martes, 2 de agosto de 2022

Juan José Millás: «Mi obra procede de las heridas de la infancia y la adolescencia»

 

21/6/22

foro Juan José Millás Gigi Aldridge 
DIARIOSUR.ES

Entrevista a Juan José Millás del 2007, de su libro El mundo. Me pareció vislumbrar el otro Millás. Ya me contaréis.

El autor mezcla tristes recuerdos y alegrías de niñez en su nuevo libro, 
'El mundo'. «Esta novela me ha pasado por encima»
IÑAKI ESTEBAN contenido autobiográfico, empieza cuando va a recoger las cenizas de sus padres al cementerio de La Almudena para cumplir su deseo de echarlas al mar.  

¿Qué perdió en aquel viaje de Valencia a Madrid?

Valencia era un mundo idílico: estaba la playa, la luz, también una situación económica mejor que la que teníamos cuando aterrizamos en Madrid. Eso marca un corte en mi infancia y hace que yo sepa muy bien qué ocurrió antes y después de mis seis años. Sentí una pérdida del paraíso muy temprana, sin duda un adelanto de todas las pérdidas que ocurren después en la vida.

A los niños no les gusta que les cambien su mundo.

Hay niños que se adaptan muy bien a las rupturas. Yo, desde luego, no. Lo viví como una herida sin sutura y ahora, cuando ya tengo más de sesenta años, necesitaba explicármelo. Por eso he escrito esta obra. Hay novelas que son el producto de una planificación, y otras que arrollan y te pasan por encima, como ésta.

¿Es doloroso recordar?

El ejercicio de la memoria recompone lo que está disperso y le da coherencia y significado. Tratas de averiguar de dónde vienes y el único instrumento para averiguarlo consiste en volver a ese punto, a la herida. Hasta que no los escribes, todos esos recuerdos son como metralla que te hacen daño continuamente. Cuando lo unes, todo parece más sosegado.

Huella paterna

¿Qué papel tienen sus padres en la novela?

Un papel fundamental. Tuve una relación muy ambivalente con ellos. Es uno de los aspectos de los que más me cuesta hablar y que más problemas me causó en la escritura. Uno de los arranques de la novela es cuando yo voy a recoger las cenizas de mis padres, que estaban en un depósito del cementerio de La Almudena. En la época en la que murieron, la familia tenía que esperar un tiempo para disponer de las cenizas. Luego fui a recogerlas para realizar su deseo de que fueran arrojadas al mar de Valencia.

Su literatura juega mucho con los dobles sentidos y las ambigüedades. ¿Ha podido mantener ese estilo en una autobiografía?

Todos esos juegos, ese estilo de mi obra y mi capacidad de ensoñación proceden de las heridas de aquellos años de infancia y adolescencia. Entonces descubres que debajo de la calle física está la mental. El adolescente está en contacto permanente con la imaginación, algo que se pierde cuando entras en la edad adulta. Es entonces cuando uno se fragua como escritor, cuando se forja una mirada, aunque entonces ni se me pasaba por la cabeza que iba a serlo.

¿Son tristes sus recuerdos de la infancia?

No todos. En la niñez hay momentos de dicha casi insoportables. Los niños tienen una enorme capacidad de sufrimiento y también para fugarse de él. Yo recuerdo estos dos extremos de un modo muy intenso. Por ejemplo, cuando veías una película y te identificabas con el protagonista pasabas unos ratos felices como pocos después en la vida. Cuando salía del cine, el reajuste con la realidad me llevaba mucho tiempo.

Usted se refiere continuamente a la calle de Madrid en la que vive cuando llega de Valencia. ¿Cuál era?

La calle Canillas, en el barrio de La Prosperidad. Es uno de esos sitios de los que uno quiere escapar, pero en el que vive atrapado el resto de su vida, porque te la encuentras en cualquier parte.

¿Cómo era su barrio entonces?

La novela se sitúa hacia finales de los cincuenta, y entonces La Prosperidad era un barrio periférico, de casas bajas. En mi calle, se acababa la realidad. Después sólo había un conjunto de descampados, una especie de nada llena de estercoleros. Era un barrio muy pobre, muy duro, muy frío, muy hostil. Cuando llegué allí, empecé a saber qué eran los sabañones.

Luis Landero también creció en ese barrio

Sí, él vino de Extremadura, y el Gran Wyoming también vivió allí.

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