Jorge Cattaneo 7/05/2025
Francia, Alemania y Reino Unido han anunciado recortes en sus presupuestos de cooperación, priorizando una visión cortoplacista que no entiende la financiación para el desarrollo como una apuesta por la seguridad
Dos personas voluntarias de Ayuda en Acción, en uno de sus trabajos de cooperación. / Ayuda en AcciónEn CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí
La cooperación es, y seguirá siendo, clave para lograr sociedades más justas y sostenibles, además de partenariados duraderos entre países, pero la actual crisis de financiación de la cooperación internacional pone en riesgo este poderoso instrumento. En estos tiempos complejos aumentan las amenazas de precariedad, pobreza y desigualdad, lo que podría dejar en una situación incierta especialmente a las generaciones más jóvenes y a determinadas regiones. Ser joven en el contexto actual es sinónimo de vulnerabilidad y riesgo de exclusión socioeconómica.
La juventud de América Latina se vería directamente afectada. Un informe de Ayuda en Acción y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) advertía del riesgo de un aumento de la informalidad y la precariedad juvenil en la región para 2030. Los actuales recortes en cooperación internacional no hacen más que agravar esta situación, debilitando las posibilidades de un desarrollo inclusivo y sostenible. El reciente informe de Perspectivas Económicas de América Latina también advierte ya de que se estima que el déficit de gasto necesario para cumplir con las principales prioridades de desarrollo sostenible llega a los 99.000 millones de dólares por año.
Para encontrar soluciones hay que hablar de los retos que tenemos. América Latina se encuentra en una “triple trampa”: bajo crecimiento, alta desigualdad y limitada capacidad institucional y espacio fiscal. Este contexto limita la creación de empleos de calidad y perpetúa la exclusión laboral, especialmente entre jóvenes y mujeres. Con una economía poco dinámica, una estructura laboral precaria y sistemas de gobernanza insuficientes, las oportunidades para los jóvenes se ven restringidas, acentuando la desigualdad y desmotivando la inversión en habilidades especializadas. Esta “triple trampa” crea una barrera estructural que frena el desarrollo en la región.
Ante esto, nos preocupan los recortes de financiación en cooperación que hemos conocido los últimos meses en algunos países, especialmente porque la cooperación está siempre más focalizada hacia aquellos colectivos más vulnerables y excluidos que son los que van a sufrir más las consecuencias de la triple trampa. Es el caso de los fondos provenientes de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), que en 2024 destinó casi dos mil millones de dólares a Latinoamérica. Pero también de varios países europeos, como Francia, Alemania y Reino Unido, que han anunciado recortes en sus presupuestos de cooperación, priorizando una visión cortoplacista que no entiende la financiación para el desarrollo como una apuesta más por la seguridad a través del desarrollo de partenariados que resultan claves para el actual contexto. No es el caso por el momento del Gobierno de España, que mantiene sus compromisos.
Pero esta crisis también puede ser vista como una oportunidad para redefinir el enfoque de la cooperación internacional. En primer lugar, por entender que sin desarrollo no hay seguridad ni futuro. Los programas educativos, laborales y sociales que fomentan la inclusión y el desarrollo sostenible son esenciales para generar oportunidades en sectores emergentes como la economía verde o digital. La transición en ambos sectores es fundamental para un nuevo modelo de desarrollo social e inclusión, con grandes oportunidades que necesitan de la articulación del sector público, privado y, por supuesto, de la sociedad civil.
Sabemos que el cambio climático es un problema grave en la región. Al aumento de la temperatura se suma la creciente ocurrencia y magnitud de los desastres provocados por la naturaleza y la escasez de agua dulce. Y esto afecta a los mercados laborales. CEPAL calcula que, de no implementarse medidas para anticiparse a los cambios esperados, en 2050 la región podría perder hasta 43 millones de puestos de trabajo. Frente a esto, una transición verde efectiva podría generar potencialmente un 10,5% más de nuevos empleos hacia 2030, según el informe de la anterior LEO.
La juventud también se encuentra en mayor riesgo ante los procesos de automatización que implica la transición digital. Los trabajos de plataforma pueden ser particularmente atractivos para este grupo etario, lo que tendría importantes consecuencias si no se implementan medidas para abordarlas, especialmente en su inseguridad laboral y acceso a la protección social.
Es posible implementar acciones que se anticipen a los cambios que vienen
Pero, como decíamos, es posible implementar acciones que se anticipen a los cambios que vienen, especialmente enfocados a la generación de más y mejores ejemplos. La transformación digital, la transición hacia modelos de desarrollo medioambientales sostenibles y la implementación de sistemas integrales de cuidados resultan oportunidades necesarias de fomentar mediante iniciativas que impulsen el desarrollo sostenible. Invertir en desarrollar los conocimientos y competencias para la inclusión social y fortalecer los programas de capacitación, porque en un contexto de rápidos cambios tecnológicos, los sistemas educativos y de formación requieren de un enfoque centrado en aquellas competencias que permitan a las personas mantenerse actualizadas de forma continua.
La falta de oportunidades en América Latina repercute directamente en la estabilidad social y económica del mundo, e invertir en la juventud es la inversión más inteligente para el progreso de la región. Porque la realidad es que América Latina está llena de oportunidades y de futuro, y es por su valores y cultura, uno de los socios naturales de la Unión Europea y de España.
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Jorge Cattaneo es director general de Ayuda en Acción.