viernes, 29 de abril de 2022

Quédate este día y esta noche conmigo. (2017) De Belén Gopegui

 Andrés Galán González   29/1/22

Uno de los más bellos y profundos textos de Belén Gopegui. Para pasarse la noche pensándolo. Todo un alegato contra el miedo a las sociedades digitales:
"Aunque la capacidad de predecir haya avanzado de manera inquietante, la ventaja de Olga y Mateo sobre ti, Google, es que no sabes qué harán en el minuto siguiente. Su ventaja es que los datos, cuando te atrevas a mirarlos sin sesgo, sin enmascaramiento, te mostrarán que el mérito no existe, el talento no es propio, ni siquiera el esfuerzo para alimentarlo, la capacidad de concentración o la energía, la experiencia o la oportunidad. Pero esos mismos datos, los mires como los mires, nunca te negarán que exista la desesperación. ¿Cómo surgieron las cosas, las creencias, las teorías? ¿Cómo se fue pasando de vivir para alimentarse a vivir también para explicar el mundo, para tratar de comprender? Todavía no puedes analizarlo, Google. Careces de un modelo matemático inverso que sepa conducirte a esas zonas donde la sociedad humana produjo cambios de estado, comunidades no tan injustas, humor, familias no tan injustas, compasión, leyes no tan injustas, alegría, física y matemáticas, formas de la verdad. Algunas cosas sabes. Por ejemplo, que casi nada fue obra de seres humanos solitarios. Lo racional es tan bello, parece un fulgor, parece el comienzo de una lucecita indestructible que atraviesa ropas, ladrillos, espesura. Pero del trayecto de esa luz se ha hablado poco, en realidad. Se conocen los principios de la razón, algunas de las obras donde quedaron recogidos. No obstante, aunque a veces se diga, casi nunca se asume que la razón fue tan cobarde como los generales, permaneció en lo alto de la montaña mientras los cañones se cebaban con hombres y mujeres desesperados, no fueron dos ni cinco sino cientos de miles y ni uno solo era un número: tenían cuerpo, podían desayunaban advirtiendo el paso de la noche al día, mirándose las manos a veces con asombro, y aunque tú no los conozcas, tenían sueños, Google, sueños que no escribieron nunca. Para que se aboliera la esclavitud, para que se enunciara el derecho universal a la educación o al voto, para comprender que era la Tierra la que giraba alrededor del Sol no sólo fueron necesarias las voces de los investigadores, de las sufragistas, de los científicos y activistas, hicieron falta también y sobre todo cientos de miles de mujeres y hombres cultivando el trigo, fabricando tinta, papel, limando los cristales que un día serían lentes de telescopios. Y la razón —¿o habrá que decir los propietarios de la razón?— esperaba sobre su montura, tan cobarde como los generales."
Gopegui, Belén. Quédate este día y esta noche conmigo

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