En plena ofensiva de la industria contra la prohibición de los 'químicos eternos' en la UE, esta investigación transnacional The Forever Lobbying Project desvela más de 14.000 documentos que prueban décadas ocultando la toxicidad de los PFAS, químicos vinculados con varios tipos de cáncer, infertilidad y baja respuesta a las vacunas. España los busca ahora en personas y en el agua potable.
ANA TUDELA Y ANTONIO DELGADO
14 DE ENERO DE 2025
En los próximos meses, 14.000 hogares españoles van a recibir un correo postal invitándoles a participar en un estudio de biomonitorización. Se buscan 3.800 participantes, distribuidos proporcionalmente por toda España, para medir, en sangre y orina, los químicos de riesgo acumulados en el organismo. Entre metales pesados o bisfenoles, se ha incluido un grupo de PFAS (siglas de sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas). Estos compuestos formados por cadenas de carbono recubiertas de flúor son tan resistentes y útiles que lo mismo hacen que una sartén sea antiadherente, la ropa impermeable o retienen la grasa de los envases de comida rápida pero se han vinculado con todo un abanico de enfermedades, incluidos varios tipos de cáncer, infertilidad y disminución del efecto de las vacunas en niños. Los estudios de biomonitorización son caros. Muy caros. El Ministerio de Sanidad se va a gastar más de 5 millones de euros solo en este primer estudio de población general.
Hágase a la idea. Prácticamente todo el mundo tiene PFAS. Lo importante es cuáles y en qué cantidad. Los más peligrosos y estudiados, algunos ya prohibidos, se acumulan en el organismo, al que le cuesta mucho eliminarlos, multiplicando el riesgo.
Llegar, llegan por numerosas vías.
Están en artículos de uso cotidiano, aíslan edificios, se usan en los gases de refrigeración de los aires acondicionados, en espumas antiincendios, recubren líneas de telecomunicaciones, están en pesticidas y fertilizantes…
Su resistencia los ha ido expandiendo por el mundo. Desde hace años es posible localizarlos en el suelo, el agua superficial y la subterránea, en zonas remotas y ascienden en la cadena alimentaria. Si se riegan las cosechas con agua con PFAS, si se da de beber al ganado o a las gallinas, aparecen en los vegetales, la carne, en los huevos.
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Salen de las casas de las ciudades en las aguas residuales y acaban en los ríos, se acumulan en los vertederos de residuos y pasan al aire y a las aguas subterráneas. Eliminarlos es difícil y muy caro. Esta investigación muestra que la contaminación ha llegado a las redes de abastecimiento de agua potable en España.
En España, desde 2024, todas las empresas de abastecimiento de agua potable, públicas y privadas, de poblaciones grandes o mínimas, con mayor o menor presupuesto, deben añadir a sus controles todo un listado de elementos, entre ellos, los 4 PFAS más peligrosos. En 2025, deben controlar la suma de 20 PFAS. En el borrador de la norma, se calculó que con los nuevos elementos, los análisis de agua potable iban a costar a las empresas más de 110 millones de euros anuales (un 33% más). Para algunas poblaciones, especialmente las más pequeñas, está suponiendo un enorme quebradero de cabeza. Y todo ello sin contar los altos costes de reducir los PFAS donde superan los límites, ya sea con técnicas de ósmosis inversa o de carbón activo (...)
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En los próximos meses, 14.000 hogares españoles van a recibir un correo postal invitándoles a participar en un estudio de biomonitorización. Se buscan 3.800 participantes, distribuidos proporcionalmente por toda España, para medir, en sangre y orina, los químicos de riesgo acumulados en el organismo. Entre metales pesados o bisfenoles, se ha incluido un grupo de PFAS (siglas de sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas). Estos compuestos formados por cadenas de carbono recubiertas de flúor son tan resistentes y útiles que lo mismo hacen que una sartén sea antiadherente, la ropa impermeable o retienen la grasa de los envases de comida rápida pero se han vinculado con todo un abanico de enfermedades, incluidos varios tipos de cáncer, infertilidad y disminución del efecto de las vacunas en niños. Los estudios de biomonitorización son caros. Muy caros. El Ministerio de Sanidad se va a gastar más de 5 millones de euros solo en este primer estudio de población general.
Hágase a la idea. Prácticamente todo el mundo tiene PFAS. Lo importante es cuáles y en qué cantidad. Los más peligrosos y estudiados, algunos ya prohibidos, se acumulan en el organismo, al que le cuesta mucho eliminarlos, multiplicando el riesgo.
Llegar, llegan por numerosas vías.
Están en artículos de uso cotidiano, aíslan edificios, se usan en los gases de refrigeración de los aires acondicionados, en espumas antiincendios, recubren líneas de telecomunicaciones, están en pesticidas y fertilizantes…
Su resistencia los ha ido expandiendo por el mundo. Desde hace años es posible localizarlos en el suelo, el agua superficial y la subterránea, en zonas remotas y ascienden en la cadena alimentaria. Si se riegan las cosechas con agua con PFAS, si se da de beber al ganado o a las gallinas, aparecen en los vegetales, la carne, en los huevos.
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Salen de las casas de las ciudades en las aguas residuales y acaban en los ríos, se acumulan en los vertederos de residuos y pasan al aire y a las aguas subterráneas. Eliminarlos es difícil y muy caro. Esta investigación muestra que la contaminación ha llegado a las redes de abastecimiento de agua potable en España.
En España, desde 2024, todas las empresas de abastecimiento de agua potable, públicas y privadas, de poblaciones grandes o mínimas, con mayor o menor presupuesto, deben añadir a sus controles todo un listado de elementos, entre ellos, los 4 PFAS más peligrosos. En 2025, deben controlar la suma de 20 PFAS. En el borrador de la norma, se calculó que con los nuevos elementos, los análisis de agua potable iban a costar a las empresas más de 110 millones de euros anuales (un 33% más). Para algunas poblaciones, especialmente las más pequeñas, está suponiendo un enorme quebradero de cabeza. Y todo ello sin contar los altos costes de reducir los PFAS donde superan los límites, ya sea con técnicas de ósmosis inversa o de carbón activo (...)
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