Parémonos un momento. Precisamente porque nos falta
tiempo, nos sobra tiempo. Tenemos "una edad", a veces dicen que la
tercera, incluso una cuarta, ancianos no nos vemos, y, desde luego, no
somos vuestros mayores. Cada cual tiene los suyos, igual que sus niños,
sus primos o sus cuñados. Con ese paternalismo, empezamos mal.
De
repente, han descubierto que los jubilados o en edad de estarlo tienen
voz y agallas. Y derechos. Muchos han venido andando hasta Madrid, al
kilómetro cero de la Puerta del Sol. De norte a sur, hasta 700 kms.
Gastando suelas y fuerzas, ganando músculo y dignidad. Por unas
pensiones dignas, aseguradas por ley. Un logro del Estado del Bienestar
que, como todo el conjunto, está en peligro, amenazado por el
capitalismo sin freno. Por eso, también se exige sanidad y suprimir el
copago que implantaron Ana Mato y Rajoy con el PP y que ahí se quedó. Y
contar con residencias dignas que, eso sí, a estas alturas el cuerpo se
resiente. Se pide para los jubilados de hoy y los de mañana. Porque el
pacto fue que detraían impuestos de los salarios para asegurar esa serie
de servicios al término de la vida laboral. Esa que se quiere alargar
para no pagar ni pensión.
El reciente hallazgo tiene desconcertada a la sociedad.
Los mayores no son esos ancianos que juegan a la petanca en los parques
por las mañanas, ni solo esos seres que cuidan a los nietos. Últimamente
cunden mucho, se les ve y se les oye por todas partes. En otras épocas,
a partir de los 60 o 65 años, se era anciano de solemnidad, aparcado de
la vida social. Hoy, no. Una gran mayoría, no. Maticemos. No
constituimos una masa homogénea. Hay viejos, desde luego, los que se
pliegan y no se atreven, los que ya fueron derrotados desde su juventud o
se aferran a conservar lo que creen puede salvarles del final del
camino. Pero un gran número de sus coetáneos no son así. Y tiene su
lógica y su historia.
En la niñez y juventud, estos
mayores lucharon lo suyo por salir adelante, por cambiar el mundo legado
de silencios, conformismo y falta de oportunidades. Pocas sopas bobas
comieron. Verán, es que hasta inventaron el rock –desde diversos
géneros, por supuesto- y con eso está dicho mucho. Aquel rock tan
liberador que soltaba los cuerpos y lanzaba al vuelo los ánimos. A las
mayores de hoy, aún les tocó ayer fregar los suelos a mano y lavar la
ropa sin máquina automática. Y salir a comprar casi a diario. Y no poder
aspirar a mucho más futuro profesional que el de casarse y ser ama de casa y de familia.
Condena de nuestras madres, todavía quedaban vestigios. A cambiar una
mentalidad que nos machacaba todas las horas de todos los días afirmando
que las mujeres éramos inferiores (...)
Llega un momento en el que no se tiene nada que perder. Y mucho que
ganar. Para todos. Esta tarea es para todos ustedes. Échennos una mano
que eso llevan ganado. Tengamos y dejemos un mundo lo más aseado que
quepa –a pesar de las dificultades que ponen-. Un mundo del que por
cierto esperamos disfrutar plenamente todo el tiempo que sea posible.
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