse con el trono de España. Enfrentando a la monarquía francesa con la austríaca. Todas las casas reinantes querían entonces hacerse con el trono de España que era la primera potencia mundial. Intervinieron en ella los ejércitos de Austria, Francia, Inglaterra, Holanda, Italia, España, unos a favor del Habsburgo y otros del Borbón. Y si la Generalitat de Catalunya apoyó al austríaco, que representaba además en aquella época la monarquía más reaccionaria, otros territorios, como el de Cervera, apoyaron al francés. Y en esa disputa la mayoría del pueblo catalán quedó al margen, obligado por sus gobernantes, clérigos y Ejército a alistarse en las tropas para defender sus intereses, cuando lo que deseaba era librarse de la servidumbre y la explotación.
4- Es falso también que Catalunya haya sido nunca independiente. Catalunya formaba parte del reino de Aragón.
5.- El decreto de Nueva Planta de Felipe V que abolió los Fueros de Cataluña. se enfrenta al feudalismo, inaugurando la etapa de construcción del nuevo Estado moderno.
6.- Ese decreto no significó hundir a Cataluña en la represión y la miseria, sino todo lo contrario: como anuló los acuerdos que había firmado Fernando con Isabel, permitió a los burgueses catalanes ampliar su comercio a las colonias americanas. Henry Kamen explica que “Cataluña siguió siendo una región importante, próspera y floreciente, el territorio más rico de España”.
7.- Lluís Companys no declaró la independencia de Cataluña ni en 1934 ni en 1936. Declaró el Estat Catalá dentro de la República Española.
8.- Los trabajadores, las mujeres, los militares, los intelectuales, de Madrid y de toda España que lucharon en defensa de la II República lo hacían también por el Estatut de Cataluña.
9.- El pueblo de Madrid que luchaba contra el fascismo lo hacía también por defender el Estatut de Cataluña.
10.- Los trabajadores catalanes, republicanos, anarquistas, socialistas, comunistas, se levantaron en armas el 18 de julio de 1936 contra el golpe militar, y crearon el cuerpo de voluntarios que fueron a intentar liberar Zaragoza y siguieron hasta Madrid, donde muchos dieron su vida defendiendo la capital de la República. Entre ellos el dirigente anarquista Buenaventura Durruti. Ellos no se equivocaban, sabían el que único enemigo era el fascismo.
11.- Durante la dictadura los comunistas catalanes no nos planteamos nunca la independencia de Cataluña. La consigna que defendíamos era “llibertat, amnistía y Estatut de Autonomía”, que era el de 1932, aprobado por las Cortes republicanas.
12.- Ni los españoles ni los madrileños padecieron nunca ninguna catalanofobia. Barcelona siempre fue el ejemplo del mayor desarrollo industrial y mercantil, artístico, cultural, científico, de nuestro país, admirada por todas las demás personas que vivían en España.
13.- No es cierto que el 80% de los habitantes de Cataluña quieran el referéndum sobre la independencia. Es otra falacia de los gobernantes. Hay que conocer al pueblo que vive en Barcelona y su conurbación industrial para saber que la mayoría ni quería modificar el Estatut, promovido por Maragall y origen del actual conflicto –votó menos del 50%- ni le importó la sentencia del Tribunal Constitucional ni quiere ahora esas aventuras. Solamente la ley electoral ha permitido que los partidos independentistas formen gobierno.
14.- El derecho de autodeterminación -libre determinación en lenguaje internacional- aprobado por el acuerdo de Woodrow Wilson y Lenin, al terminar la I Guerra Mundial, se refiere a los países colonizados por las potencias colonizadoras. Nadie en sus cabales puede creer que la situación de Catalunya –mejor dicho de los catalanes- es como la del Sáhara bajo la opresión de Marruecos o la isla de Timor bajo Indonesia o la de la India o Kenia bajo el imperio Británico.
15.- Y por supuesto, nadie puede reclamarse de izquierdas planteando divisiones y separaciones entre los trabajadores. Porque esas solo benefician a la burguesía. Lo importante, no es si eres catalán o castellano sino si eres amo o esclavo. Y planteando la independencia de Cataluña del resto de España se consigue la atomización de un país que había llegado a un nivel aceptable de convivencia y solidaridad entre sus pueblos.
16.- Es inadmisible que se diga que Cataluña tiene una situación económica peor que el resto de España. Posee la segunda renta per cápita más alta después del País Vasco –ya sabemos por qué. Y si existe un déficit entre lo que produce y recibe es lógico. De la misma manera que los ricos pagan –o deberían pagar- más impuestos que los pobres, si todavía creemos en la redistribución solidaria como conquista de la izquierda. Esta es la reclamación de la independencia de los ricos.
Solamente el ejemplo de Yugoslavia podría hacerles reflexionar a los irreflexivos defensores de la independencia de Cataluña. Un hermoso y próspero país, que había logrado la paz y la federación después de la II Guerra Mundial, y estaba construyendo el socialismo, convertido en un mosaico de minúsculos Estados pobres y dependientes totalmente del Departamento de Estado de EEUU. Claro que hay quien dice que Cataluña sea otro Luxemburgo, otro paraíso fiscal entre Francia y España, bajo la potestad de la OTAN.
Es inaceptable que para conseguir ese objetivo se plantee un referéndum. Que, como todos, sería organizado, defendido, publicitado, con todos sus medios, por ese gobierno catalán, encubridor de las mayores tropelías de sus antecesores, para ganarlo.
Y, para que nadie se llame a engaño: yo soy catalana. Aunque hija de emigrantes, como tres millones más de los ciudadanos de aquella Comunidad que con nuestro trabajo y nuestra plus valía hicimos rica y grande a la burguesía catalana.
La izquierda española, si despierta de este hipnotismo y es suficientemente valiente para denunciar el engaño de los independentistas catalanes, debe dedicarse a unir a los trabajadores y mujeres de toda España contra los enemigos comunes: la Monarquía, el Capital y el Patriarcado.
Y mientras no tome ese camino, quedará derrotada y sin impulso para dirigir las fuerzas que tienen que alcanzar el poder para transformar el país.
....................................................

OTRA COSA: Curso de iniciación a la Agroecología: 6/11/2017


XVII Encuentro de Poetas en Red. Valladolid, 15 a 17 Sept. 2017

 

 


3 comentarios:

Pep Castelló dijo...

Señora Lidia Falcón,

Antes de hacer algunos comentarios a su escrito quiero manifestarle la admiración que desde hace años siento por su talento y bravura al escribir. Casi siempre comparto todo lo que usted dice, pero hoy disiento de su parecer en algunos puntos que me parecen importantes.

Dado que la página solo acepta comentarios que no excedan los 4.096 caracteres, dividiré mi escrito en tres partes.


Parte I

Estoy plenamente de acuerdo con usted en que la derecha catalana ha impulsado el movimiento independentista que latía en lo honde de una parte del pueblo catalán para ocultar el latrocinio que están cometiendo y así permanecer en el poder. Y pienso que eso le ha ido de maravilla a la derecha española. Los de acá por la independencia. Los de Madrid por la unidad de España. Ambos por el robo a mansalva y por distraer al pueblo. Pero no creo que el movimiento independentista pretenda “separar a los trabajadores y a las mujeres de los pueblos de España, enfrentándolos entre sí”, como usted señala. Que ese pueda ser uno de los riesgos de posicionarse, no se lo niego, pero no comparto que sea ese el objetivo.

Hace usted una muy interesante exposición histórica de la lucha obrera en tiempos de la II República, pero omite algunos detalles importantes. Es cierto que Durruti llamó a defender la República amenazada por el fascismo, pero no lo es menos que cuando lo hizo dijo que después de derrotar a los fascistas tendrían que luchar contra la República para defender los derechos de los pueblos que la constituían. Eso usted lo ha omitido. Como también ha omitido que aquella II República disolvió huelgas y manifestaciones a punta de bala. Quienes desde posiciones de izquierda la defendieron en tiempo de guerra estaban poniéndose al lado del menos malo. Algo que usted ahora no hace al posicionarse al lado de quienes niegan al pueblo catalán el derecho a manifestarse en referéndum.

Otra cosa que no comparto es su negación al derecho del pueblo catalán a ser independiente y gobernarse por sí mismo porque solo fue una parte de la Corona de Aragón. Lamento de veras que recurra usted ese argumento porque en eso coincide con un fascista vecino mío. Y no es que quiera compararles, pero sí señalar esa coincidencia que, a mi ver, viene de confundir los pueblos con las organizaciones político-administrativas que los gobiernan.

No son estados ni reinos ni condados sino pueblos lo que importa. Pueblos de gentes oprimidas por otras gentes que pactaban alianzas entre ellas para poder oprimir más y mejor al mayor número de desdichados posible. Esos desdichados son los pueblos. Pueblos con costumbres y lenguas que pocas veces fueron respetadas por quienes los gobernaban y explotaban.

Los pueblos son entes naturales, en tanto que los reinos y estados son organizaciones artificiales hechas a espaldas de los pueblos. En la línea que usted razona, tener una lengua propia y una cultura milenaria no parece que sea suficiente para considerarse nación y tener derecho a gobernarse según criterio propio. ¿Qué hacía falta pues, una corona otorgada por poderes superiores a los del pueblo?

(CONTINÚA)

Pep Castelló dijo...

Parte II

Me parece evidente que hay tantas historias como historiadores y que cada cual lee la que más le acomoda. El 11 de setiembre catalán no es una excepción. Por esa razón me tiene sin cuidado lo que pueda haber sucedido en 1714. Lo que de veras me motiva es lo que he vivido desde que tengo memoria: la opresión de un Estado español fascista. Ese Estado genocida, enemigo de los pueblos desde siempre, gobernado hoy por autoritarios descendientes de la dictadura me impidió aprender mi lengua materna en la escuela. Ese estado, amo y señor de todos sus ciudadanos, se llevó mi padre al frente cuando yo era un recién nacido y no me lo devolvió hasta tener cumplidos cuatro años. Esa España que hoy niega sus derechos al pueblo catalán está gobernada por los descendientes de quienes bombardearon mi ciudad y mataron a mi abuelo materno. Quienes se hicieron dueños absolutos del Estado español impusieron la religión católica en las escuelas y nos catequizaron desde la infancia según la sacrosanta doctrina de esa Santa Madre Iglesia cómplice de todos los crímenes que los golpistas cometieron. Ese Estado español, contra el cual usted dice que debemos unirnos todos los desposeídos para luchar, ha mantenido durante años a la clase obrera en la miseria y sigue ahora favoreciendo la desigualdad entre ricos y pobres para beneficio de los privilegiados... Eso y un montón de cosas más por el estilo es lo que yo he vivido en relación con el Estado español. En cuanto a la burguesía catalana, la mayor parte de ella se puso de parte de los vencedores y a su amparo siguió explotando a la clase obrera. No me extraña que Maria Aurelia Campmany odiase a esos burgueses y tildase de fascistas a los que renunciando a su lengua hablaban en castellano para congraciarse con los vencedores. Yo no les hubiese llamado fascistas sino desalmados, gentes sin conciencia ni principios, lo que a mi ver es peor que ser fascista.

No voy a analizar punto por punto su discurso, estimada señora, porque sería una tarea ardua y no serviría para nada. Usted se quedaría con su opinión y yo con la mía, que es lo que ocurre casi siempre en las discusiones. Pero no quiero concluir esta nota sin hacerle la siguiente observación.

(CONTINÚA)

Pep Castelló dijo...

Parte III

Todos los seres humanos, sin excepción, somos fruto de lo que hemos vivido. Aun en nuestros anhelos personales más contradictorios esa ley es inexorable. No es fatalismo sino observación de la realidad. Eso que en lenguaje coloquial llamamos corazón dicta todo lo que elaboramos intelectualmente. Es a partir de ese principio como analizo yo mi pensamiento y el de quienes me rodean.

Usted se declara catalana hija de emigrantes. En parte yo también lo soy, pues mi madre era aragonesa. Llegó a Barcelona con diez y seis años y lo primero que hizo fue aprender catalán, pues era muy consciente de que llegaba a tierras catalanas, las de un pueblo que no era el suyo. Cuando años más tarde se conocieron con mi padre, ambos hablaban catalán y así siguieron. Por eso mi lengua familiar fue el catalán.

No ha sido esa la actitud de todas las gentes que vinieron a Cataluña desde el resto de España. No todas tuvieron ese elemental respeto por el pueblo que las acogía. Gran parte de ellas llegaron acá creyendo que tenían pleno derecho. No porque pensasen en un mundo sin fronteras sino porque de no saberse en tierras de España se hubiesen sentido gente extranjera. Un modo de pensar nada utópico sino muy conforme con la violencia que determina estados y fronteras.

La mayor parte de la gente que vino a instalarse a Catalunya no traía más objetivo que el de mejorar su forma de vida, algo muy primario pero muy humano. A nadie se le oculta que la mayor parte de las migraciones han sido motivadas siempre por razones similares. El hambre, la supervivencia, la ambición también, han sido los poderosos motores que han impulsado a las gentes a moverse más que a querer cambiar el mundo que habitaban. Pocos son los seres humanos que ponen la utopía en el primer plano de su vida. Eso explica, a mi ver, que ni la lucha de clases haya podido evitar caer en la codicia. Los sindicatos y los partidos de izquierdas están hoy día tan emponzoñados como la mayor parte de la sociedad, incluida la clase obrera. Quizá sea esa la razón por la que no logran arrastrar a la gente hacia la utopía, porque no la tienen en su horizonte.

Todo ser humano, señora Falcón ve el mundo desde la perspectiva que ha construido a lo largo de su vida. Los partidos de izquierda actuales no son ninguna excepción. Los independentistas catalanes, tampoco. Se lo dice alguien que no es independentista ni confía en ningún partido de los que participan del abanico parlamentario actual. Alguien que al igual que usted (si no me equivoco) desea la unión de todos los desposeídos del mundo contra el capitalismo opresor. Alguien que está contra toda opresión venga de donde venga. Alguien que se opone a quien sea que prohíba derechos tan elementales como el de manifestarse mediante referéndums o del modo que sea. Contra quien se sienta con derecho a decirle a un pueblo en qué lengua deben hablar sus hijos en la escuela. Ya viví eso en mi infancia y no quiero que lo vivan quienes me sucedan en este país del cual soy hijo. Gracias por su atención. /PC