Celebro inmensamente el hecho de que las futbolistas españolas hayan conseguido la igualdad salarial. Es una victoria que simboliza las lecciones que el fútbol femenino nos está dando (principalmente cinco).
1. Igualdad. El fútbol profesional femenino está naciendo con la igualdad como principio. Es uno de los pilares fundamentales sobre el cual se asienta. En el fútbol masculino, en cambio, casi nadie habla.
2. El bien común por encima del individual. El fútbol femenino nos ha dado grandes ejemplos de deportistas que han antepuesto los intereses del deporte a sus intereses personales. El equipo danés, por ejemplo, no se presentó a un partido de clasificación para el Mundial del 2019 para protestar contra las grandes diferencias salariales con el equipo masculino. La famosa y prolífica delantera noruega Ada Hegerberg, por su parte, dejó de ir a la selección en 2017 (el año antes de recibir el Balón de Oro) para protestar contra la política de la federación Noruega con el fútbol femenino.
También nos quedará para siempre el "I am not going to the fucking White House” de Megan Rapino –la capitana del equipo norteamericano de fútbol y gran estrella del fútbol femenino mundial–, que se negó a recibir la felicitación de Donald Trump después de ganar el Mundial.
3. Inclusividad. Tenemos que agradecer al Barça femenino y a sus gestores que aplicaran una bajada de precios para llenar el Camp Nou. Las imágenes del estadio atestado perdurarán mucho tiempo, y durará todavía más en el corazón de los asistentes el buen ambiente que se respiraba. Era un ambiente de proximidad, de apoyo a las futbolistas ganaran o perdieran –el público apoya a estas chicas por su esfuerzo, por su humildad, por cómo responden a la atención recibida: sin creerse grandes estrellas ni actuar como tales–. Esto las aproxima al público, que se siente identificado y por eso las acompaña incondicionalmente (...)
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