EPE.ES 16/6/22
En 1980 José Saramago irrumpió con fuerza en la literatura y las conciencias de su generación con una rabiosa defensa del humanismo que rompió las costuras del neorrealismo portugués, Levantado del suelo. Se cumplen ahora 40 años del Premio Ciudad de Lisboa (1982) a este retrato de la lucha de clases en los latifundios, trigales y alpendres del Alentejo. La historia de Juan Maltiempo y su estirpe de jornaleros continúa hablándonos de la importancia de poner frenos al poder, y del legado de ese día de abril "alzado y principal" en que la patria portuguesa dijo adiós a la resignación. Para cuando se produjo el estallido de Levantado del suelo, Saramago, que había nacido también en una familia de campesinos sin tierras, llevaba años madurando esa voz propia y modo de narrar que caracterizarían en adelante su ficción novelesca. Muchos rasgos los anticipó en sus crónicas periodísticas De este mundo y del otro (1971) y El equipaje del viajero (1973). Pero fue su convivencia a principios de 1976 con las familias de Lavre, en el Alentejo, la que lo animó a contar las cosas con la voz hablada del mundo rural en el que se instaló durante mes y medio, tras ser despedido del Diário de Notícias, del que era director adjunto, y decidir consagrarse por completo a la literatura. Tenía entonces 53 años. "Saramago eclosionó cuando estaba formado como escritor, al contrario de lo que suele suceder hoy en día, que el novelista se forma mientras va publicando. Su caso es un precipitado de tesón, talento y milagro. En él convivió el obrero de las letras con el príncipe de la literatura", considera Fernando Gómez Aguilera, poeta, director de la Fundación César Manrique y cómplice del escritor. Acaba de publicar en La Umbría y la Solana José Saramago. El pájaro que pía posado en el rinoceronte, una formidable reflexión sobre el significado y alcance de los últimos libros de Saramago donde también se arroja luz sobre sus inicios formativos y literarios.
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