Marta Nebot Periodista 18/10/2025
Varias personas reciben ropa de invierno y zapatos que la Fundación Madrina en Madrid.
¿Dónde estarán los pobres?, se preguntaba hace tres años Enrique Ossorio -entonces portavoz de la Comunidad de Madrid, ahora presidente del Parlamento autonómico- mirando a su alrededor, buscando hasta debajo del atril desde el que hacía esta declaración nauseabunda. Entonces no encontraba "los tres millones de pobres" que acababa de denunciar Cáritas en su informe sobre la comunidad más próspera. Hoy, el Gobierno al que perteneció sigue haciendo la misma búsqueda ridícula.
El viernes pasado, 17 de octubre, el Día Internacional para la Erradicación de la pobreza según Naciones Unidas, se publicaron muchos informes con los datos de 2024.
La conclusión es que España sigue estando a la cabeza en pobreza en Europa. Estamos por encima de la media de la UE en todos los indicadores (pobreza, exclusión y desigualdad). Somos el cuarto Estado con mayor porcentaje de personas en riesgo de pobreza y exclusión social, solo por detrás de Bulgaria, Rumanía y Grecia. Nuestra tasa de pobreza infantil es la más alta de la UE, con 2,3 millones de menores pobres.
En la última década casi no se ha reducido el porcentaje de población vulnerable, un 25%. El Gobierno más a la izquierda de la historia de esta Democracia, durante más de siete años, no ha mejorado esta injusticia primitiva.
Y la cascada de preguntas que surge es obvia: ¿Cómo es posible? ¿No somos el país que más crece en Europa, más incluso que Estados Unidos? ¿No vivimos un milagro económico? ¿No tenemos un Gobierno progresista?
Sí, y a ese Gobierno hay que interrogarle sin parar sobre esta ignominia y también a los gobiernos autonómicos, de los que dependen las competencias de políticas sociales.
Las cifras nos cuentan que la pobreza va por zonas -más al Sur que al Norte- y por comunidades autónomas y por ciudades y por barrios y por calles; que depende de las rentas y de las ayudas; de los dineros y de las políticas.
En Europa la pobreza se mide por el índice AROPE ("At Risk of Poverty and/or Exclusion") en función de varios parámetros. En España en 2024 nuestro AROPE bajó una pizca. El riesgo de pobreza y/o de exclusión social se redujo del 26,5 al 25,8%. Son unas 300.000 personas menos y sería para celebrar si no fuera porque en el borde quedan 40 veces más que eso: unos 12 millones de personas. Más de 4 millones sufren pobreza severa. Ocho de cada 100 sobreviven cada mes con menos de 644 euros.
Resumido: uno de cada cuatro españoles o no llega a fin de mes o lo pasa mal para hacerlo -por decirlo fino- y teme no llegar al próximo. Esto es lo que hay, y negarlo es hacerse el loco; pero dentro de esta realidad hay casuísticas muy distintas.
Por ejemplo, en nuestro país más de 11 millones de personas se salvaron de la pobreza el año pasado gracias a las ayudas y a las prestaciones sociales. En unas comunidades autónomas mucho más que en otras.
Murcia, Asturias y Canarias deberían tener tasas de pobrezas similares porque “parten de situaciones de vulnerabilidad semejantes”. Sin embargo, gracias a las prestaciones sociales, Asturias registra una tasa de pobreza del 15,6%, Murcia del 26% y Canarias del 24,6%. No he encontrado eso en números más contantes y sonantes, en número de individuos, de personas a las que poner cara e historia. Se puede traducir así: en Asturias debe haber un buen número de asturianos que cree más en la política que en Murcia y en Canarias.
Algunas tasas de pobreza duplican la media estatal, con una clara "brecha Norte-Sur constante". Andalucía, Castilla-La Mancha, Extremadura y Murcia presentan los mayores porcentajes. Pero preocupan Navarra, Comunidad Valenciana o Castilla y León, "porque arrastran un empeoramiento de las cifras varios años consecutivos".
Ni siquiera el País Vasco, Navarra o Baleares, en el extremo opuesto, pueden sacar pecho. Son las comunidades con mejores datos, donde la pobreza afecta a menos personas, pero sus pobres son muy pobres: más del 45% de sus habitantes en riesgo de pobreza viven con menos de 644 euros al mes, lo que multiplica exponencialmente la media nacional.
El caso de Madrid es paradójico: aunque la comunidad capital tiene una de las rentas medias por persona más altas (17.275 euros) y un PIB per cápita muy alto, es una de las regiones más desiguales; el 20% más rico de la población gana 5,5 veces más que el más pobre. En el barrio de Salamanca su renta media saca más de 40.000 euros a la del barrio de Villaverde. No es falta de riqueza, es que no se distribuye.
UGT Madrid y CCOO denuncian una profunda brecha territorial en esta comunidad. Uno de cada cuatro madrileños vive en riesgo de pobreza: más de un millón y medio de personas. Hay medio millón en pobreza severa, por debajo del umbral mínimo en una ciudad más cara que la mayoría. La desigualdad en ingresos ha crecido un 13% en la última década. Ossorio y los suyos llevan diez años buscando a los pobres y no los encuentran.
Y es que Madrid es la comunidad autónoma que menos ha gastado en políticas sociales por habitante en los últimos 15 años, según el último estudio de la Asociación de Directores y Gerentes en Servicios Sociales.
Sus subsidios se diluyen entre la clase media, menos necesitada, y son de los de menor cuantía en una comunidad donde la vivienda, el transporte y la alimentación son más caras.
Así que sí, en España sigue habiendo demasiados pobres. En algunas comunidades saben dónde están y les sacan de la pobreza. En otras, sus gobiernos juegan con ellos al escondite. Les echan del sistema.
El Pacto de Estado contra la Pobreza que duerme en el Parlamento, en el agujero negro donde se esconden los proyectos que brotan cuando lo piden las encuestas, es urgente para que ninguna comunidad autónoma siga haciéndose la ciega.
¿Qué pasaría si de verdad se pusiera sobre la mesa? ¿Si entrara en el debate político como debiera? ¿Serían capaces de dejar tirada a una cuarta parte de los españoles? ¿A uno de cada tres niños? Voy a repetirlo: más de dos millones de niños y adolescentes españoles viven en la cuerda floja. Y hace tiempo que sabemos que la pobreza se hereda y se enquista.
Esos que dicen que los españoles no reciben nada porque todo es para los inmigrantes que acaban de llegar... ¿Serán capaces de negarse a poner orden, a ser transparentes con respecto a lo que se invierte y lo que no para que los españoles salgan de la miseria o la miren desde un poco más lejos? ¿Serán capaces de seguir afirmando que el sistema de las autonomías no funciona cuando la realidad es que en él se ocultan muchas miserias políticas? ¿Serán capaces de seguir buscando pobres debajo de los atriles mientras, nadando en la abundancia, no hacen nada por ayudarles a salir adelante y terminar con esta vergüenza nacional tan vergonzosa?
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