4 SEPTIEMBRE, 2025
Investigadores de la Universidad Técnica de Darmstadt descubrieron que los suelos forestales contienen grandes cantidades de microplásticos, que llegan principalmente a través del aire.
- Microplásticos en suelos forestales.
- Vía principal: deposición atmosférica.
- Bosques como trampas naturales.
- Desde los años 50, acumulación continua.
- Contaminación comparable a zonas urbanas.
- Efectos sobre el ecosistema aún inciertos.
Lluvia plástica: los bosques están atrapando microplásticos del cielo
Cuando se piensa en la contaminación por plásticos, la atención suele centrarse en los océanos, los ríos o incluso los entornos agrícolas. Sin embargo, un nuevo estudio realizado por el Instituto de Tecnología de Darmstadt (TU Darmstadt) rompe ese esquema. Los investigadores han descubierto concentraciones significativas de microplásticos en suelos forestales, demostrando que incluso los ecosistemas más remotos están expuestos a la contaminación plástica a través del aire.
Microplásticos que caen del cielo
A diferencia de los suelos agrícolas, donde el uso de fertilizantes y compost contaminados con plásticos es común, los bosques no tienen fuentes evidentes de contaminación directa. Sin embargo, el aire sí. La atmósfera se ha convertido en una vía de transporte de microplásticos, que viajan cientos o miles de kilómetros desde sus puntos de origen hasta depositarse en las copas de los árboles.
Las hojas funcionan como filtros naturales. Con cada lluvia o caída otoñal, los plásticos atrapados descienden al suelo. Este fenómeno, descrito como el «efecto peine«, transforma al dosel forestal en una red de captura de contaminación aérea. Se trata de un proceso silencioso, continuo y prácticamente invisible.
El suelo como archivo de plástico
Una vez que los microplásticos llegan al suelo, no permanecen en la superficie. Los procesos naturales del bosque —como la descomposición de la hojarasca y la actividad biológica de insectos y hongos— arrastran las partículas hacia capas más profundas. Así, los suelos se convierten en depósitos a largo plazo de esta forma de contaminación.
El equipo registró concentraciones de entre 120 y más de 13.000 partículas por kilogramo de suelo, y hasta casi un millón de partículas por metro cuadrado en algunos puntos. Esto pone en evidencia que la carga plástica en suelos forestales puede igualar, e incluso superar, la de suelos urbanos o agrícolas.
¿De qué están hechos estos plásticos?
El análisis químico identificó que los polímeros predominantes son polipropileno, polietileno y poliamida, materiales frecuentes en empaques, textiles y productos de consumo masivo. La mayoría de las partículas eran fragmentos diminutos o películas finas, menores a 250 micrómetros, imperceptibles a simple vista y con un alto potencial de dispersión.
La similitud entre los plásticos hallados en la superficie de las hojas y los del suelo indica que la principal fuente es la deposición atmosférica, no actividades humanas dentro del propio bosque. Prácticas como la recolección de madera o el tránsito humano aportan una fracción ínfima en comparación.
Una acumulación que lleva décadas
Los investigadores calcularon que los niveles actuales de microplásticos en los suelos forestales coinciden con una deposición progresiva desde mediados del siglo XX, coincidiendo con el auge global de la producción de plásticos en la década de 1950. Es decir, los bosques han estado capturando microplásticos durante más de 70 años, sin que nadie lo supiera.
Este hallazgo convierte al suelo forestal en una especie de “registro fósil” del impacto humano en la era del plástico. Cada centímetro de tierra cuenta una historia de consumo, dispersión y negligencia ambiental.
Contaminación comparable a la urbana
Tal vez lo más alarmante del estudio es que los niveles de microplásticos en los bosques alemanes rivalizan con los encontrados en suelos urbanos, donde la contaminación plástica es más evidente y constante. Esto desmantela la idea de que los bosques están aislados de los problemas ambientales generados por la actividad humana.
Dado que los bosques cubren aproximadamente un tercio de la superficie terrestre, el papel que juegan como sumideros de microplásticos podría tener una magnitud global significativa. Este descubrimiento obliga a revisar los modelos sobre el ciclo de los plásticos en la biosfera y sus rutas de transporte.
Bosques como sensores naturales
Como indica el Dr. Collin J. Weber, autor principal del estudio, los resultados sugieren que la concentración de microplásticos en los suelos forestales refleja con bastante precisión la carga atmosférica de estas partículas en una región. Esto convierte a los bosques en indicadores pasivos de la contaminación aérea por microplásticos, un nuevo enfoque que podría complementar las mediciones urbanas y costeras.
Este tipo de monitoreo tiene un valor estratégico. Si los bosques capturan lo que cae del cielo, pueden ayudar a mapear la distribución global de esta forma de contaminación, incluso en áreas donde no existen fuentes locales claras.
Riesgos para los ecosistemas y para las personas
Aunque aún se está investigando el impacto concreto de los microplásticos en suelos forestales, ya hay indicios de que pueden alterar la estructura del suelo, afectar la actividad microbiana y modificar los ciclos de nutrientes. Esto podría debilitar la regeneración natural, alterar la cadena trófica y dificultar la adaptación de los bosques al cambio climático.
Además, el hecho de que estas partículas viajen por el aire significa que no sólo afectan al entorno natural, sino también a la salud humana. Partículas de plástico tan pequeñas pueden ser inhaladas, y aunque los efectos a largo plazo aún no están claros, estudios recientes sugieren posibles impactos en el sistema respiratorio y cardiovascular.
El cruce entre contaminación plástica y crisis climática dibuja un escenario preocupante: ecosistemas forestales ya vulnerables enfrentan una nueva presión invisible, persistente y difícil de revertir.
Más información: Forest soils accumulate microplastics through atmospheric deposition | Communications Earth & Environment
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