miércoles, 10 de septiembre de 2025

Cola, sangre y Gaza, de MIGUEL ÁNGEL ALMODÓVAR

 MIGUEL ÁNGEL ALMODÓVAR  30 DE AGOSTO DE 2025,

La campaña se sustenta, básicamente, en los hechos de que la marca ha venido haciendo donaciones en metálico al grupo extremista sionista Im Tirtzu.


En un artículo publicado en Nuevatribuna.es el pasado 26 de agosto en este medio y firmado por el economista Juan Torres López, se decía: “… el genocidio que lleva a cabo Israel no es sólo un crimen en sí mismo, por lo que tiene de violencia terrorista y de crueldad inhumana, sino también un negocio de sangre para un gran número de grandes empresas”. 

Como colofón, en todo el mundo y casi a diario, se puede ver a soldados israelíes portando latas de Coca-Cola, en las pausas dentro de su tarea de aniquilación

La frase bien podría ser un pie de foto extendido para el cartel que una cuenta de Instagram ha confeccionado para boicotear el consumo de Coca-Cola a escala planetaria. En el afiche puede leerse en titulares: The secret ingredient… is human blood/ El ingrediente secreto… es sangre humana; un eslogan que combina la denuncia por la participación activa de la multinacional de refrescos en el Holocausto palestino, con el viejo mito de la mezcla “7X” de la firma, popularmente conocida como “ingrediente secreto”. Abajo, a la derecha, otra consigna bajo el logo de la marca: Taste the violence/ El sabor de la violencia.

La campaña se sustenta, básicamente, en los hechos de que la marca ha venido haciendo donaciones en metálico al grupo extremista sionista Im Tirtzu y de que la franquicia israelí de la marca opera en un centro instalado en Atarot dentro de la Cisjordania ocupada.


El grupo no gubernamental Im Tirtzu apoya firmemente al premier Benjamín Netanyahu, y es considerado extremista hasta por la misma sociedad israelí, tanto por su exaltación furibunda del sionismo más radical, como por su permanente y feroz enfrentamiento con los partidos de izquierda y las organizaciones de derechos humanos o que apoyan, aunque sea tibiamente, la llamada “solución de los dos Estados”.

Por otra parte, el asentamiento industrial de Atarot, considerado como ilegal por la Corte Internacional de Justicia, como el resto de las colonias israelíes en Cisjordania, y crimen de guerra según el Cuarto Convenio de Ginebra, ha tenido consecuencias devastadoras para la comunidad palestina, a la que sistemáticamente se le deniegan permisos de desplazamientos y obras, para crear un entorno inhabitable que les obligue a abandonar sus tierras. Justamente allí operan la franquicia de Coca-Cola en Israel, Central Beverage Company, que cuenta con importantes instalaciones de refrigeración y un centro de distribución regional, y su compañía subsidiaria, Tabor Winery, que produce vinos con los frutos de los viñedos palestinos ocupados ilegalmente. 

Como colofón, en todo el mundo y casi a diario, se puede ver a soldados israelíes portando latas de Coca-Cola, en las pausas dentro de su tarea de aniquilación de una población de más de dos millones de personas, sistemáticamente bombardeada con saña y privada de agua potable y alimentos, en el mayor campo de concentración y exterminio que haya conocido la historia.

Por lo que se refiere a Chat Cola, producida en Cisjordania, se ha convertido en un producto símbolo de renuencia, resiliencia y determinación

En ese contexto ha surgido una iniciativa internacional que finalmente ha conseguido que la organización propalestina Boycott, Divestment and Sanctions/ Boicot, Desinversiones y Sanciones, BDS, incluya a Coca-Cola en su listado de productos y empresas a boicotear por su apoyo activo al genocidio.

En paralelo y bajo el mismo paraguas BDS, han emergido y se han hecho un hueco en el mercado tres marcas reivindicativas y alternativas al refresco multinacional: Gaza ColaChat Cola y Palestine Cola.

Con un diseño que incluye la bandera palestina y patrones de kufiyas, Gaza Cola, fue creada en Londres por el cineasta y artista audiovisual Osama Qashoo, y sus ingresos han sido principalmente destinados a la reconstrucción de hospitales mientras se pudo. Actualmente se produce en Polonia y se exporta a países de medio mundo.

Por lo que se refiere a Chat Cola, producida en Cisjordania, se ha convertido en un producto símbolo de renuencia, resiliencia y determinación. Sobre un diseño que evoca la estética de Coca-Cola, la firma fue creada por el empresario Fahed Arar, quien ahora se plantea trasladar la producción a Jordania, debido a que el fuerte bloqueo israelí a la entrada de materias primas en territorio cisjordano le ha obligado a cerrar buena parte de sus líneas de producción.

Por último, Palestine Cola, que incluye en su base una cinta con los dibujos geométricos típicos de la kufiya, nació en la ciudad de Malmö, Suecia y fue puesta en marcha por los hermanos Mohamed Hassoun y Adda Hassoun. Poco a poco su mercado se ha ido abriendo a otros países gracias al impulso solidario en redes sociales y a su inclusión en grandes plataformas como Amazon.

De manera que Coca-Cola vuelve a estar en la diana de la conciencia global, con un motivo más a añadir otros problemas que vienen de lejos, como el hecho de ser el mayor contaminante por residuos plásticos del planeta y protagonista de un fabuloso estrago a los suministros de agua en todo el mundo; su largo historial de racismo en Estados Unidos y su histórico apoyo al apartheid en Sudáfrica; o los graves problemas de salud que genera el consumo de una de las sustancias que incluye en su fórmula, el jarabe de maíz de alta fructosa, que genera enfermedades cardiovasculares, obesidad, diabetes tipo 2, hígado graso no alcohólico, inflamación crónica, caries, envejecimiento de la piel, pérdida de memoria, adicción y bajada del estado de ánimo. 

Pues dicho queda.

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OTRA COSA:  Un antídoto contra el olvido para que nadie vuelva a silbar el 'Cara al Sol' en Las Merindades 


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