Las imágenes del post-incendio del paraje leonés de Las Médulas, Patrimonio Mundial de la Unesco, aún parecen quemar las retinas, y las críticas a la gestión de este espacio por parte de las autoridades responsables van a más entre los expertos. El arqueólogo Javier Sánchez-Palencia, que lleva medio siglo investigando ese lugar, denuncia que la Junta de Castilla y León es responsable de lo ocurrido por una mala gestión, que teme se repita en el proceso de recuperación. Y no es el único especialista que lo cree.
Sánchez-Palencia, investigador ad honorem en el CSIC, fue autor del informe que promovió el reconocimiento de estas minas romanas por parte del organismo internacional. Ahora apunta su perplejidad por que la Junta no quiera contar con su conocimiento en la investigación tras el fuego, que ha sido encargada a colegas del CSIC con menos experiencia en ese lugar. Es la misma estupefacción que muestra el experto Fernando Brugman, quien durante 20 años trabajó para la Unesco llevando la gestión y conservación de los espacios Patrimonio Mundial. “En los 28 años trascurridos desde que se incluyeron Las Médulas en el listado no se ha hecho el plan integral para su gestión que se exige, lo que demuestra una falta de interés impresionante, y ahora no tienen en cuenta a quien más sabe”, denuncia Brugman, actualmente consultor independiente en conservación del patrimonio y residente en El Bierzo.
Ambos expertos definen la situación como “un caos sobrevenido”, porque en estas décadas se ha entendido lo que es un bien cultural, inmerso en el paisaje, como un activo turístico, pero sin invertir en su conservación. Sánchez-Palencia señala que desde 1997 han aumentado de 15.000 a 200.000 visitantes anuales (estimados vía satélite) en una extensión de más de 2.000 hectáreas en las que el acceso es libre desde tres municipios, y donde no hay control de llegadas.
Hoy la gestión está en manos de la Fundación Las Médulas, dirigida por Marian Revuelta, que proviene del sector turístico; depende de la Consejería de Cultura, Turismo y Deporte, dirigida por el consejero ex VOX Gonzalo Santonja, ahora en el PP. “La Junta siempre ha querido que Las Médulas no fueran una carga de funcionarios. En Altamira hay 60 personas trabajando, pero esa fundación prácticamente no tiene plantilla. La parte ambiental va por otro lado: depende la Fundación Patrimonio Natural, también de la Junta, con una sola persona contratada en la zona”, menciona el científico del CSIC.
Sánchez-Palencia se alarmó ya en junio pasado en una visita organizada con amigos del Museo Arqueológico Nacional. Había una vegetación desbordante tras las lluvias y el aula arqueológica llevaba tiempo abandonada por falta de personal. Brugman confirma que durante 20 años ese centro lo gestionó el Instituto de Estudios Bercianos, pero sin ningún convenio con la Junta; desde la pandemia, y por problemas de gestión, no pudo seguir con ella abierta y nadie más lo hizo. Este verano ha sucumbido a las llamas.
El arqueólogo ya había pedido que ese paisaje único, moldeado por los romanos no solo por las minas de oro sino también en su vertiente ambiental –recuerda que ellos también llevaron los cultivos de castaños–, tuviera una planificación integral con todos sus valores, “porque el patrimonio natural es también cultural y viceversa, y separarlo en dos fundaciones no tiene sentido”. Brugman lo comparte y recuerda que miles de documentos de la Unesco ayudan a hacerlo bien: “Que haya dos consejerías implicadas, cada una por su lado, es un ejemplo de descoordinación, porque han perdido el tiempo en reuniones y mesas de trabajo sin tomar acciones concretas. Es triste pensar que los mismos que no hicieron el trabajo previo vayan a dirigir la restauración, cuando no han entendido que ser Patrimonio Mundial es cuidar la identidad social, cultural y ambiental en su conjunto”.
Ha sido a finales de agosto cuando la Fundación Las Médulas ha pedido al CSIC que asesore sobre las consecuencias del fuego, pero más para evaluar daños que para determinar a qué se deben las dimensiones de la catástrofe y que no se repita. “La realidad es que ni han controlado la vegetación alta tras la primavera, ni han hecho cortafuegos, ni han facilitado mantener la ganadería extensiva. Los dos últimos rebaños de ovejas y cabras desaparecieron recientemente, el último asfixiado por la Junta, según me comentaba el ganadero; en 2002, en una propuesta de Plan Director ya propusimos subvencionar rebaños, pero nada se hizo”, recuerda el científico.
Sus críticas a la gestión del gobierno de Alfonso Fernández Mañueco no son nuevas: denunció públicamente el nuevo carril-bici hecho sobre uno de los canales romanos porque fue acondicionado sin supervisión arqueológica. La obra, con un coste de 800.000 euros, abunda, según sus palabras, en esa visión de ver la zona como un producto turístico “y no un bien cultual que tienen obligación de preservar”. “Es una obra en zonas no estudiadas y sin supervisión de expertos. Luego dicen que no han encontrado nada porque no había cerámica, pero ¿no saben que las muestras ambientales del pasado también son importantes? Es una visión muy anticuada de la arqueología”, se queda Sánchez-Palencia, quien en junio de 2023 entregó un exhaustivo informe de 500 páginas a la Junta sobre la red hidráulica en Las Médulas.
Estos dos expertos no comparten que la recuperación vaya a ser posible en poco tiempo, como se ha anunciado. “Antes del fuego, las minas ya se erosionaban cuatro milímetros al año, pueden haber perdido siete metros desde época romana, así que ahora, sin cobertura vegetal, como venga un otoño lluvioso puede ser desastroso, porque la zona está pelada. Y no sabemos el impacto dentro de las minas. Además de las pérdidas de los castaños con cientos de años. Es imposible que Las Médulas se recuperen en un año”, asegura el científico.
Entre las soluciones, apunta al uso de medios mecánicos que, al menos, suplan lo que antes hacían los grandes y medianos herbívoros (domésticos y en el pasado silvestres), organizar trabajos comunitarios en los pueblos para limpieza de caminos, fomentar ganadería extensiva y, sobre todo, una gestión que lo integre todo. Para Brugman, es importante que en esa planificación se incluya a ayuntamientos, gobierno autonómico y central, asesores internacionales –como la organización ICOMOS International, que trabaja para la Unesco– y científicos expertos. “Lo que no puede continuar es el descontrol actual, con ayuntamientos haciendo accesos o con un aumento de restaurantes dentro de esa obsesión turística”, afirma.
Para hacer un informe del patrimonio mundial calcinado, que no le ha pedido nadie, Sánchez-Palencia hace unos días recorrió toda la zona quemada. Y reconoce que está muy afectado de su estado: “Son días muy malos. Produce una tremenda pena verlo así después de haber trabajado para que no ocurriera”.
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