lunes, 31 de marzo de 2025

"La industria farmacéutica exagera el sufrimiento y hace sentir enfermas a personas sanas" "El mercado nos dice: 'el problema está en tu cabeza'. ¡No, perdona, el problema es social!", por Joan-Ramon Laporte

 

  • El Periódico Extremadura
  • Joan Ramon Laporte    Catedrático de farmacología

    "El mercado nos dice: 'el problema está en tu cabeza'. ¡No, perdona, el problema es social!"

    "Los fármacos tiene muchos efectos y el único que nos explican es el que interesa para vender"  

  • Joan Ramon Laporte tiene 76 años y una larga trayectoria profesional a sus espaldas como catedrático de Farmacología, exjefe de servicio del Hospital Vall d’Hebron, y exdirector del Institut Català de Farmacologia. Tras haber publicado Crónica de una sociedad intoxicada, recibe a SanaMente con una extraordinaria y vehemente capacidad para describir verdades incómodas.

    — ¿Por qué estamos a la cabeza en consumo de psicofármacos?

    — Si miramos las benzodiacepinas, sí, si miramos medicamentos para la depresión –que no son específicamente antidepresivos, por cierto– no somos de los primeros, consume más Islandia, Suecia... y después Portugal, que consume más que España. Comparado con Italia, consume menos de la mitad. Alemania consume una décima parte de lo que consume España.

    — En una entrevista, la presidenta de la Sociedad Española de Psiquiatría alegó que no tienen tiempo y por eso prescriben fármacos.

    — (Ríe) Pues que reivindiquen este tiempo, ¿no? Es curioso hasta qué punto el mercado tiene poder sobre la práctica de la medicina para que un médico o una médico te digan «uso fármacos porque no tengo tiempo para otras cosas».

    — ¿Tanto poder tiene la industria?

    — La industria farmacéutica tiene un poder enorme, porque influye sobre todos los eslabones de la cadena. Influye y aprieta y hace lobby sobre los legisladores para tener legislaciones favorables, sobre las agencias reguladoras para establecer las normas y criterios por los que se aprueba un nuevo medicamento, influye sobre los gestores del sistema sanitario, con métodos que no conocemos, que no deben ser muy limpios, para modificar las prioridades del sistema sanitario. En Catalunya tenemos ejemplos...

    — ¿Cuáles?

    — Cada cinco años se aprueba el plan de Salud de la Generalitat. Desde los años 90 hasta el 2010 el colesterol fue la prioridad, en el país donde muere menos gente por infarto de miocardio. Es una absoluta tontería. En psiquiatría, durante muchos años una guía sobre el trastorno bipolar recomendaba como primera elección un fármaco especialmente peligroso para mujeres embarazadas y que ha causado miles de retrasos mentales y enfermedades congénitas. El autor de la guía cobraba de los laboratorios de los medicamentos que recomendaba.

    — ¿La industria crea síntomas?

    — Una de las prácticas de la industria es exagerar el sufrimiento y hacernos sentir a las personas sanas como si estuviéramos enfermas. Por ejemplo, diciendo que alguien tiene un colesterol alto como si esto fuera una enfermedad o tratar a una mujer que tiene la menopausia como si tuviera una enfermedad.

    — ¿En salud mental también se hace?

    — En salud mental se exagera, efectivamente.

    — ¿Cómo?

    — Los criterios para definir qué es una depresión han ido ampliándose a cada edición del DSM, el manual diagnóstico que va por la quinta edición. Hace unos 10 años la cuarta edición consideraba que si una persona está triste, llora, más de tres meses después de la muerte de un ser querido, esto es un duelo patológico y puede ser tratado con antidepresivos. Ahora la nueva edición dice que si el duelo dura más de 15 días se puede tratar con fármacos. Es un sinsentido. Lo que sería una enfermedad es no estar triste por la muerte de un ser querido más de 15 días.

    — ¿Estamos patologizando el sufrimiento?

    — Exactamente. En salud mental convierten el malestar en una enfermedad, y el malestar es algo propio de la vida, que todos tenemos que pasar. Si dos adolescentes rompen y dejan de ser pareja, pueden tener un disgusto enorme, pero esto no es una enfermedad.

    — La industria afirma que la farmacología ha aliviado mucho sufrimiento y ha evitado muchos suicidios

    — Es lo que nos dice el mercado. Aquí las mujeres consumen dos y tres veces más psicofármacos, los mayores de 65 años consumen ocho veces más que los menores de esta edad, la gente más pobre consume ocho veces más que la más rica, la gente en paro consume cuatro veces más que quien trabaja regularmente. ¿A qué llamamos depresión? Esto es malestar social. Y el mercado nos dice: «El problema está en tu cabeza». ¡No, perdona, el problema es social!

  • CTXT. Crisis, ¿qué crisis?, de Xosé Manuel Pereiro


     Xosé Manuel Pereiro 11/03/2025

    El manual de gestión de problemas del PP se basa en tres reglas: negar su existencia, explicar que no pudo ser su responsabilidad porque no estaban allí y echar la culpa a otro

    Alberto Núñez Feijóo y Carlos Mazón durante la rueda de prensa en Valencia. / Youtube


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    La idiosincrasia española es el único ámbito, junto con el jazz y determinadas teorías escénicas, en el que la improvisación se considera una virtud. Y eso pese a que incluso la habitualmente patriótica RAE la define como “Imprevisión, desapercibimiento, desprevención, desavío, indisposición, negligencia, descuido, desidia, dejadez”. Se podría pensar que si un partido como el PP, que se considera español hasta las cachas y reivindica las teóricas esencias nacionales desde Numancia (la ciudad asediada, no el club de fútbol) y más allá, basa su gestión de las crisis en la improvisación, es precisamente por la españolía del método. Sin embargo, la irresponsabilidad reiteradamente demostrada por los gobiernos conservadores ante distintas clases de catástrofes puede deberse a otra característica ancestral, que durante el franquismo adquirió rango de undécimo mandamiento: las autoridades nunca tienen la culpa.

    La actual huida hacia delante de Carlos Mazón, inventando una nueva mentira cada vez que se le desmonta la anterior, puede parecer, en efecto, la versión slapstick de la capacidad de improvisación (si no recuerdan todas, échenle un ojo a esto de Gerardo Tecé). Mirando hacia atrás sin ira, pero con memoria, casi se echan de menos aquellas prolijas patrañas de antaño que, en ocasiones, duraban meses y resistían incluso sólidas resoluciones judiciales de las de antes. Sin embargo, el PP’s crisis management style (PPCMS) sigue unas normas que se pueden rastrear en cualquier brete de alto voltaje, lo que quizá sea un argumento en contra de que improvisan: puede que tal estilo de gestión sólo sea una mezcla de incompetencia e impunidad.

    La primera regla del PPCMS es negar la existencia de la crisis. Funciona mientras los hechos no son evidentes, e incluso en ocasiones cuando lo son. Por ejemplo, el Prestige y su marea negra se presentó inicialmente como un incidente resuelto en unas horas, y el petrolero averiado fue puesto en manos de una empresa rescatadora con el compromiso de llevárselo a las quimbambas. El detalle de que las autoridades permitieron que los servicios de rescate contratados bajo concesión pública estuviesen tres horas trapicheando por su cuenta, mientras el petrolero se acercaba a la costa y su carga se derramaba, no figuró nunca en la información oficial facilitada. A pesar de que miles de toneladas de crudo espeso en forma de manchas de hasta varios kilómetros de largo y centenares de metros de ancho no son lo que se dice imperceptibles, las autoridades no advirtieron de que marchaban hacia la costa. Incluso horas después de que el chapapote embadurnase cientos de kilómetros, el responsable de Agricultura y Pesca, Miguel Arias Cañete (que todavía defiende los intereses de nuestro sector primario en las trincheras del Europarlamento y llegó a ser comisario europeo), declaraba que “la acción de las autoridades había evitado una marea negra”. Y días más tarde, el de Defensa y Formación del Espíritu Nacional, Federico Trillo, manifestaba al regresar de una misión de observación en helicóptero que las playas estaban esplendorosas.

    Obviamente, la estrategia aquí-no-pasa-nada-circulen no siempre es posible aplicarla en primera instancia, y tampoco es susceptible de ser alargada demasiado en el tiempo. No lo fue en el accidente del Yakolev Yak 42, ni en el 11-M, ni, por supuesto, en los efectos de la DANA en Valencia (aunque también aquí hubo un conato, con una información oficial de que las lluvias escamparían por la tarde y se irían hacia Cuenca). Así que el argumentario –o la innata habilidad derivada de tener el ordeno y mando en el ADN– establece echar mano de los viejos trucos oficinescos: si no puedes argumentar “estaba así cuando llegué”, nunca digas “he sido yo”.

    O sea, regla número dos: si tú no estabas en el lugar del crimen, no puedes ser el autor. Cuando llegó la marea negra, Manuel Fraga, presidente de los primeros indígenas afectados, andaba de caza en los Montes de Toledo. Francisco Álvarez Cascos, responsable del ministerio que se ocupa del salvamento marítimo, ídem, pero en los Pirineos. Jaime Matas (el dinero que ganaba oficialmente era por hacerse cargo del Medio Ambiente), en una inauguración en la costa levantina. Cuando se desvelaron las irregularidades que causaron las muertes en el Madrid Arena, la alcaldesa Ana Botella y su consorte se relajaban de sus quehaceres en un spa lisboeta. El presidente valenciano pasó casi todo el día de autos en el restaurante El Ventorro, famoso sin duda por la amplitud de su horario de cocina.

    De todas formas, la más eficaz es la regla número tres: échale la culpa a otro. O a varios. En el Prestige, la culpa fue –por orden cronológico– del Reino Unido (por detentar la soberanía de Gibraltar, puerto situado en el estrecho de mismo nombre, donde los buques, cuando no tienen la mercancía vendida, suelen recalar a la espera de recibir órdenes de si tirar para Asia, o para un puerto africano o sudamericano), de Bahamas (la bandera del petrolero), del capitán (por desobediente), del propio buque (versión Ana Botella), de la compañía que le pasó la ITV al petrolero y de la oposición por batasunizar a la sociedad (versión Mayor Oreja y Paco Vázquez). En el Yak 42, la responsabilidad del accidente que causó la muerte de 75 tripulantes y/o de la chapucera identificación y recogida de restos de los 62 militares españoles fue de los forenses turcos por no saber hacer su trabajo, de los pilotos ucranianos por no saber pilotar ni hacer el mantenimiento del avión y de los ingenieros aeronáuticos rusos por no tener ni idea de diseñar ni construir una nave de transporte decente. Finalmente, el ministro de turno (otra vez Trillo) le echó la culpa al Estado Mayor de la Defensa y a los familiares, por protestar (antes y después del accidente) y por falta de espíritu castrense.

    En el 11-M y sus 193 muertos, la culpa, como ya sabemos, fue primero de ETA. Después, ampliando enormemente el círculo de sospechosos, lo fue de alguien que “no están ni en desiertos remotos ni en montañas lejanas y sus conexiones tarde o temprano se sabrán, si es que las hay” (o no), al tiempo que se salpimentaban responsabilidades auxiliares al jefe de los TEDAX, a la Orquesta Mondragón, a Renfe por desguazar los trenes y a Pilar Manjón y otras familiares de las víctimas por no saber comportarse. Por fin, dejémonos de eufemismos, el dedo acusador apuntó directamente al PSOE (como respaldará sin duda un día de estos Felipe González).

    Al revés que en anteriores catástrofes, donde las administraciones implicadas eran amigas, en la de Valencia el PP ha tenido la enorme ventaja de que en La Moncloa residan los otros. Prácticamente cualquier entidad dependiente de Perrosanxe, con excepciones –de momento– como el Consejo Superior de Deportes o el Patronato de Loterías del Estado (e inclusiones tan esferolíticas como el Ministerio de Asuntos Exteriores o la Agencia Estatal de Cooperación Internacional), han recibido su dosis de responsabilidad directa o vicaria. Dada la complejidad y diversidad de nuestra burocracia, tener a mano toda una administración no amiga es una mina.

    Obviamente, todas estas normas no son de uso exclusivo de los conservadores. Cualquier gobernante, sea cual sea su carné partidario –y de hecho, hay ejemplos–, puede hacer uso de estas pautas, siempre que carezca de vergüenza y de sentido del ridículo, y se haya alicatado con los necesarios apoyos mediáticos. En todo caso, el moderno príncipe en apuros deberá seguir en los momentos de aflicción dos preceptos fundamentales, que pueden parecer opuestos pero en realidad es necesario tratar con el mismo equilibrio que a los dos caballos de un carro de carreras; uno, el prudente consejo de Homer Simpson: intentar hacer algo es el primer paso hacia el fracaso. El otro, el manido mantra de las escuelas de finanzas: cada crisis es una oportunidad de negocio.

    domingo, 30 de marzo de 2025

    La Fiscalía de la Audiencia Nacional pide a Transición Ecológica que actúe contra los 250 agricultores que aún esquilman Doñana

     

    JAVIER MARTÍN-ARROYOMANUEL PLANELLES - 21 FEB 2025 

    La Guardia Civil identifica a los freseros de Huelva, Sevilla y Cádiz que han robado agua “fuera de control” en la reserva

    Un ejemplar de alcornoque del Parque Parque Nacional de Doñana muerto por la falta de agua.PACO PUENTES

    La Fiscalía de la Audiencia Nacional ha pedido al Ministerio para la Transición Ecológica que actúe contra los 250 agricultores de Huelva, Sevilla y Cádiz que esquilman el acuífero de Doñana desde hace décadas. Es la primera vez que las autoridades hacen un recuento preciso de los freseros que han robado agua del deteriorado acuífero de la reserva y han contribuido a su progresivo declive. Además, el tono empleado para describir la extracción “sistémica, ilegal y persistente” es especialmente grave. La Guardia Civil ha peinado el entorno del Parque Nacional y ha identificado a 250 agricultores protagonistas del saqueo del agua sin permisos, la gran mayoría en Huelva (198), pero también en Sevilla (51) y Cádiz (1). Pero, en este caso no se trata de extracciones de agua de hace décadas, sino de las que han constatado los agentes en 2022 y 2023.

    La fiscalía denuncia cómo se ha permitido en Doñana “una situación de extracción masiva, sistémica, simultánea, persistente, fuera de control e ilegal de aguas subterráneas por parte de una multiplicidad de operadores que desarrollan actividades económicas”. El ministerio público recalca que estos agricultores han actuado al margen de la ley, “sin concesión administrativa y en caudales superiores a los permitidos”, lo que ha minado durante años el acuífero de la reserva, es decir, las aguas subterráneas que dan vida a este espacio protegido.

    La fiscalía mueve ficha casi cuatro años después de que en junio de 2021 recibiera la sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea, que condenó a España por las extracciones de agua en el espacio protegido, motivadas por la agricultura y el turismo en la macrourbanización de Matalascañas. Tras la sentencia, la Fiscalía de la Audiencia Nacional abrió unas diligencias preprocesales ―una investigación previa a la presentación de una demanda o denuncia― sobre la responsabilidad medioambiental el 8 de mayo de 2023, que ahora ha concluido.

    Antes de denunciar los hechos ante la justicia, la fiscalía ha solicitado a la Secretaría de Estado de Medio Ambiente, dependiente de Transición Ecológica, que imponga medidas a estos agricultores para detener de inmediato el saqueo del agua. En función de las decisiones que adopte el ministerio, el fiscal Manuel Campoy valorará si son efectivas, y en caso de entender que no lo son podría interponer un recurso contencioso-administrativo contra Transición Ecológica ante los tribunales para exigir más contundencia contra los esquilmadores. Ni las multas de los agentes medioambientales ni los procesos penales contra ciertos agricultores dilatados en el tiempo han logrado que el robo del agua se detenga en las últimas décadas. Porque el negocio de los frutos rojos es demasiado lucrativo y les compensa. Ningún agricultor ha ingresado en prisión pese al medio centenar de condenas penales que se acumulan ya en la zona.

    Entre las medidas propuestas por la fiscalía a Transición Ecológica destacan el “cese definitivo o temporal, total o parcial, de actividades en las explotaciones económicas y profesionales, que con posterioridad a 2023 hayan continuado con la extracción ilegal de aguas subterráneas de los acuíferos concernidos, sin la concesión administrativa preceptiva o en caudales superiores a los permitidos”. También se reclama “la adopción de medidas de reparación primaria” y “de reparación complementaria”, es decir, que paguen por el daño realizado. Además, es muy llamativo que se pida al ministerio que abra 250 piezas separadas a cada uno de los agricultores identificados para agilizar el cierre de fincas y el cobro de las sanciones económicas.

    Juan José Carmona, responsable para Doñana de WWF, valora el fin de las diligencias preprocesales: “El paso es importantísimo porque pone nombres y apellidos al robo del agua. Ahora la fiscalía entiende que hay causa y lo importante es que considera que la ley de responsabilidad ambiental es aplicable al caso de Doñana. La ley dicta que los responsables del daño ambiental están obligados a pagar todos los costes de arreglar la situación, sin límite económico. Estas sanciones puede contribuir a eliminar los incentivos que provocaban que los agricultores siguieran esquilmando Doñana”.

    Hasta hace dos años la fiscalías de Huelva y Sevilla habían actuado contra medio centenar de agricultores por robar agua y transformar sin permisos sus fincas forestales o de secano a regadío. Sin embargo, el paso dado ahora por la Fiscalía de la Audiencia Nacional puede suponer un freno fundamental para que los agricultores vean que no les compensa seguir esquilmando el acuífero. “Hasta ahora las multas de la ley de agua y la normativa penal tenían un efecto disuasorio importante, pero si a eso le sumamos la norma que obliga a resarcir el daño que además has causado al medio ambiente, podemos estar ante cifras de cientos de miles de euros. Esto elimina los incentivos económicos que pueden tener los regantes ilegales”, añade el responsable conservacionista.

    La pregunta clave es cómo afecta esta petición de la Fiscalía al plan que desde hace un año y medio implementan Transición Ecológica y la Junta de Andalucía para disuadir a los agricultores incumplidores y lograr que levanten sus cultivos de fresas en el entorno de Doñana. El plan, firmado en noviembre de 2023, prevé que los empresarios de frutos rojos en Huelva y frutales en Sevilla puedan recibir hasta 100.000 euros por hectárea para suprimir sus invernaderos, sean legales o ilegales, y “renaturalizarlos” para que la extracción de agua subterránea se detenga.

    El acuerdo surgió después de que la Junta se alineara con los agricultores ilegales y lanzara una proposición de ley para ampliar regadíos en el entorno del parque, justo lo contrario de lo que había ordenado el Tribunal de Justicia de la Unión Europea. Tras casi dos años, el Gobierno de Juan Manuel Moreno (PP) reculó finalmente en su objetivo político a cambio de un plan que incluye 350 millones en ayudas para los agricultores y los Ayuntamientos, y conseguir que la producción fresera se aleje de la reserva para que el acuífero recupere sus niveles de antaño. Los agricultores de la comarca de El Condado crearon una plataforma, pero esta se ha negado siempre a concretar el número de agricultores que la forman. Mientras que una portavoz de la Consejería de Medio Ambiente y Sostenibilidad de la Junta considera que la petición del ministerio público anunciada este viernes no afecta al plan de ayudas a los agricultores infractores, Transición Ecológica ha rechazado opinar al respecto.

    Desde que se abrieron las diligencias en 2023, la Fiscalía de la Audiencia Nacional ha pedido informes al área específica de medio ambiente de la Fiscalía General del Estado y del servicio de protección de la naturaleza de la Guardia Civil. La Unidad Central Operativa de Medio Ambiente (Ucoma) de la Guardia Civil elaboró un informe, fechado el 4 de junio de 2023, en el que se identificaban esos 250 “operadores” que seguían extrayendo agua ilegalmente del acuífero del que vive Doñana y contra los que la fiscalía pide ahora que actúe el ministerio.

    En el expediente de este caso se incluye un informe de la Fiscalía General del Estado, de diciembre de 2023, en el que se determina con claridad cómo el saqueo del agua en Doñana afecta a su biodiversidad. “Se puede afirmar sin lugar a duda que la extracción ilícita de agua subterránea en el entorno de Doñana supone una grave afección en el estado cuantitativo de las masas de agua subterránea y, por tanto, a su vez, en el estado global de las masas de aguas superficiales asociadas a las mismas, fundamentalmente los humedales (..) la existencia de extracciones abusivas e ilegales de agua subterránea en el entorno del espacio natural protegido de Doñana es causa significativa del deterioro medioambiental que dicho espacio viene sufriendo desde hace ya varias décadas”, concluía Juan José Pérez, técnico especialista de la Unidad de Medio Ambiente y Urbanismo de la Fiscalía.

    La jueza de la DANA destroza la versión de Mazón sobre la respuesta a la catástrofe y apuntala la "negligencia"

    Lucas Marco   10 de marzo de 2025 

    La jueza de la DANA se ha llevado por delante, en un auto de apenas 16 páginas, la versión completa del Ejecutivo autonómico de Carlos Mazón sobre la desastrosa respuesta a la emergencia de la barrancada del pasado 29 de octubre. La resolución no deja a la Generalitat Valenciana ni un mínimo resquicio. Todas las excusas (o coartadas) que mantiene Mazón, y por ende el PP de Alberto Núñez Feijóo, han saltado por los aires. El “mando único de la emergencia” correspondía exclusivamente al Consell, el “órgano superior de dirección y coordinación de la protección civil”. La DANA no fue un “fenómeno meteorológico imprevisto”, ya que la Aemet avisó con tres días de antelación y la Universitat de València acordó “afortunadamente” la suspensión de las clases el día anterior. No se produjo el tantas veces aducido “apagón informativo” por parte de la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ). Tampoco se necesitaba el “asentimiento o conformidad” de los participantes en la tardía reunión del Centro de Coordinación Operativa Integrado (Cecopi) para lanzar la alerta masiva a los móviles. Por el contrario, hubo una “inactividad patente de la Administración autonómica” que podría constituir una “negligencia” que propició 228 fallecimientos por causas que no resultan “explicables”.

    Alberto Núñez Feijóo, han saltado por los aires. El “mando único de la emergencia” correspondía exclusivamente al Consell, el “órgano superior de dirección y coordinación de la protección civil”. La DANA no fue un “fenómeno meteorológico imprevisto”, ya que la Aemet avisó con tres días de antelación y la Universitat de València acordó “afortunadamente” la suspensión de las clases el día anterior. No se produjo el tantas veces aducido “apagón informativo” por parte de la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ). Tampoco se necesitaba el “asentimiento o conformidad” de los participantes en la tardía reunión del Centro de Coordinación Operativa Integrado (Cecopi) para lanzar la alerta masiva a los móviles. Por el contrario, hubo una “inactividad patente de la Administración autonómica” que podría constituir una “negligencia” que propició 228 fallecimientos por causas que no resultan “explicables”.

    En definitiva, el auto de la magistrada Nuria Ruiz Tobarra, titular del Juzgado de Instrucción número 3 de Catarroja, resulta demoledor y apuntala, en una fase aún muy incipiente de la investigación, la negligente actuación por parte de la Generalitat y los indicios de los presuntos delitos de homicidios imprudentes.

    La joven instructora (caracterizada por su empatía con las víctimas, sus incisivas resoluciones y su claridad en el enfoque de la investigación) no se anda con rodeos. Tras enumerar los nombres de las 228 víctimas mortales y las terribles declaraciones de algunos de sus familiares, la jueza desgrana los “anuncios de la gravedad de la situación” del día de la DANA con una “antelación suficiente”: los “oportunos avisos” de la Aemet; las casi 20.000 llamadas al 112; las informaciones de medios de comunicación que retransmitían “de manera clarísima” la evolución de las inundaciones, y las mediciones de caudales de la CHJ.

    La magistrada destaca que la respuesta a la emergencia de la DANA era “competencia exclusiva” de la Generalitat, según el Estatut d'Autonomia y la normativa vigente, que adjudicaba a la entonces titular de la Conselleria de Justicia e Interior, Salomé Pradas, el ejercicio del “mando único de la emergencia” y la dirección de los planes de protección civil.

    La primera imputada en la causa, por su relevancia “orgánica” y “decisora”, ha sido la exconsellera Pradas, seguida de su secretario autonómico de Emergencias, Emilio Argüeso. A Mazón, dada su condición de aforado, no lo puede citar a declarar como investigado, a no ser que el jefe del Consell se ofrezca voluntario (una opción harto improbable). Las declaraciones de Pradas y de Argüeso resultan, por tanto, “imprescindibles”, aunque la jueza avisa de que “habrá de sumarse por su relevancia [las de] los técnicos del sistema Es-Alert”.

    El mensaje de alerta: “Tardío y erróneo”

    El auto reitera que el mensaje de alerta a los móviles —enviado a las 20.11— fue “tardío y erróneo”, ya que no pedía a la población que se refugiara en altura. El primer mensaje oficial en esa línea lo dio el propio Mazón a las 21.30, cuando ya se habían producido los fallecimientos (la jueza tildó en una resolución anterior el trasnochado consejo del jefe del Consell de “completamente inútil”). “Las circunstancias del retraso [en el envío de la alerta] deberán ser averiguadas”, señala a modo de aviso a navegantes.

    La instructora considera que los responsables de Emergencias tenían “sobrada” información y “por innumerables medios, en tiempo real” sobre la gravedad de la situación. Y aporta varias hipótesis: se ignoró la gravedad; no se comprendió su alcance (“lo que resultaría igualmente grave”); no se sabía “por dónde discurría el barranco del Poyo” ni la situación del resto de poblaciones, o “no se tomaron las decisiones pertinentes por quien tenía el poder de decisión”.

    La jueza cuestiona abiertamente el reciente informe del director general de Emergencias, Alberto Martín Moratilla, que aportaba —pocos— detalles sobre la decisión de enviar el Es-Alert. A la instructora le resulta “extraño” que “se pretenda descargar en los técnicos el contenido del mensaje”. Además, en el informe “no se dice cuáles”.

    La resolución recuerda que la alerta no era “el único” recurso para avisar a la población: los avisos oficiales a través de medios de comunicación también “hubieran sido igualmente útiles”.

    La magistrada remata en un contundente párrafo la desastrosa gestión de la emergencia, con Pradas al frente del mando único y con un Mazón ausente hasta las 20.28 de la tarde, según su última versión: “La instrucción habrá de determinar las causas, que hasta el momento no resultan explicables, no solo para los familiares de los fallecidos, sino para esta jueza instructora, de por qué no se indicó a la población que se resguardara subiendo a zonas altas, más allá del doloroso, por su tardanza, e incompleto por su contenido, mensaje que se ceñía a evitar desplazamientos”.

    Se trata, concluye la jueza, de una “omisión en tiempo de las alarmas” y de una “actuación errónea”, a tenor del contenido del mensaje del Es-Alert.

    La “gran demora” de la convocatoria del Cecopi

    El auto, de entrada, recuerda lo obvio: el Cecopi es un órgano de coordinación con otras administraciones —como “así lo indica su propio nombre”— en materia de emergencias. “Ello es completamente independiente con las decisiones que se puedan tomar en el ámbito de protección civil por quien ostenta no solo la competencia exclusiva, sino la posibilidad de llevar a cabo la comunicación a la población de las medidas de protección”, afirma la resolución en referencia a Salomé Pradas.

    Por otro lado, la magistrada asegura que el Cecopi se convocó con una “gran demora” y, además, la toma de decisiones por parte de la Administración autonómica se produjo con un “retraso todavía mayor”. Y es que los responsables del departamento autonómico de Emergencias de la Generalitat eran “garantes” de que “no se produjeran los fallecimientos” de un total de 228 personas que se encontraban en una “situación de altísimo riesgo” sin ni siquiera saberlo.

    “Las previsiones meteorológicas debieron llevar a una convocatoria en la mañana del 29 de octubre de 2024 del Cecopi, al objeto, cuando menos, de avisar a la población”, dice la instructora.

    Además, ya convocada la reunión, para la consellera Pradas “no era necesario” contar “con el asentimiento o conformidad” de los participantes en el Cecopi para tomar la decisión de enviar la alerta. “Simplemente [era necesario] tomar la decisión de avisar a los ciudadanos que podían verse afectados”, apostilla. El auto derriba así el argumentario de Mazón y sus insinuaciones sobre el supuesto papel en el envío de la alerta de la delegada del Gobierno, Pilar Bernabé.

    La magistrada tampoco se cree la versión del Consell que sostiene que el Cecopi se paró durante más de una hora aquella tarde para un “trabajo exclusivamente presencial”, según la vaga expresión de Martín Moratilla. Se trata de un mero “eufemismo”, aclara la instructora, quien también reprocha a la Conselleria de Emergencias e Interior, dirigida por Juan Carlos Valderrama, que el informe remitido, de apenas un par de páginas, “no es una contestación a lo solicitado”.

    Además, la pausa del Cecopi demuestra que la decisión “era una cuestión autonómica”, abunda el auto.

    Los avisos de la Confederación y las llamadas al 112

    El argumentario del PP se ha centrado en acusar a la CHJ de un supuesto “apagón informativo” que habría impedido a la Generalitat reaccionar a tiempo ante la barrancada. Sin embargo, la instructora desglosa los avisos de los Sistemas Automáticos de Información Hidrológica (SAIH) entre las 18.00 y las 19.20 y de dos correos electrónicos (a las 16.13 y a las 18.43) sobre el aumento del caudal del barranco del Poyo.

    La magistrada incluso desliza la posibilidad de que los responsables del departamento de Emergencias “desconocieran” las localidades situadas cerca del cauce del Poyo, algo que “no desconocían los periodistas”. “Para ello nuevamente no serían necesarios especiales conocimientos técnicos”, remacha con sorna.

    En todo caso, “no se puede alegar un desconocimiento de los responsables de emergencias de la Generalitat Valenciana del SAIH ni de la posibilidad de acceso al mismo, ni de forma paralela atribuir responsabilidad penal al presidente de la CHJ [Miguel Polo], ni a prácticamente a todos los cargos directivos o no de dicho organismo”. Así, la jueza descarta citar como investigado a Polo, tal como solicitaban la entidad ultra HazteOír y la Asociación de Damnificados DANA Horta Sud.

    Por otro lado, el auto también reseña las llamadas al 112 del día de la DANA. El teléfono de emergencias de la Generalitat empezó a recibir llamadas relativas a la inundación desde la madrugada del 29 de octubre. En total, el 112 recibió aquella trágica jornada casi 20.000 llamadas. A las 16.40, tal como informó este diario, ya se avisaba del desbordamiento del barranco del Poyo. Horas antes del envío del Es-Alert, el 112 recibió avisos sobre niños, mujeres embarazadas y bebés atrapados por la riada.

    El papel de À Punt: “Las imágenes son claras”

    La jueza destaca que la televisión autonómica À Punt se erigió en el “canal preferente” para retransmitir la información oficial a la población. El auto repasa elogiosamente parte de la retransmisión de aquella jornada en la cadena pública, con información sobre las inundaciones en Chiva ya en el programa matinal e incluso sobre un rescate por parte de los Bomberos, a las 12.02, en Chiva. Tras el informativo del mediodía, en la programación especial sobre la DANA incluso se aludía al peligro en el barranco del Poyo, cuyo desbordamiento horas después aguas abajo provocó la mayoría de las muertes.

    A las 18.09, destaca la magistrada, una periodista de À Punt alertó en directo del desbordamiento del barranco del Poyo. “Las imágenes son claras”, afirma la jueza instructora. El auto incide en una frase de la reportera sobre la barrancada: “Fa feredat” (da terror).

    Tres minutos después, apostilla la jueza, “la gravedad y el caudal que llevaba el barranco se aprecian con una claridad extrema” en À Punt. Posteriormente, las imágenes de la televisión autonómica “muestran que la situación fue empeorando”. A las 19.14, con ocasión de la caída de la pasarela peatonal de Picanya a la altura del barranco del Poyo por la fuerza del agua (y casi una hora antes del envío del Es-Alert), una periodista avisa: “Mucha precaución si están al lado de las ramblas, de los ríos”.

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    No hacía falta ver À Punt, viene a decir la magistrada: otros medios también informaban aquella jornada “de manera profusa” sobre la evolución de la DANA. El auto recuerda el “saber común” sobre las “repercusiones mortales” que históricamente han causado las inundaciones en el territorio valenciano: las “más graves” de la riada de 1957 y las de la pantanada de Tous, en 1982.

    “Correspondía a las autoridades autonómicas”, apostilla, “alertar a la población, acordar las medidas pertinentes en el ámbito de protección civil, garantizar y minimizar las consecuencias de los efectos de unas precipitaciones que desbordaron ríos y barrancos, pusieron al límite las presas, y que produjeron una sucesión trágica de fallecimientos”. Lo cual, a juicio de la instructora, se erige en “fundamento de la negligencia con relevancia penal”. Es decir, de la presunta imprudencia grave imputada a Pradas.